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domingo, 5 de junio de 2011

La Ascensión del Señor nos pone en camino

Hechos, 1, 1-11;

Sal. 46;

Ef. 1, 17-23;

Mt. 28, 16-20

Comienzo por decir la Ascensión del Señor nos pone en camino. ‘Id al mundo entero…’ nos dice Jesús. Es el mandato que Jesús nos deja en su Ascensión.

Con gozo, con alegria grande celebramos esta solemnidad. Nuestros dichos y refranes decían que es un día que brilla más que el sol. No es para menos. Seguimos celebrando a Cristo resucitado, seguimos celebrando la Pascua. Y llegamos a este día donde se manifiesta el triunfo y la glorificación al ser llevado Jesús al cielo y contemplarlo sentado a la derecha del Padre.

Así lo confesamos en el credo. ‘Y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre’. Así lo proclamaba el apóstol en la carta a los Efesios. ‘Que el Señor ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis… cuál es la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, y dominación, y por encima de todo nombre conocido…

Es un día de gloria y aclamamos al Señor. ‘Dios asciende entre aclamaciones, el Señor al son de trompetas’, hemos cantado en el salmo. ‘Cristo Jesús, constituido Señor del cielo y de la tierra… el rey de la gloria, vencedor del pecado y de la muerte ha ascendido a lo más alto del cielo como mediador entre Dios y los hombres, como juez de vivos y muertos’. Así lo proclamamos hoy con la liturgia.

Como nos decía el relato de los Hechos ‘se les apareció después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del Reino de Dios’. Pero ahora en este momento solemne, según nos cuenta Mateo habían ido a Galilea como les había mandado decir a través de las mujeres – ‘id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea, allí me verán’ -, allí donde se había desarrollado casi toda la actividad apostólica de Jesús, les da su mandato de ir a anunciar la Buena Nueva a toda la creación.

‘Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado’. Jesús nos pone en camino. ‘Id a todos los pueblos…’ La Ascensión de Jesús al cielo nos pone en camino porque la obra salvadora no es para nosotros solos, sino que a todos los hombres ha de llegar la salvación.

‘Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo, volverá como le habéis visto marcharse’. No se ha ido para desentederse de nosotros. Ha prometido que estará con nosotros siempre. ‘Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo’. Nos ha prometido su Espíritu que vendrá con su fuerza para que seamos sus testigos ‘hasta los confines del mundo’. Lo vamos a celebrar el próximo domingo y ya hemos venido meditando mucho todo el anuncio que Jesús nos ha venido haciendo.

Nos gustaría quedarnos extasiados contemplando la gloria de Dios, contemplando para siempre a Jesús glorificado, sentado a la derecha del Padre; Pedro en el Tabor también quería quedarse allí para siempre y estaba dispuesto a hacer tres tiendas. Pero había que bajar del Tabor, hay que volver del monte de la Ascensión, hay que ir a la Galilea de nuestro mundo porque la misión de Jesús tiene que continuar y esa es nuestra tarea. Por eso, como decíamos, la Ascensión nos pone en camino.

Poneos en camino. Jesús confía en nosotros y a nosotros nos confía su misión. No nos podemos quedar estáticos cuando hay tanta tarea que realizar. El mundo anda en tinieblas y nosotros que tenemos la luz hemos de ir a llevársela. El mundo está necesitado de salvación y nosotros que sabemos donde está la salvación tenemos que ir a anunciarla. Al mundo le falta vida y nosotros sabemos bien quien es la resurrección y la vida y tenemos que llevar esa Buena Noticia. Nos llenaremos de su Espíritu, nos sentiremos inundados por la presencia de Jesús y vamos a llevar el mensaje. Las buenas noticias no se pueden callar ni ocultar. Y nuestro mundo necesita esa buena noticia.

Celebramos hoy con gozo, con toda solemnidad esta fiesta de la Ascensión; nos impregnamos de la Palabra y de la presencia de Jesús; cantamos la gloria del Señor sin cansarnos, pero no olvidemos que no nos podemos quedar encerrados en nosotros mismos o con esa Buena Noticia como si fuera para nosotros solos. Nos hemos encerrado muchas veces los cristianos en nuestras iglesias y hemos olvidado que tenemos que ir haciendo Iglesia por todas partes, porque a todos tenemos que llamar a la fe en Jesús y a ser Iglesia.

La fe que tenemos en Jesús tiene que ser una fe conprometida. Comprometida y comprometedora porque nos obliga primera que nada a que cada día seamos más santos. Pero comprometida y comprometedora porque nos obliga a ir a llevar esa buena noticia a los demás. Tenemos que sembrar evangelio; tenemos que hacer un mundo nuevo desde la gracia salvadora de Jesús; tenemos que llenar nuestro mundo de amor, de paz, de esperanza, de verdad. Cuánto bueno podemos hacer, cuánto bueno tenemos que hacer.

Si no llevamos esa luz nuestro mundo seguirá a oscuras; si no sembramos amor y paz seguiremos odiándonos y enfrentándonos unos a otros, llenándonos de violencia y de injusticia, destruyéndonos a nosotros y destruyendo ese mundo que Dios ha puesto en nuestras manos. Jesús cuando caminaba los caminos de Palestina iba sanando, curando, resucitando y dando vida, poniendo esperanza en los corazones, despertando a los hombres y mujeres para metas e ideales altos y grandes.

Es la tarea que nosotros tenemos que continuar, que seguir haciendo. Poner vida, sanar, llenar de esperanza, despertar los corazones es nuestra tarea. Tarea que realizaremos allí donde estemos, con el que convive con nosotros o está a nuestro lado por las distintas circunstancias de la vida, familia, lugar de convivencia, lugar de trabajo, relaciones sociales, etc…

Y si podemos llegar más allá, tampoco podemos quedarnos cruzados de brazos. Este día de la Ascensión del Señor se celebra una jornada de las comunicaciones sociales, pensando también en todo ese mundo de comunicación que tenemos que aprovechar para llevar la semilla del evangelio a todos, como pueda ser estos nuevos medios de las redes sociales de internet, como lo intentamos hacer por este medio en el que estás leyendo esta reflexión.

Debería de notarse después de esta celebración de la Ascensión del Señor que somos un poquito mejores, y que hacemos un poquito mejor el mundo que nos rodea porque nos hayamos comprometido de verdad a sembrar esas semillas del Reino. Es nuestro compromiso y nuestras urgencia.

No lo olvidemos la Ascesión del Señor nos pone en camino.

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