Jesús es ese tesoro escondido que hemos de saber encontrar siendo capaces de darlo todo por seguir su camino
Jeremías 15,10.16-21; Sal 58; Mateo 13,44-46
Todos tenemos prioridades en la vida. Hay cosas que consideramos muy
importantes y por las que estamos dispuestos a darlo todo. Pero entre todas las
cosas que consideramos buenas e importantes siempre habrá una que ocupe el
primer lugar, lo que es la verdadera prioridad. Es importante tener
prioridades, porque es señal de que sabemos o al menos intentamos tener claro
hacia donde vamos. Por esos principios o esos valores seremos capaces de
sacrificarnos, incluso, por conseguirlo. Por ello merece la pena luchar; es una
meta que nos ponemos en la vida.
Podrán ser prioridades de esa meta que nos ponemos en la vida, podrán
ser prioridades en nuestro trabajo o en lo que queremos conseguir en la vida,
aquello en lo que nos desarrollamos como personas, serán prioridades desde el
ámbito de la familia o en el entorno social en donde vivimos; pero creo que
hemos de tratar de buscar, si somos verdaderamente creyentes, lo que serian
esas prioridades desde nuestra, porque en el fondo eso es lo que va darnos un
sentido en la vida y que le darán un tinte, un valor o un sentido a todo eso
que como decíamos queremos conseguir. Es necesario tener una verdadera escala de valores.
Hoy en el evangelio escuchamos dos parábolas de Jesús, el tesoro
escondido o la perla preciosa. En una y en otro caso quien los ha encontrado
será capaz de vender todo lo que tiene por conseguir ese tesoro o por conseguir
esa perla. Y es ahí donde hemos de preguntarnos ¿cual es ese tesoro para
nosotros, cual es esa perla? ¿Tendrá que ver algo el evangelio de Jesús con ese
tesoro o con esa perla?
Aquel hombre de la parábola encontró el tesoro en el campo. En eso de
encontrar me hace recordar aquel momento en que Andrés después de pasar una
tarde y una noche con Jesús, a la mañana siguiente se fue hasta donde su
hermano Simón para decirle ‘hemos encontrado al Mesías’, y se trajo a su
hermano hasta Jesús. Era su tesoro porque el que merecía dejarlo todo como un día
hicieran cuando Jesús les invitó a ser pescadores de hombres, ‘dejaron las
redes y la barca y lo siguieron’.
Es bueno y creo que tenemos que decir necesario que nosotros
encontremos ese tesoro, nos preguntemos si en verdad nuestra fe eso significa
para nosotros. ¿Será en verdad Jesús nuestro tesoro por el que somos capaces de
dejarlo todo para seguir su camino, para vivir su vida? ¿Cuál es la prioridad
que le damos a nuestra fe? Queden ahí esas preguntas que tenemos que hacernos
con sinceridad para que descubramos bien cuál es la sinceridad y autenticidad
con que queremos vivir nuestra vida cristiana, nuestro seguimiento de Jesús.
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