Sepamos descubrir de verdad las obras de Dios en nuestra vida y como también se van manifestando en tantas cosas en nuestro mundo dejándonos inundar por el amor de Dios
Joel 1,13-15; 2,1-2; Sal 9; Lucas 11,15-26
La desconfianza es destructiva. Siembra semillas de desconfianza en
una relación y aunque esa relación sea fuerte y esté bien fundamentada va
corroyendo esos cimientos y si no ponemos remedio puede terminar destruyendo
esa relación. Lo experimentamos en nuestras relaciones de amistad que se ponen
en peligro cuando van apareciendo esas faltas de confianza.
Muchos en su maldad se convierten en sembradores de desconfianza en
medio de la sociedad para sutilmente ir creando animadversión entre los
miembros de la comunidad que llevará a un alejamiento progresivo de unos y
otros que pueden terminar en enfrentamientos, resentimientos, mirada con malos
ojos todo lo que pueda hacer el otro, irá poniendo malicia en nosotros porque
por descontado comenzamos a sospechar de la malicia de los demás y hasta el
odio al contrario.
Es algo que tenemos que remediar, arrancar de nosotros en cuanto
aparezca, porque al fin terminará destruyéndonos a nosotros mismos desde
nuestro propio interior. Es una mala semilla contra la que tenemos que
inmunizarnos poniendo autentico amor en nuestra vida que nos haga sencillos y
humildes y capaces siempre de valorar todo lo que bueno que podamos ver en los demás.
Es eso bueno lo que tenemos que amar en el otro y lo que tiene que estimularnos
a nuestro propio crecimiento, lo contrario seria anularnos a nosotros mismos.
Eso que nos pasa en el ámbito de nuestras relaciones sociales, de
nuestro trato y convivencia con los demás, es algo que tenemos que cuidar mucho
en el ámbito de la fe. En fin de cuentas la fe es confianza, es saber confiar y
fiarnos, en este caso nos fiamos de Dios aunque no seamos capaces siempre de
abarcar todo su misterio, es saber reconocer todo lo bueno que nos viene de
Dios, porque Dios es amor y lo que quiere es inundarnos de su amor, porque
siempre Dios querrá el bien del hombre, nuestra felicidad.
Con esa confianza escuchamos su Palabra para dejarnos inundar de su Espíritu.
Muchas veces no llegamos a comprender todo el misterio que se nos revela, y también como María nos ponemos
a rumiar en nuestro interior, pero hemos de saber dejarnos conducir por el
Señor que va poniendo a nuestro lado profetas que con sus palabras o sus gestos
nos ayuden a descifrar, por así decirlo, ese misterio de amor que se nos
revela. Siempre en esa revelación de Dios se nos está manifestando su amor.
Pero de tener cuidado con quienes pretenden confundirnos. Nos los
vamos a encontrar a cada paso. No podemos dejarnos apabullar por sus
insinuaciones, por su malicia, por esas desconfianzas que quieren ir sembrando
en nosotros.
En la época de Jesús se nos habla de aquellos que querían interpretar
las obras de Jesús como obras instigadas por el maligno. Se necesita estar muy
atentos para que nosotros no caigamos en las confusiones en que nos quieren
hacer tropezar cuando quieren crearnos también desconfianzas en el ámbito de
nuestra fe.
Nos hablaran de mitos o de incultura o falta de racionalismo, nos querrán
hacer creer que sus verdades o sus palabras son absolutos que nosotros tenemos
que aceptar así por que si, querrán materializar nuestra vida alejándonos de
una autentica espiritualidad, querrán confundirnos con razonamientos falaces…
muchos cosas que pretenden hacernos desconfiar, crear confusión en nuestra
vida.
Pero nosotros queremos siempre fiarnos de Dios, confiar en El porque
solamente en El podremos alcanzar la plenitud de nuestra vida. Sepamos
descubrir de verdad las obras de Dios en nuestra vida y como también se van
manifestando en tantas cosas en nuestro mundo. Sintámonos siempre inundados del
amor de Dios y nada nos podrá hacer entrar en esa desconfianza y confusión. No
dejemos que esas malicias ennegrezcan nuestro corazón y nuestra relación con
Dios como tampoco pueden malear nuestras relaciones con los demás. La verdad de
Dios es la que no conduce a la verdadera
libertad.
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