El testimonio del amor es el más
auténtico anuncio que hagamos de Jesús resucitado
Hechos,
4, 32-37; Sal
92; Juan
3, 5a. 7b-15
‘Los apóstoles daban
con mucho valor testimonio de la resurrección del Señor’, nos dice el texto sagrado. ¿Cómo
daban testimonio? ¿En qué consistía ese testimonio? Pero al mismo tiempo
tenemos que preguntarnos, y nosotros, ¿damos también testimonio de nuestra fe
en Cristo resucitado? ¿Cómo se ha de manifestar?
Ya hemos venido escuchando cómo hablaban pública y
valientemente de Cristo resucitado. Fue en Pentecostés ante toda la multitud
allí reunida; fue en el templo ante las gentes que se arremolinaban en torno al
paralítico que había sido curado; fue luego ante el Sanedrín cuando los prenden
y lo llevan ante el consejo; y terminarán pasando la noche en la cárcel por esa
causa; cuando luego les prohíban hablar del nombre de Jesús responderán
diciendo que tienen que obedecer a Dios antes que a los hombres.
Pero el testimonio que están dando de Jesús lleva a
algo más; aquella comunidad que va surgiendo entre todos los que aceptando la
palabra de los apóstoles comienzan a creer en Jesús va a dar el testimonio del
amor. Algo nuevo está surgiendo; el evangelio anunciado está despertando una
nueva forma de vivir; es la comunión que desde el amor se va creando entre
todos los creyentes, de manera que ahora desde esa fe en Jesús se sienten uno. ‘En el grupo de los creyentes todos
pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo
propio nada de lo que tenía’. Es la unidad que en el Espíritu va naciendo
entre todos los que creen en Jesús. Y ese va a ser el gran testimonio, el amor.
Se nos presenta el testimonio concreto de Bernabé que vende lo que tiene y pone
el dinero al pie de los apóstoles.
Es el anuncio y el testimonio que nosotros hemos de
dar. Anunciamos a Jesús resucitado con nuestras palabras y con nuestra vida de
amor. Es el testimonio de la Iglesia y es el testimonio de Iglesia, de comunión
que cada uno hemos de dar. No nos valen solo las palabras. Tenemos que convertir
nuestro corazón al amor, a la comunión, al compartir generoso. Será así como
manifestemos que en verdad hemos nacido de nuevo, desde nuestra solidaridad en
el amor. Ese será el verdadero anuncio que hagamos de Jesús frente al mundo que
nos rodea. El testimonio del amor es el más autentico anuncio que hagamos de
Jesús resucitado.
Tenemos el peligro y la tentación de la insolidaridad,
de encerrarnos en nosotros mismos pensando solo en lo nuestro; los problemas,
las carencias que incluso algunas veces nosotros podamos padecer nos pueden
llevar a esa tentación; pensamos primero en resolver nuestros problemas antes
que mirar a nuestro alrededor, pero ese no puede ser el estilo de un cristiano,
de un seguidor de Jesús.
Que en verdad nos llenemos del Espíritu de Cristo
resucitado que siempre nos impulsará al amor, a la generosidad, a la comunión
de los hermanos. Dejémonos conducir por el Espíritu. Tenemos tantas
oportunidades de dar un buen testimonio.
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