Nada debe hacernos ir encorvados por la vida porque nos impida vivir con autenticidad lo que somos y lo que es la búsqueda sincera del bien de los demás
Romanos
8,12-17; Sal 67; Lucas 13,10-17
Hay cosas que vamos aprendiendo en la vida, que se nos van inculcando
desde pequeño y que pretenden enseñarnos unos valores, hacer que tengamos
buenas costumbres en las que no solo nos manifestemos con dignidad sino que también
tratemos con dignidad a los demás, que se van convirtiendo en norma, en
plantilla por así decirlo, de nuestra conducta.
Es bueno y necesario que vayamos aprendiendo esos principios que van
configurando nuestra vida, le van dando un sentido y tenemos que comprender
bien el por qué lo hacemos, lo que pretendemos, y evitar que se conviertan en
una rutina o que las hagamos así porque así sin darle una razón o sentido y al
final vayamos siendo esclavos de esas normas que de entrada lo que pretendían
era lo mejor para nosotros.
Que tengamos que lavarnos las manos o nuestro cuerpo por razones de
higiene personal y también por dignidad y respeto a los que nos rodean, está
bien, ahora que lo convirtamos en un escrúpulo que nos hace esclavos de esa
limpieza de manera que sea una obsesión para nosotros ya no es tan bueno. Hemos
de darle sentido a las cosas y vivirlas en su propio sentido y valor.
El respeto al día del Señor era algo inculcado en el
pueblo judío con mucha intensidad, por una razón teológica por una parte porque
era un reconocimiento de que Dios es el centro de la vida y a El hemos de
mostrar todo nuestro amor y rendirle culto, pero también iba acompañado de una razón
humanitaria por así decirlo, porque ese descanso es necesario para el hombre
para no hacerse esclavo de trabajo y para tener un tiempo para si y para los
suyos en un tiempo, por así decirlo, lúdico.
De ahí nacía el descanso sabático que buscando ese
descanso y ese día para el Señor te impedía realizar cualquier tipo de trabajo.
Pero eso pronto en Israel se llenó de normas y preceptos que prescribían hasta
el más mínimo detalle lo que se podía y no se podía hacer. Y allá estaban los
cumplidores fariseos, obsesionados con el descanso sabático para exigir el más
estricto cumplimiento. ¿Es bueno el descanso sabático? No lo podemos negar pero
no podemos convertirlo en una obsesión que llegue a impedirnos actuar con
verdadera libertad.
En ese marco sucede el episodio que nos narra el evangelio
hoy. Era sábado. Estaban en la sinagoga, para el culto, la oración y la
proclamación de la lectura de la ley y los profetas. En medio anda una mujer
encorvada a causa de la enfermedad. Y Jesús la cura. Surge la sorpresa porque
era sábado. Para allá andan los fariseos con ojo avizor. Pero vemos la libertad
de la actuación de Jesús, el amor que lo motivo, y la liberación que quiere
significar para todos aquel signo.
No quiere Jesús que vayamos encorvados por la vida. muchos
pesos pueden caer sobre las espaldas de nuestra vida que resten nuestra
libertad. La vida superficial a la que nos sentimos abocados tantas veces resta
mucho la valoración profunda que le hemos de dar a lo que hacemos; el estar
pendientes de lo que puedan pensar o decir los demás nos puede impedir que nos
mostremos tal como somos y manifestemos también lo que son nuestros verdaderos
principios; las rutinas con que hacemos las cosas, simplemente porque hay que
hacerlas pero sin buscarle su verdadero sentido pueden ser también un lastre
para nuestra vida; el dejarnos arrastrar por la corriente de lo que todos hacen
puede terminar volviéndonos insolidarios e injustos en nuestro trato o en la
valoración que hagamos de los demás.
Muchas pueden ser las trabas que nos vayamos imponiendo en
la vida y que a la larga nos hacen caminar encorvados. Pero Jesús viene a
darnos la verdadera libertad, a arrancarnos de esas cosas que nos esclavizan, a
abrir nuevos horizontes en nuestra vida y nuevos caminos que nos conduzcan a
ser más libres, más solidarios, más justos, más auténticos en nuestro trato con
los demás, como manera de hacer un mundo mejor. Dejemos que Jesús ponga su mano
de amor sobre nosotros y nos levante.
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