Como Cristóbal seamos portadores de Cristo y de su luz
Porque hoy se celebra en la ciudad de san Cristóbal de La Laguna el aniversario de la fundación de la ciudad por los castellanos una vez concluida la conquista de la isla, es por lo que hoy en la ciudad celebramos esta fiesta de san Cristóbal, que litúrgicamente se hubiera de haber celebrado el pasado día 10 de julio. El nombre de la ciudad va unida a san Cristóbal y en la ciudad lo celebramos con solemnidad, siendo además que es el titular de nuestra Diócesis cuyo nombre es Diócesis de san Cristóbal de La Laguna.
La vida y martirio de san Cristóbal a mediados del siglo tercero de nuestra era cristiana está muy rodeado de historias que parecen leyendas. Vamos a fijarnos más bien en su iconografía y en su nombre, porque de ahí podemos deducir muchas cosas para nuestra vida de seguimiento de Jesús.
Cristóbal o Cristóforo significa ‘portador de Cristo’. Hace referencia ello a una de esas historias que se cuentan de su vida. Y así se nos representa en la iconografía sagrada. Hombre fuerte y robusto que había dedicado su vida a las milicias terrestres por la providencia divina se encuentra con alguien que le ayuda a caminar hacia la luz de Cristo. En esa búsqueda viviendo en austeridad y penitencia se dedicó a trasportar sobre sus robustos hombros a quienes habían de vadear un río caudaloso y peligroso para el que no había un fácil paso.
Es así cómo llevando sobre los hombros a un niño que quería atravesar el río, la carga se hace mas pesada, las aguas del río se vuelven más peligrosas y sólo con la ayuda del niño que transportaba pudo terminar a salvo su recorrido. Aquel Niño era Jesús que así se le manifestaba y que le movería a abrazar plenamente la fe cristiana recibiendo el bautismo. De ahí su nombre que cambió de Relicto que era su antiguo nombre a Cristóbal, portador de Cristo. A partir de entonces se convertiría en celoso predicador del nombre de Jesús hasta llegar a dar su vida en el martirio en una de las persecuciones de los antiguos emperadores romanos.
‘De cuatro maneras —dice un escritor tan leído como es Tihamer Toth— llevó Cristóbal a Cristo: sobre sus hombros; en los labios, por la confesión y predicación de su nombre; en el corazón, por el amor; y en todo el cuerpo, por el martirio’.
Creo que podemos deducir un buen mensaje para nuestra vida. Que nosotros seamos también Cristóbal, o sea, que nosotros seamos también portadores de Cristo, cuando sepamos acoger en el amor a los hermanos, cuando sepamos compartir, ayudar, amar en una palabra a todo hermano que está a nuestro lado o nos sale al paso de nuestra vida. Cuántas oportunidades tenemos en el servicio de amor que podemos prestar cada día.
Pero que lo llevemos también en nuestros labios porque anunciemos el nombre de Cristo como única luz y como única salvación. A nuestro mundo convulso con tantas cosas que ponen en crisis nuestra vida, nuestros principios y nuestros valores, anunciemos al que es la única verdad de nuestra vida. Sólo en Jesús encontramos la verdadera sabiduría; sólo en Jesús encontramos la auténtica salvación; sólo Jesús es el verdadero camino que nos lleva a la más auténtica felicidad: sólo Jesús es la Vida que va a llevarnos a la plenitud, va a llenarnos de plenitud.
Algunas veces parece que andamos acobardados en la vida, como si no nos sintiéramos seguros de nuestra fe y de lo que es el auténtico sentido de nuestra vida que encontramos en Jesús. Pidamos ese Espíritu de fortaleza, de valentía, de sabiduría para dar en todo momento ese valiente testimonio de nuestra fe que tenemos que dar ante los ojos del mundo que podrá rechazarnos, pero que sabemos bien que necesita una luz; y nosotros podemos ofrecerle esa luz, porque nosotros podemos ofrecerle a Cristo.
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