Cuando deseamos en esta navidad que Cristo nazca en nuestro corazón es porque estamos queriendo ser capaces de poner a todo hombre, a todo hermano en nuestro corazón
Lc. 2, 1-20; Jn. 1, 1-18
Anuncios de paz que llenan de alegría escuchamos en esta noche. La
sorpresa en medio de una noche oscura aunque sea entre resplandores celestiales
deja aturdidos a los que la reciben. Será la primera impresión que sientan
aquellos pastores que en la placidez de la noche y sin sobresaltos hasta el
momento cuidan sus rebaños. Pero los resplandores celestiales los despiertan,
las voces angélicas los sobresaltan, pero las palabras que escuchan son una invitación
a la paz y a la alegría.
‘No temáis…’ son las primeras palabras de los ángeles. No era
para menos el llenarse de temor ante el sobresalto que significa aquella
aparición. ‘Os traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el
pueblo’, continúa el mensaje angélico. ‘Hoy, en la ciudad de David, os
ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor’. La noticia era buena y era
grande; será motivo de gran alegría para todos, y no solo los que esa noche la
reciben, sino que a través de los siglos será la Buena Nueva que seguimos
recibiendo y es motivo de gran alegría para todos. Igual seguimos haciendo
fiesta por esa gran noticia.
‘Ha llegado la plenitud de los tiempos y nacido de una mujer… ha
aparecido la gracia de Dios que trae la salvación para todos los hombres’.
La noticia que están escuchando aquellos pastores que abren sus ojos
somnolientos en medio de la noche significa que las promesas se han cumplido.
Ha aparecido la salvación, ha llegado el Mesías, es el Señor que ha visitado a
su pueblo para derramar su misericordia y su salvación sobre todos los hombres.
Los ángeles cantan la gloria de Dios y anuncian la paz para todos los
hombres porque son amados de Dios, para siempre se va a manifestar ese amor de
Dios por la humanidad. ‘Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los
hombres que ama el Señor’, resuena fuerte el cántico de los ángeles que se
extiende como un eco por todos aquellos campos de Belén y aun seguimos escuchándolo
hoy.
Se alegran los pastores y se aderezan para ir corriendo a la ciudad de
David para contemplar lo que se les ha anunciado y nos seguimos alegrando
nosotros. Por eso, esta noche es tan especial, este día es tan grande, todos
tenemos que hacer fiesta y nos llenamos de alegría. Buscamos mil maneras de
celebrarlo y queremos hacer posible esa paz que nos trae el amor de Dios en
medio de toda nuestra humanidad.
Ha llegado el Salvador, el que nos va a redimir de nuestro mal y
nuestro pecado para vencer para siempre la muerte. ‘No temáis...'
seguimos escuchando porque se manifiesta el amor, porque nos llega la paz,
porque va a renacer un hombre nuevo, porque en verdad podemos hacer una tierra
nueva y sentir un cielo nuevo. ‘No temáis’, porque ese recién nacido que
vemos entre pajas – así lo encontraron los pastores como les habían dicho los Ángeles,
‘envuelto en pañales y recostado entre las pajas de un pesebre’ – es
nuestro Salvador que nos trae el amor y la misericordia del Señor.
La humildad de aquel pesebre en que está recostado el Niño nos está
dejando una gran lección. Siendo Dios se hizo hombre y se hizo el último de
todos para servirnos a todos. Es el camino nuevo que dará sentido a una nueva
humanidad. Es el camino del amor y es el camino de la humildad, es el camino
del que sabe hacerse el último y el servidor de todos porque esa será la
grandeza del hombre nuevo que en Jesús ha de nacer.
No es el que viene desde arriba y desde un estadio superior se pone a
decirnos como tenemos que hacer, sino que es el que se abaja y se hace el
ultimo y lavando los pies a los demás nos está señalando con su propio hacer
ese camino nuevo que tenemos que emprender.
Hoy es un día en que sentimos la tentación de decirnos bonitas
palabras y expresarnos hermosos y buenos deseos los unos de los otros. Pero no
son bonitas palabras y deseos lo que necesitamos sino ese compromiso serio de
hacer que de verdad nos amemos, que no solo un día en el año nos encontremos las
familias y los amigos sino que tenemos que aprender que la familia se construye
día a día, que el encuentro de amistad no solo para ocasiones especiales sino
que cada día tenemos que buscarnos para caminar juntos, sentirnos solidarios
los unos con los otros y abrir nuestro corazón para que siempre todos puedan
caber en él.
Sí, en este día nos felicitamos y eso está muy bien porque nos
felicitamos porque Jesús ha nacido y nos trae la salvación y eso es gran motivo
para que compartamos nuestra alegría haciendo felices a los demás. Pero creo
que cuando hoy nos felicitemos de alguna manera le estemos diciendo al otro ‘te
felicito, te deseo la felicidad porque te quiero llevar siempre en mi corazón’.
Sí, tenemos que aprender a llevarnos en el corazón los unos a los otros porque
eso significa que nos amamos y siempre procuraremos lo mejor mutuamente.
Hemos dicho muchas veces que deseamos que en Navidad Cristo nazca en
nuestro corazón. Es cierto y tenemos que desearlo de verdad. Pero Cristo nacerá
en nuestro corazón de verdad cuando seamos capaces de poner al hermano, a todo
hermano en nuestro corazón. Así estaremos dándole cabida a Dios en nuestra vida
y será auténtica Navidad.
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