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viernes, 3 de noviembre de 2017

Dejémonos conducir por el espíritu del amor y fluirán de nuestra vida los gestos de amor que harán más felices a cuantos nos rodean y construiremos así un mundo mejor

Dejémonos conducir por el espíritu del amor y fluirán de nuestra vida los gestos de amor que harán más felices a cuantos nos rodean y construiremos así un mundo mejor

Romanos 9,1-5; Sal 147; Lucas 14,1-6

Los gestos de amor nos sorprenden y desconciertan. Bueno, me diréis, los gestos de amor nos agradan, nos sorprenden quizá cuando no los esperamos de alguien, pero es algo con lo que nos sentimos felices y agradecemos. Es cierto. ¿A quien no le gusta recibir un cariñito? ¿A quien no le gusta sentirse amado? Pero aun así sigo afirmando que los gestos de amor nos desconciertan.
Un amor generoso, altruista, solidario, sincero y que es capaz en quien lo realiza de hacer que se olvide de si mismo y las posibles repercusiones que pueda tener en su vida y aun así sigue siendo generoso para darse totalmente hasta se capaz de quedarse sin nada, nos descolocan, nos desconcierta, porque tenemos la tentaciones de ponerle en ocasiones vallas y limites al amor que le tengamos a los demás, no nos sentimos quizá capaces de hacer nosotros lo mismo. A lo más que decimos es ‘no me lo esperaba’.
Por eso los gestos que le vemos realizar a Jesús en el evangelio, vemos que por una parte hay gente que se siente admirada y entusiasmada, sin embargo otros se sienten sorprendidos porque quizá por una parte no es lo que ellos esperaban y por otra parte se sienten denunciados porque ellos no son capaces de realizarlos.
Lo han invitado a comer en casa de un hombre principal que además era fariseo. Allí están al acecho de los gestos de Jesús. Hay un hombre enfermo y comenzó a resplandecer el amor. Y ahí está el gesto de Jesús. Aquel hombre es liberado de su mal. ¿Sorpresa? Quizá no tanto porque era lo normal de Jesús. Pero les desconcierta, es un sábado. Pero las palabras de Jesús les interrogan por dentro. ¿Quizá nos preocupamos más si se nos cae al pozo el animal que tenemos para nuestros trabajos? ¿Por qué no  nos vamos a preocupar por una persona que sufre? Son los caminos del amor al que no podemos ponerle vallas.
Es la disponibilidad que ponemos en nuestra vida cuando dejamos inundar nuestro corazón de amor. Es el camino que nos va a llevar a la verdadera felicidad, en nosotros mismos porque sentimos lo bueno y la satisfacción por lo que hemos hecho, y vamos repartiendo felicidad a los demás cuando vamos liberando ataduras, cuando vamos mitigando sufrimientos, cuando vamos sembrando esperanza e ilusión, cuando ponemos una nota de alegría en la vida. Y el amor nos hará ir encontrando esas ocasiones, esos momentos en que podemos regalar tanto bueno a los que nos rodean.
Y cuando entramos en esa tesitura las cosas van fluyendo con naturalidad de nosotros y llegaremos a ser capaces de hacer lo que no imaginábamos que pudiéramos hacer. Porque el amor es creativo, toma siempre la iniciativa, provoca en nosotros esos deseos del bien, no aguanta el sufrimiento de los demás y buscará la forma de mitigarlo, hará vayamos sembrando sonrisas de esperanza y felicidad en cuantos nos rodean. También nosotros seremos capaces de sorprender a los demás. Dejémonos conducir por ese espíritu del amor.

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