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martes, 23 de julio de 2013

quién es mi madre y quienes son mis hermanos

Mateo  12: 46 - 50

46Todavía estaba hablando a la muchedumbre, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera y trataban de hablar con él.
47Alguien le dijo: «¡Oye! ahí fuera están tu madre y tus hermanos que desean hablarte.»
48Pero él respondió al que se lo decía: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?»
49Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos.
50Pues todo el que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.»

¿Quienes son la familia de Jesús? ¿Llegaremos a ser nosotros la familia de Jesús? En esto nos tiene que hacer pensar este evangelio. Alli estaba María, la madre de Jesus; allí estaban, como dice el evangelista en el lenguaje semita, sus hermanos, sus parientes. No los rechaza Jesus, en eso no podemos pensar. Pero no está enseñando que no solo es la carne o la sangre lo que nos une para ser su familia. Podemos ser una nueva familia, tenemos que ser una nueva familia.
Podemos recordar lo que ya al principio del evangelio de san Juan se nos dice que los que aceptan la luz, los que creen de verdad que Jesus es el Hijo de Dios por la fuerza del Espíritu son hechos hijos de Dios. 'A cuantos le recibieron, a todos aquellos que creen en su nombre, les dio poder para ser hijos de Dios. Estos son los que no nacen por via de generación humana, ni porque el hombre lo desee, sino que nacen de Dios'. 
Ahora nos dirá Jesús: 'Estos son mi madre y mis hermanos. Todo el que cumpla la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre'. Es la fe para aceptar la Palabra de Dios. Es la fe que nos lleva a escucharla, pero no de cualquier manera, sino en lo más hondo del corazón; es la fe que nos da fuerza para cumplirla y para vivirla. 
Cumplamos la voluntad de Dios y somos la familia de Dios. Busquemos a Dios; escuchemos su Palabra; descubramos de verdad lo que es su voluntad; realizemos en la vida la Palabra de Dios y llevándola a la práctica y vivencia de cada día, y estaremos siendo la familia de Dios.

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