Aunque el seguimiento de Jesús hoy no siempre es fácil para los cristianos no podemos perder la paz porque el Espíritu de Jesús nos da fortaleza y el don de la perseverancia
Apocalipsis 15,1-4; Sal 97;
Lucas 21,12-19
Ayer escuchábamos a Jesús que nos decía que no perdiéramos la calma,
que no nos dejáramos confundir, hoy además nos dice que con nuestra
perseverancia alcanzaremos la salvación.
Perseverancia… Se conoce como perseverancia a aquel valor que
disponen algunos seres humanos en su actuar y que implica la constancia, la
firmeza y la tesón en la consecución de algo… la perseverancia es aquello que
uno se propone alcanzar y por el cual empleará los medios, las estrategias que
sean necesarias para llegar a tal o cual fin. Así nos dicen los diccionarios de su
significado.
Cuánto necesitamos de la perseverancia en la vida, pronto nos
cansamos, abandonamos el empeño en conseguir algo, tiramos la toalla como se
suele decir. Eso en la consecución de nuestras metas, en el trabajo de cada
día, en nuestro crecimiento como persona, en las cosas buenas que hacemos para
ayudar a los demás, en el camino de nuestra fe. Abarca muchos aspectos de la
vida, nos es necesaria continuamente. También cuando las cosas no son fáciles,
cuando encontramos dificultades, cuando quizá todo se nos pone en contra;
cuando todo marcha bien es fácil simplemente dejarse ir por el impulso, pero
cuando las cosas son difíciles o encontramos oposición es fácil que nos pueda
venir el desánimo.
Jesús nos está hablando de ello hoy cuando nos anuncia que los caminos
de su seguimiento no se nos van a poner fáciles, porque incluso podemos ser
perseguidos. Y nos dice que no temamos, que no nos preocupemos para buscar
palabras para defendernos si nos mantenemos en fidelidad. Su Espíritu estará
con nosotros y nos dará la fuerza que necesitamos. Es necesario despertar
nuestra fe en la presencia del Espíritu porque cuando nos aparecen
contratiempos en nuestra vida cristiana fácilmente nos angustiamos, perdemos
los ánimos y poco menos que queremos escondernos de todo y de todos para no
seguir pasando esos malos momentos.
Es la fortaleza que han sentido los mártires de todos los tiempos. Ya
desde un primer momento en los Hechos de los Apóstoles vemos que aparecen esas
dificultades y persecuciones, pero los apóstoles son capaces de salir contentos
del Sanedrín porque tuvieron el honor de sufrir por Jesús. Tenían muy presentes
en su vida las palabras de Jesús. Siempre recordamos aquellos primeros siglos
del cristianismo con todas las persecuciones originadas en Roma, pero los
mártires son hijos de todos los tiempos.
También en los momentos presentes de la historia se siguen produciendo
esas persecuciones de los cristianos. Y no es solo que en nuestra patria
recordemos a los mártires del siglo XX en aquellos años tan difíciles para
España, sino que hoy en diversos lugares del mundo siguen muriendo cristianos a
causa de su fe. No son noticias que se divulguen mucho por los grandes medios
de comunicación, pero en esas cruentas guerras del Oriente medio – Siria, Irak,
Irán… - que hoy se sufren muchos son los
que han muerto solamente por el hecho de ser cristianos. E igualmente en otros
lugares del mundo. Y esto hemos de saberlo, tenerlo en cuenta, ofrecer nuestra
solidaridad y nuestra oración.
También cada uno de nosotros allí donde vivimos no estamos lejos de
encontrar dificultades semejantes en el desprecio de muchos, en la forma como
en muchos medios se trata de ridiculizar todo el hecho religioso, en la forma
de tratar las cosas de la Iglesia, en los juicios y prejuicios de tantos a todo
lo que suene a religioso, a iglesia o a cristiano. Claro que no podemos olvidar
también tantas cosas que desde el exterior o desde dentro de nosotros mismos
nos quieren arrastrar por otros caminos.
Hemos de ser concientes de ello para no perder la paz, sabiendo que Jesús
nos lo ha anunciado. También nosotros los cristianos hoy tenemos que escuchar
esas palabras de Jesús ‘con vuestra perseverancia salvaréis vuestras alma’.
El Espíritu del Señor está con nosotros y es nuestra fuerza.
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