Vigilancia, responsabilidad, atención, servicio
Ef. 3, 2-12
Salmo: Is 12, 2-6
Lc. 12. 39-48
‘Sacaréis agua con gozo de las fuentes de la salvación’, hemos dicho con el salmo responsorial. ¿Dónde encontramos esa fuente de Salvación? Tenemos que decir que en Cristo. El es la fuente de la Sabiduría, la fuente de la vida, la fuente de la salvación. ‘Anunciar a los gentiles la riqueza insondable que es Cristo’, decía san Pablo en la carta a los Efesios.
‘Misterio de Cristo... que ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas’. Misterio de Cristo que no sólo nos revela el misterio de Dios, sino que nos revela también el misterio del hombre, el sentido del hombre, lo que tiene que ser la vida del hombre.
Ante la escucha del Evangelio que hoy nos ha sido proclamado quizá tendríamos que preguntarnos. ¿En qué sentido nos tomamos la vida? De diferentes maneras en el Evangelio y en distintos momentos Jesús nos habla de la responsabilidad y de la seriedad con que hemos de tomarnos la vida. Nos propone por ejemplo la parábola de los talentos que tantas veces hemos escuchado y reflexionado del que se fue de viaje y dejó diferentes talentos a sus empleados para que los negociaran y sacaran rendimiento; o la parábola que hemos escuchado hace pocos domingos del viñador que tras preparar su viña la confió a unos labradores para que la trabajaran.
En el evangelio escuchado ayer y hoy nos habla del servidor que espera la vuelta de su amo a casa: ‘Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas; vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle, apenas venga y llame’. O nos habla del dueño de casa vigilante para que el ladrón no le entre a robar: ‘Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete’. O del administrador fiel y solícito que ha de cuidar de los bienes de su amo y del cuidado de sus cosas: ‘¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas?’ Y nos advierte: ‘Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre’.
Vigilancia, responsabilidad, atención, servicio. Es un don que Dios ha puesto en nuestras manos a nuestro cuidado. Con responsabilidad hemos de aceptar ese don que Dios nos ha dado, que es nuestra vida con todos los talentos y cualidades que le acompañan. Vigilancia para no perder ese don, para no dañarlo. Atentos y responsables para el desarrollo de todos esos talentos, de todas esas cualidades de las que Dios me dotó. Atentos porque además no es un don sólo para nosotros mismos, sino que tiene que redundar también en beneficio de los demás, de ese mundo y de esa sociedad en la que vivimos, porque nunca podemos vivir encerrados en nosotros mismos.
Ese don de la vida que no sólo es nuestra vida humana, sino que también es esa vida divina de la gracia que nos regaló desde nuestro Bautismo gracias a la muerte de Jesucristo. Y ¡cómo hemos de cuidar esa vida de gracia! ¡Cómo hemos de protegerla, porque como nos dice san Pedro en sus cartas, el maligno, como león rugiente, está rondando para hacernos perecer!
Hoy termina diciéndonos Jesús en el Evangelio: ‘Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá’. Vigilancia, pues, responsabilidad, atención, servicio. Y siempre dando gracias a Dios por cuánto nos ha dado.
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