El equipaje más importante que hemos de llevar en nuestra vida es siempre un corazón lleno de amor, así será autentico nuestro anuncio del evangelio
I Reyes 2,1-4.10-12; Marcos 6,7-13
¿A dónde vas con tanto equipaje? Quizá nos dijeron un día cuando nos
vieron preparar la maleta para un viaje que íbamos a hacer. Empezamos a poner
cosas y no acabamos, si nos puede faltar esto, si aquello otro lo voy a
necesitar, esto lo llevo por si acaso lo necesite, y comenzamos a poner y poner
cosas en el equipaje que luego no sabemos si lo podremos transportar.
Pero no es solo en los equipajes para los viajes turísticos o de
trabajo que tengamos que hacer. La cosa está en que en la vida nos vamos
llenando también de tantas cosas que se convierten en apegos que no nos dejan
actuar con verdadera libertad. Miremos nuestras casa, nuestra habitación, las
cosas que poseemos, ¿las necesitamos todas para ser verdaderamente felices? Más
bien, como decíamos, nos restan libertad de movimientos en la vida, nos quitan
generosidad y disponibilidad en nosotros porque nos sentimos apegados a ellas y
parece que sin ellas no seríamos nadie. Pero ¿somos por las cosas que poseemos,
o somos por lo que en nuestro propio interior valemos? Las cosas que poseemos
se convierten en una rémora para nuestra vida. Un barco necesita cada cierto
tiempo limpiar sus fondos, porque son tantas las cosas que se van apegando a su
casco que no lo dejan deslizarse con la necesaria velocidad.
Por eso quizás nos sorprenda hoy las instrucciones que Jesús da a los discípulos
que ha escogido como apóstoles cuando los envía a predicar, a anunciar el
Reino. ‘Les encargó que llevaran
para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto
en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto’. Y
además les decía que no tenían que preocuparse donde habían de vivir sino
aceptar la hospitalidad que les ofrecieran las gentes.
Solamente un bastón para el
camino. Desprendimiento total, el único apoyo es el del amor, lo único que
tiene que empujarnos a caminar es el amor. No vamos buscando intereses, no
queremos beneficios, solo vamos a darnos, a repartir y compartir, a dar lo que
más hondo llevamos en nuestro corazón, nuestra fe y nuestro amor. Es el anuncio
que hemos de hacer, el Reino de Dios; es el testimonio que hemos de dar, que
Dios nos ama y nos regala su amor. Por eso curamos, sanamos desde lo más hondo;
son los enfermos del cuerpo, pero son los que necesitan resucitar el espíritu.
Y eso se consigue solo con la fuerza del amor.
Es lo importante en nuestra
tarea de evangelización. Algunas veces andamos un tanto confundidos y pensamos
más en los medios materiales de los que dispongamos que en el propio mensaje
que hemos de trasmitir. Los medios solo tienen que ser eso, medios, nunca en
objetivos primordiales, porque el objetivo es el anuncio del Reino de Dios, es
la vida de Dios. Por eso es el amor el que nos tiene que guiar; es de amor de
lo que tenemos que llenar nuestro corazón; es el amor el verdadero equipaje de
nuestra vida y es el que quizá algunas veces nos falta.
Nos dice muchas cosas este
evangelio; para nuestra tarea evangelizadora dándole verdadera importancia a lo
que ha de tenerlo, pero también para nuestra vida personal, en la que tenemos
que desprendernos de tantos apegos. Que vivamos siempre con un corazón libre,
un corazón limpio de apegos, un corazón generoso y desinteresado, un corazón
lleno de amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario