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martes, 30 de abril de 2013


Como aquellas comunidades tengamos interés y sintamos como propia toda la actividad y vida de la Iglesia

Hechos, 14, 18-27; Sal. 144; Jn. 14m 27-31
‘Se embarcaron para Antioquía, de donde los habían enviado con la gracia de Dios, a la misión que acababan de cumplir’. Recordamos cómo estando la comunidad en oración en Antioquía Saulo y Bernabé fueron escogidos por el Espíritu para una misión que se les iba a confiar. Con esa fuerza del Espíritu habían recorrido grandes territorios anunciando la Palabra de Dios.
El texto que hoy escuchamos es el final de ese viaje que nos resume la actividad que iban realizando. ‘En cada Iglesia designaban presbíteros, oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor en quien habían creído’. Ahora ‘al llegar a Antioquía, reunieron a la comunidad, les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe’.
Hay varios aspectos que convendría destacar. La tarea no fue fácil; el recorrido fue largo y en no todos los lugares tuvieron la misma acogida y aceptación. No faltaron las persecuciones como Jesús lo había anunciado, y ya habíamos contemplado al principio de los Hechos de los Apóstoles. En Iconio habían intentado ya apedrear a Pablo y Bernabé y se habían marchado a Listra y Derbe. En principio habían sido bien aceptados pero llegaron judíos de Antioquía de Pisidia y de Iconio y soliviantaron a la gente de manera que apedrearon a Pablo y lo arrastraron fuera de la ciudad.
Pero el apóstol continúa con su misión en su fidelidad al encargo recibido del Señor. Es como lo vemos completar el recorrido y van dejando fortalecidas aquellas incipientes comunidades de creyentes. ‘Se habían abierto a los gentiles las puertas de la fe’, dirían más tarde. Todo terminan compartiéndolo con la comunidad de donde habían partido ‘con la gracia del Señor’.
Alguien podría pensar - y algunas veces uno lo ha escuchado - qué nos puede interesar todos esos recorridos y esas peripecias de los apóstoles recorriendo esos caminos de anuncio del Evangelio. Son historias pasadas, escuchamos en ocasiones decir algunos. Historias pasadas, respondemos, que tienen su actualización en el día a día del anuncio del Evangelio hoy.
Pero ¿en verdad hoy nuestras comunidades están interesadas por las tareas de la evangelización que la Iglesia va haciendo por todas partes? Hemos de reconocer, es la tarea de la Iglesia, es nuestra tarea. Realizada por nuestros misioneros, nuestros sacerdotes, la gente comprometida en el apostolado en distintos movimientos dentro de la Iglesia, pero hemos de sentir que es la tarea de todos y a todos tendría que afectarnos.
Tendríamos que mostrar más interés por lo que sucede en nuestra iglesia, y no solo para criticarla si hay cosas que no nos gustan o alguien hace algo mal. Es interés por todo lo que realiza la Iglesia, y deberíamos tener más conocimiento de lo que se hacen en nuestras parroquias, o en las comunidades cristianas de nuestro entorno, como en todo el ámbito de la Iglesia.
Nos hablaban hoy los Hechos de los Apóstoles de la persecución que en este caso sufrió Pablo al ser apedreado, pero ¿somos conscientes de tantos cristianos que en tantos lugares de nuestro hoy, en nuestro siglo, siguen sufriendo persecución? En muchos lugares no se deja predicar el evangelio, hablar de Jesús, o se queman nuestras Iglesias o se mira mal las actividades de los cristianos, pero seguimos quizá sin enterarnos o no le damos importancia, o son noticias que no salen nunca en las primeras páginas de los medios de comunicación.
Que se despierte nuestro amor a la Iglesia; que busquemos la manera de tener conocimiento de todo lo que es la vida de la Iglesia. Que con nuestra oración seamos esa comunidad que está detrás apoyando toda esa inmensa labor que realiza la Iglesia en tantos ámbitos tan diversos también. Oremos por la Iglesia.

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