Nos previene Jesús de la levadura de la falsedad y de la mentira y que en el amor de Dios encontremos la levadura del amor que ilumine nuestra vida y la de los demás
Romanos (4,1-8); Sal 31; Lucas (12,1-7)
Algunas veces andamos con miedo por la vida. Oscuridades nos acechan y
siembran incertidumbres en nuestro interior, dudas, preocupaciones. Porque no
es el miedo a una noche oscura físicamente porque falte la luz de la luna o
hayan desaparecido las luminarias de las calles. Es algo más hondo que nos
sucede muchas veces en nuestro interior.
Problemas que se agolpan en nuestro entorno, cosas desagradables de la
vida que nos hacen perder la paz, inquietudes buenas que tenemos en nosotros
pero que no vemos como realizarlas o como alcanzar nuestros sueños, soledades
en la incomprensión de quienes nos rodean, cosas que nos vienen en contra y nos
ponen la vida difícil, son muchas las cosas que nos hacen perder esa
estabilidad emocional que nos hace más oscuras las cosas de lo que realmente
son.
Cada uno podemos pensar en nuestras propias oscuridades porque cada
uno tiene su vida y son suyos y muy personales los problemas que se tienen;
claro que también los problemas que se van sucediendo en nuestra sociedad cada
día nos afectan y también nos turban en nuestro interior; ver a la gente que
sufre a nuestro lado y que quizá no somos capaces o no podemos hacer nada por
aliviar esos sufrimientos también a nosotros nos llena de sufrimiento y ponen
sombras en nuestra vida. El contemplar un mundo injusto y lleno de hipocresía
nos hace temer que nosotros también nos podamos hacer así porque nos lleguemos
a insensibilizar ante las cosas que nos suceden.
Las sombras de la duda y del temor no tienen que sobreponerse sobre
nuestra vida. hemos de saber caminar con seguridad y valentía para enfrentarnos
a todo eso y no se nos apague nunca la luz de la esperanza de que todo puede
ser mejor y lo podremos lograr ni la luz de nuestra fe y nuestro amor que
tienen que darnos fuerza para esa lucha de la vida.
Hoy nos dice Jesús que alejemos los temores de nuestra vida porque
tenemos puesta nuestra confianza en Dios. Nos previene es cierto de ‘la
levadura de los fariseos’, para que no caigamos en una vida llena de falsedad y
de mentira que por verla como tan natural a nuestro lado nosotros nos podamos
contagiar. Otra levadura tiene que alimentar, que hacer fermentar nuestra vida
y que nace del amor que Dios nos tiene que ha de convertirse en nosotros en
respuesta de amor.
En la medida en que nos llenemos de ese amor nuestra vida se ilumina y
podremos además ser rayos y luces de esperanza para los que nos rodean por
nuestro testimonio de amor, de solidaridad, de entrega, de trabajo por los
demás, de búsqueda del bien, de compromiso por hacer que nuestro mundo tenga
más paz y armonía. Son las semillas que nosotros hemos de sembrar, es la buena
levadura que tenemos que llevar a la masa de nuestro mundo para que nuestro
mundo se transforme. Es la alegría esperanzada que tiene que haber en nuestra
vida y de la que tenemos que contagiar a los demás.
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