Filp. 3, 3-8
Sal. 104
Lc. 15, 1-10
¿Es Cristo para mí una ganancia? Tendría que explicarme quizá con esa pregunta. Cuando pensamos en ganancias fácilmente nos viene a la mente lo económico, los prestigios humanos, las cosas importantes que logremos en la vida y cosas por el estilo en ese orden material o mundano. Por ser cristiano, seguidor de Cristo no voy a obtener una ganancia económica, porque no sigo a Cristo pensando en ello. Ni tampoco lo puedo mirar como una forma de escalar puestos en la vida o prestigios de orden social.
Algunos de nuestro alrededor no entenderán muchas veces mis actitudes fundamentales o mis comportamientos cuando actúo movido por la fe y el evangelio. Y bien sabemos que en la sociedad de nuestro entorno algunas veces se quiere desterrar todo lo que suene a religioso o cristiano. Ya leí en alguna noticia que lo de la Navidad en alguna población quieren cambiarle el nombre por otro que no tenga ninguna connotación ni cristiana ni religiosa.
Pero sigue siendo válida la pregunta. ¿Es Cristo para mi una ganancia? Tendría que ser que sí en la medida en que la fe en Jesús sea para mí importante, en la medida que el conocimiento de Dios sea algo fundamental en mi vida. Pero estoy diciendo importante y fundamental. No mirar la fe como un barniz que pongo sobre mi vida pero que no afecto a lo hondo de mi ser; no mirar el ser cristiano como un vestido que me pongo o me quito según conveniencias.
San Pablo nos ha hablado hoy en su carta de que ‘nosotros servimos a Dios desde dentro, y que ponemos nuestra gloria en Cristo Jesús, sin confiar en lo exterior’. Pablo comenta que él podía hacer gala de muchos títulos o cosas vividas en su vida en otro momento para hacer comparación con otras personas y no quedar por menos. ‘Circuncidado a los ocho días... israelita de toda la vida de la tribu de Benjamín, fariseo... irreprochable en lo que toca a cumplir la ley judía...’ Pero ahora nos dice: ‘Todo eso que era para mí ganancia, lo consideré pérdida comparado con Cristo... todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor... todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo’.
Pablo era bien considerado en el mundo judío. Y ahí nos dice cómo y lo que hacía. Pero su encuentro con Jesús desmontó todas esas cosas, y desde ese momento Cristo fue su única ganancia y su única riqueza. Por Cristo él se dará totalmente. Por el anuncio del evangelio tendrá que sufrir privaciones y muchas calamidades como recordará en otra de sus cartas. ‘Sufro hasta llevar cadenas’, dirá en alguna ocasión. Para él su vida es Cristo.
Creo que nos está diciendo mucho san Pablo de la importancia que hemos de darle a nuestra fe en Jesús. Cómo cada día más hemos de querer conocerle mejor, llenarnos de vida, seguir su camino, convertirlo de verdad en el centro y la riqueza de nuestra existencia. Aunque eso nos llevara a incomprensiones del mundo que nos rodea. Pero no hace tanto tiempo que hemos escuchado en las bienaventuranzas de Jesús ‘dichosos si os insultan y calumnian de cualquier modo por mi causa... vuestra recompensa será grande en el reino de los cielos’.
Busquemos a Cristo como la perla preciosa de nuestra vida. ‘Que se alegren los que buscan al Señor’, dijimos en el salmo. Dejémonos encontrar por Cristo, que siempre viene en nuestra búsqueda para ofrecernos su gracia, su perdón, su amor, su vida. Hoy en el evangelio hemos visto cómo busca la oveja perdida, o a la manera de la mujer que revuelve todo para encontrar la joya que se le había extraviado. Así es el amor que el Señor nos tiene. Así tiene que ser nuestro amor y cómo nosotros hemos de darlo todo por seguirle.
Dios es un tesoro incalculable e infinito!!
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