Busquemos el encuentro profundo con Dios en la sintonía de la oración que será siempre un gozarnos de Dios y de su amor
Gálatas 3,1-5; Sal: Lc
1,69-70.71-72.73-75; Lucas 11,5-13
Los amigos cuando se aprecian de verdad casi no necesitan pedirse el
uno al otro cuando tienen alguna necesidad, porque ese mismo aprecio y amistad
hará que siempre estemos atentos a lo que puede necesitar el amigo y se lo
ofreceremos sin que él nos lo pida. Pero no se manifestará la amistad solamente
en atender necesidades sino que habrá una hermosa sintonía en la que se
sentirán a gusto el uno con el otro, se harán compañía y habrá una hermosa cercanía
entre ambos en cualquier circunstancia que pudieran vivir.
De alguna manera Jesús cuando nos está hablando de la oración está
partiendo en cierto modo de esta experiencia de la amistad, aunque llegará a
algo aun más hondo porque nos hablará de la relación entre padres e hijos. En
uno o en otro caso siempre estaremos atentos el uno al otro y es lo más hermoso
simplemente disfrutarán de esa cercanía, de esa confianza, de ese amor.
Así tendría que ser nuestra oración, que no es solo acudir a Dios
porque nos sentimos necesitados; es ese sentirnos a gusto con Dios porque nos
sentimos amados y nosotros queremos corresponder a ese amor; es ese vivir esa
presencia amorosa de quien nos ama y a quien amamos; es sentir la confianza de
que nunca nos sentiremos solos ni abandonados, es la seguridad que encontramos
en nuestra vida porque sabemos que nunca nos fallará.
Es cierto en la vida buscamos seguridades, queremos tener un apoyo en
ese camino que muchas veces pudiera ser turbulento; lo tenemos, es cierto, en
la amistad y en la convivencia con los seres que apreciamos y que nos hacen
soñar en cosas hermosas; buscamos ese sentirnos fuertes, útiles, con un sentido
para el caminar, nos proponemos objetivos, nos trazamos planes, buscamos
entrenamientos, tenemos nuestros hobbys que son como estímulos para romper
rutinas y vacíos.
Humanamente nos vienen bien todas esas cosas pero muchas de ellas
pueden ser efímeras que un día se desvanecerán; por eso queremos algo más que
nos trascienda, nos abra a horizontes de plenitud, ponga valores trascendentes
en nuestra vida, nos haga soñar con ideales nobles y altos, queremos darle una
espiritualidad que sea la raíz y el cimiento de lo que hacemos y de lo que
vivimos. Eso lo podemos encontrar en Dios, tenemos la certeza de que lo vamos a
encontrar en Dios.
Busquemos a Dios, busquemos un encuentro profundo con Dios. Es la
sintonía de la oración, que es encuentro, que es presencia, que es escucha, que
será también petición, que será siempre gozarnos en el amor, que será también
acción de gracias, que nos hará crecer en nuestra espiritualidad, que nos
llenará del conocimiento de Dios y de Dios mismo, que nos hará unos verdaderos
amantes de Dios.
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