Nos ponemos en camino anunciando el Reino y manifestándolo en el amor
Esdras, 9, 5-9; Sal.: Tob. 13, 2-8; Lc. 9, 1-6
‘Se pusieron en
camino… anunciando la Buena Noticia y curando por todas partes’. Lo hemos escuchado en el Evangelio;
ahora mismo en el Evangelio que se nos ha proclamado y lo hemos escuchado
muchas veces. Los discípulos se pusieron en camino; el que es discípulo ha de
ponerse en camino; el que no es capaz de ponerse en camino no está siendo
discípulo de verdad. Ser discípulo es caminar tras los pasos del maestro;
discípulos de Jesús caminamos tras los pasos de Jesús y haciendo lo que hizo
Jesús.
‘Reunió a los Doce y
les dio poder y autoridad… luego los envió a proclamar el Reino de Dios y a
curar a los enfermos’.
Lo que habían ‘recibido gratis, gratis
habían de darlo’ a los demás, nos dirá en otra ocasión Jesús. Jesús nos
llamó a ser sus discípulos y seguirle; nos invitó a participar del Reino de
Dios que anunciaba y constituía y nos regaló su Palabra y su salvación.
De Jesús recibimos vida, luz, gracia porque recibimos
el perdón, nos sentimos redimidos y perdonados de nuestros pecados, nos llena
de vida para hacernos hijos de Dios; con Jesús entramos a formar parte del
Reino de Dios viviendo ya algo nuevo y distinto porque reconocemos que Dios es
el único Señor de nuestra vida y porque entramos en un nuevo estilo y sentido
de relación con los demás; con la fuerza del Espíritu de Jesús que está en
nosotros nos sentimos renovados totalmente, porque alejados del pecado para
siempre queremos vivir la vida de la gracia y de la santidad. Todo esto ha sido
una gran Buena Nueva para nosotros, ha sido Evangelio para nuestra vida.
Pero eso no nos lo podemos quedar para nosotros;
seríamos egoístas lo que estaría muy lejos de ese estilo y sentido de vida
nueva que Jesús nos ha ofrecido y nosotros queremos vivir. Por eso Jesús nos
envía a hacer ese mismo anuncio, para que la esperanza de salvación llegue a
todos los hombres; Jesús nos envía a ir realizando esa misma transformación en
el corazón de todos los hombres, haciendo que el mal se aleje para siempre de
nuestros corazones y de nuestro mundo.
Por eso nos envía, hemos de ponernos en camino. ‘Los envió a proclamar el Reino de Dios y a
curar a los enfermos… les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y
para curar enfermedades… y ellos fueron anunciando la Buena Noticia y curando
por todas partes’. Es la misión que nosotros hemos recibido. Es la tarea
que tiene que realizar todo cristiano. La Buena Noticia de la Salvación no se
la puede quedar para sí, ha de comunicarla, ha de hacer partícipes a todos de
esa salvación. Tenemos el poder y la autoridad de Jesús de nuestra parte.
Lo que vamos a realizar no lo hacemos en nombre
nuestro, o porque a nosotros nos guste, o solo allí donde nos sea fácil. Lo
hacemos en el nombre de Jesús y en todas partes tenemos que hacer presente a
Jesús aunque no siempre nos sea fácil. Tenemos su Espíritu que nos fortalece.
No lo vamos a realizar con nuestros medios o a nuestra manera; no es la fuerza
de los recursos humanos lo que hace el anuncio del Evangelio y lo que va a
convencer a los demás. Es la fuerza de la gracia del Señor que se va a
manifestar incluso en nuestra debilidad.
Por eso lo que se nos pide es disponibilidad para
ponernos en las manos del Señor y con la fuerza del Señor cuando nos vayamos a
poner en camino. Pueden resultar curiosas o extrañas las advertencias que Jesús
les hace a sus enviados de no preocuparse ni por el bastón ni por la alforja,
ni por el dinero o las cosas que podamos necesitar. Dios proveerá. Es el camino
de Dios el que queremos hacer y Dios va con nosotros.
Es su gracia la que va a mover los corazones de los
hombres a la conversión, a nosotros nos queda el anuncio de la Palabra y las
obras del amor y la misericordia. Curar enfermos, nos dice. Cuántas cosas se
encierran en esa palabra. Cuántas son las obras de la misericordia y del amor
que podemos realizar. Serán los signos de la llegada del Reino de Dios; será un
mostrar que el Reino de Dios se está realizando porque comienzan unas actitudes
nuevas en nuestra vida, porque comienza a brillar con nuevo resplandor el amor,
y la solidaridad, y la búsqueda del bien y de la justicia, la paz y la armonía
entre todos porque ya habrán corazones siempre abiertos para acoger a los
demás.
¿Qué nos queda que hacer? Ponernos en camino.
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