No hay cristiano sin Cristo y no hay vida cristiana auténtica sin Eucaristía
Hechos,
9, 1-20; Sal
116; Juan
6, 52-59
Igual que decimos que no hay cristiano sin Cristo
podemos decir también que no hay vida cristiana auténtica sin Eucaristía.
Cristiano es el que sigue a Cristo, es discípulo de Cristo y todo en el
cristiano siempre tiene que hacer referencia a Cristo; de ahí el hombre de
cristiano. Pero es que además tenemos que decir que para que podamos vivir a
Cristo necesitamos de la Eucaristía donde Cristo mismo se hace nuestro alimento
y nuestra vida. No hay vida cristiana auténtica, pues, sin Eucaristía.
Qué triste que los cristianos llevemos ese nombre pero
nuestra manera de vivir no tenga ninguna relación con Cristo, esté alejada de
lo que es y significa Cristo, porque realmente no nos impregnemos de su
evangelio. Qué triste aquellos cristianos que hasta llegan a decir que para ser
cristiano no necesitan ir a Misa, no necesitan de la Eucaristía, porque ellos
viven su fe a su manera y viven sin alimentarse de Cristo. Es una realidad muy
presente en nuestro entorno y una tentación en la que fácilmente podemos caer.
Hoy nos ha dicho Jesús: ‘Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis
su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre
tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día’. Si no comemos a
Cristo, si no nos alimentamos de Cristo ¿cómo podemos tener la vida de Cristo
en nosotros? Ya sabemos, ser cristiano es vivir la vida de Cristo; pero
eso no es algo que salga así porque sí;
hemos de alimentarnos de Cristo, hemos de impregnarnos de Cristo y de su vida,
por eso ha querido ser alimento, hacerse alimento para nosotros.
Por eso continuará diciéndonos: ‘Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que
come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha
enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí’.
Es tal la profunda unidad que se establece por la comunión con el Cuerpo de
Cristo que El habita en nosotros y nosotros en El. Ya decía san Pablo que su
vivir era Cristo.
Si en verdad amamos a Cristo, y a eso tiene que
llevarnos la fe que tenemos en El, tendríamos que desear profundamente estar
unidos a Cristo. Es lo que quieren vivir los enamorados, que su amor les lleva
no solo a estar juntos sino a vivir profundamente el uno en el otro. Así
nosotros con Cristo. Y esto lo podemos vivir con toda fuerza cuando vivimos la
Eucaristía, cuando comemos a Cristo en la Eucaristía. Por eso, como decíamos,
la vida de un cristiano no tiene sentido sin Cristo, sin la Eucaristía. No
podemos vivir la vida cristiana sin vivir la Eucaristía.
Cuántas conclusiones tendríamos que sacar para nuestra
vida. Qué deseo tan grande tendríamos que tener de vivir la Eucaristía, porque
es vivir a Cristo.
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