Unos discípulos que buscaban padrino para hacer carrera en el Reino
Eclesiástico, 36, 1-2.5-6.13-19; Sal. 78; Mc. 10, 32-45
Casi como comentario o como conclusión o compromiso de
este texto del evangelio que acabamos de escuchar voy a comenzar haciéndoles una
petición: que pidan al Señor en sus oraciones por aquellos que llamados por el
Señor tienen alguna responsabilidad en medio del pueblo de Dios, como
sacerdotes, como personas consagradas para que seamos capaces de vivir en el
espíritu de servicio que nos enseña hoy Jesús en el evangelio.
Santiago y Juan habían sido llamados por Jesús,
podíamos decir, que desde la primera hora. Juan lo siguió con Andrés allá junto
al Jordán cuando el Bautista lo señaló como el Cordero de Dios que quita el
pecado del mundo, y un día al pasar Jesús junto a ellos en la orilla del lago
los había llamado para ser pescadores de hombres.
Con Jesús habían estado siempre y a ellos de manera
especial Jesús les explicaba el sentido del Reino de Dios que Jesús anunciaba e
instauraba con su presencia en medio de los hombres. Ellos iban descubriendo en
esa cercanía de Jesús que era el Mesías anunciado, pero eso hizo también que se
despertara en su corazón la ambición humana con deseos de primeros y
principales puestos en el Reino que Jesús anunciaba. De ahí surge la petición. ‘Queremos que nos hagas lo que te vamos a
pedir… concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu
izquierda’.
Jesús les habla de cáliz que significa pasión y
significa entrega hasta la muerte. Conscientes o no del todo ellos están
dispuestos a lo que sea con tal de ocupar aquellos primeros puestos. Pero eso
provocará la reacción del resto de los discípulos. ‘Se indignaron contra Santiago y Juan’. Cuando aparece el
cardo de la ambición la mala semilla enseguida comienza a aparecer también en
los demás.
Fue necesario que
Jesús una vez más les explicara el sentido del Reino y de cuál había de ser la
actitud fundamental de los que le siguieran.
Si ya antes Jesús les había anunciado que subían a
Jerusalén donde ‘el Hijo del Hombre va a
ser entregado a los sumos sacerdotes y a los letrados, lo condenarán a muerte y
lo entregarán a los gentiles, se burlarán de él, lo escupirán, lo azotarán y lo
matarán, y al tercer día resucitará’, ahora les habla y explica que ‘el Hijo del Hombre no ha venido para que le
sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos’. Por eso la
actitud que han de tener no ha de ser la de imitar a los poderosos de este
mundo, sino la del servicio y la del hacerse el último y el esclavo de todos.
Y esto es algo que todos sabemos. Esto es algo que,
quienes hemos recibido una misión en la Iglesia o hemos querido consagrarnos de
manera especial al Señor, lo sabemos muy bien. Pero reconozcamos que nos cuesta
hacerlo. Reconozcamos que algunas veces podamos dar la impresión de todo lo contrario a lo que es el espíritu de
Jesús. Y pudiera ser que por nuestras actitudes, por nuestra manera de actuar
no siempre lo hagamos bien y dejemos mala impresión en quienes nos rodean. Por
eso les decía desde el principio de esta reflexión que recen al Señor para que
seamos capaces de vivir en este espíritu y estilo de Jesús y nuestras vidas no
sean nunca un contra testimonio.
Quienes nos rodean, sobre todo los que no terminan de
entender lo que es el sentido de la Iglesia y lo que verdaderamente tendríamos
que ser los pastores del pueblo de Dios, algunas veces nos juzgan según sus
criterios humanos o políticos y me da miedo que nosotros por la manera que
actuemos le demos pie a ello. Hace unos días una persona alejada de la fe de la
Iglesia me decía y comentaba, refiriéndose a un sacerdote que había asumido un
servicio de gran responsabilidad en la Iglesia, qué padrinos tendría esa
persona para llegar a ese cargo. Es doloroso que demos esa impresión. Me ha
hecho reflexionar en todo esto el evangelio proclamado porque parece que
Santiago y Juan buscaban padrino para hacer carrera en el Reino anunciado por
Jesús.
Por eso rezad por nosotros para que no nos dejemos
encandilar por esas carreras mundanas y las llevemos al seno de la Iglesia.
Recen por nosotros para que resplandezcamos de verdad por ese nuestro espíritu
de servicio al estilo de Jesús. El Papa Francisco nos está dando hermosos
ejemplos en el poco tiempo que lleva de su pontificado y además nos habla muy
claramente en este sentido. Que como Jesús nuestros sentido sea, no el ser
servidos, sino el hacernos servidores de los demás, porque es así como tenemos
que ejercer nuestro ministerio pastoral en el estilo de Jesús.
No hay comentarios:
Publicar un comentario