Como aquellas comunidades tengamos
interés y sintamos como propia toda la actividad y vida de la Iglesia
Hechos, 14, 18-27; Sal. 144; Jn. 14m 27-31
‘Se embarcaron para
Antioquía, de donde los habían enviado con la gracia de Dios, a la misión que
acababan de cumplir’.
Recordamos cómo estando la comunidad en oración en Antioquía Saulo y Bernabé
fueron escogidos por el Espíritu para una misión que se les iba a confiar. Con
esa fuerza del Espíritu habían recorrido grandes territorios anunciando la
Palabra de Dios.
El texto que hoy escuchamos es el final de ese viaje
que nos resume la actividad que iban realizando. ‘En cada Iglesia designaban presbíteros, oraban, ayunaban y los
encomendaban al Señor en quien habían creído’. Ahora ‘al llegar a Antioquía, reunieron a la comunidad, les contaron lo que
Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles la
puerta de la fe’.
Hay varios aspectos que convendría destacar. La tarea
no fue fácil; el recorrido fue largo y en no todos los lugares tuvieron la
misma acogida y aceptación. No faltaron las persecuciones como Jesús lo había
anunciado, y ya habíamos contemplado al principio de los Hechos de los
Apóstoles. En Iconio habían intentado ya apedrear a Pablo y Bernabé y se habían
marchado a Listra y Derbe. En principio habían sido bien aceptados pero
llegaron judíos de Antioquía de Pisidia y de Iconio y soliviantaron a la gente
de manera que apedrearon a Pablo y lo arrastraron fuera de la ciudad.
Pero el apóstol continúa con su misión en su fidelidad
al encargo recibido del Señor. Es como lo vemos completar el recorrido y van
dejando fortalecidas aquellas incipientes comunidades de creyentes. ‘Se habían abierto a los gentiles las
puertas de la fe’, dirían más tarde. Todo terminan compartiéndolo con la comunidad
de donde habían partido ‘con la gracia
del Señor’.
Alguien podría pensar - y algunas veces uno lo ha
escuchado - qué nos puede interesar todos esos recorridos y esas peripecias de
los apóstoles recorriendo esos caminos de anuncio del Evangelio. Son historias
pasadas, escuchamos en ocasiones decir algunos. Historias pasadas, respondemos,
que tienen su actualización en el día a día del anuncio del Evangelio hoy.
Pero ¿en verdad hoy nuestras comunidades están
interesadas por las tareas de la evangelización que la Iglesia va haciendo por
todas partes? Hemos de reconocer, es la tarea de la Iglesia, es nuestra tarea.
Realizada por nuestros misioneros, nuestros sacerdotes, la gente comprometida
en el apostolado en distintos movimientos dentro de la Iglesia, pero hemos de
sentir que es la tarea de todos y a todos tendría que afectarnos.
Tendríamos que mostrar más interés por lo que sucede en
nuestra iglesia, y no solo para criticarla si hay cosas que no nos gustan o
alguien hace algo mal. Es interés por todo lo que realiza la Iglesia, y
deberíamos tener más conocimiento de lo que se hacen en nuestras parroquias, o
en las comunidades cristianas de nuestro entorno, como en todo el ámbito de la
Iglesia.
Nos hablaban hoy los Hechos de los Apóstoles de la
persecución que en este caso sufrió Pablo al ser apedreado, pero ¿somos
conscientes de tantos cristianos que en tantos lugares de nuestro hoy, en
nuestro siglo, siguen sufriendo persecución? En muchos lugares no se deja
predicar el evangelio, hablar de Jesús, o se queman nuestras Iglesias o se mira
mal las actividades de los cristianos, pero seguimos quizá sin enterarnos o no
le damos importancia, o son noticias que no salen nunca en las primeras páginas
de los medios de comunicación.
Que se despierte nuestro amor a la Iglesia; que
busquemos la manera de tener conocimiento de todo lo que es la vida de la
Iglesia. Que con nuestra oración seamos esa comunidad que está detrás apoyando
toda esa inmensa labor que realiza la Iglesia en tantos ámbitos tan diversos también.
Oremos por la Iglesia.
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