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martes, 26 de febrero de 2013


Una auténtica actitud de servicio es la verdadera grandeza del hombre

Is. 1, 10.16-20; Sal. 49; Mt. 23, 1-12
¿Donde buscamos y encontramos la autentica grandeza del hombre, de la persona? Creo que es una pregunta importante que nos hacemos o que tenemos que hacernos. El ser humano siempre de una forma o de otra se pregunta por el sentido y el valor de su vida. Muchas veces podemos encontrarnos envueltos en una marea inmensa o diversa de respuestas o eso al menos es lo que podemos percibir en nuestro entorno, si nos fijamos en por qué luchan las personas, que es lo que buscan en la vida para ser feliz, o qué es lo que realmente les hace realizarse como personas. De lo que encontremos o de lo que decidamos va a depender el sentido que le demos a nuestra vida.
Desde la fe que tenemos en Jesús el evangelio es para nosotros una luz grande que nos ayuda en nuestra búsqueda. Es más, tendríamos que reconocer que si somos cristianos, si nos llamamos personas creyentes y seguidores de Jesús es porque precisamente ahí en el evangelio, en Jesús hemos encontrado esa respuesta.
Es bueno que reflexionemos sobre ello, y este tiempo de Cuaresma es un tiempo propicio para reflexionar y darle verdadera hondura a nuestra vida. Este tiempo de Cuaresma con todo lo que la Iglesia en su liturgia nos va ofreciendo va iluminando nuestra vida y nos va ayudando a que conociendo más y más a Jesús y su evangelio ahondemos en esas cuestiones que son fundamentales para nuestro ser cristiano, para que nos llamemos cristianos pero con toda autenticidad.
El evangelio que hemos escuchado nos ayuda a que vayamos a lo más hondo de nosotros mismos y no basemos nuestra vida en meras apariencias. Jesús critica y denuncia la actitud que contemplaba en aquellos fariseos que lo que les gustaba era aparentar externamente incluso en sus actitudes o en sus prácticas religiosas dejando luego en el interior un vacío muy grande. ‘Alargan filacterias  y ensanchan las franjas de sus mantos, les gustan los primeros puestos y los asientos de honor, o que les hagan reverencias por la calle y la gente los llame maestro’.
Por eso Jesús nos enseña a no buscar honores ni reconocimientos, a no buscar títulos ni grandezas humanas que se quedan en oropeles y ya sabemos que los oropeles no son oro de verdad, sino solamente un brillo externo. No quiere Jesús que ni nos llamen maestros ni jefes. El magisterio de la persona o la autoridad no está en un nombre que pongamos o un título que demos, sino en lo que en verdad reflejamos en la vida. Y si lo reflejamos porque es lo que realmente vivimos no hace falta hacer alardes, porque lo bueno se ve por sí mismo. Y cuánto nos gustan a nosotros los reconocimientos y los títulos.
¿Dónde ha de estar nuestra grandeza y nuestra verdadera autoridad como personas? En la actitud de servicio con que caminemos por la vida. El que vive en actitud de servicio  va siempre por la vida con el corazón abierto para los demás. El que vive una auténtica actitud de servicio siempre tendrá una mirada limpia, pero será siempre la mirada del amor. El que vive en una actitud de servicio siempre estará buscando lo bueno y lo que querrá es la felicidad de todos los  hombres, de toda persona. El que vive en una actitud de servicio nunca será arrogante ni fanfarrón, sino que sabrá ser humilde y sencillo porque lo que busca siempre es lo bueno, el bien que pueda hacer a los demás. ‘El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido’.
Ahí está la verdadera grandeza. Quien vive de esta manera será la persona más feliz y más realizada del mundo, será la que verdaderamente es respetada y valorada por todos los que le rodean sin que él lo ande buscando. Cómo necesitamos aprender a vivir así. Y esto a nivel individual como esto tendría que ser lo que se viva como comunidad creyente y como Iglesia. Hemos de ser en verdad una iglesia pobre y sencilla, una iglesia servidora y despojada de todo tipo de oropel para que en verdad seamos signos del evangelio de Jesús en medio del mundo. 

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