Vistas de página en total

sábado, 20 de diciembre de 2025

Como María hemos de sentirnos agraciados de que Dios quiere contar con nosotros para seguir haciéndose presente en nuestro mundo

 


Como María hemos de sentirnos agraciados de que Dios quiere contar con nosotros para seguir haciéndose presente en nuestro mundo

Isaías 7, 10-14; Salmo 23; Lucas 1, 26-38;

Ya me las arreglo yo. Lo habremos dicho en más de una ocasión en que alguien se ha ofrecido a ayudarnos a realizar aquel trabajo, a sacar adelante aquel proyecto en el que hemos puesto mucha ilusión, pero queremos hacerlo por nosotros mismos, mostrar que somos capaces y podemos, ¿quizás no queremos estar agradecidos porque otros nos echaron una mano y pudimos sacarlo adelante? Tengo un amigo que siempre anda agobiado por todo el trabajo que tiene; es cierto que es un trabajo fruto de sus ideas y su ingenio, pero sería un trabajo en que echar mano de otras personas que realicen su parte y entre todos, en equipo, podrían incluso sacarlo mejor adelante. Pero quiere hacerlo él porque piensa que al fin todo luego tiene que pasar por su supervisión. Y no hay manera. Pero sucede en muchas cosas y aspectos de la vida y a muchas personas.

Por lo que hoy escuchamos en el evangelio parece que Dios no quiere trabajar de esa manera en solitario. Quiere contar con nosotros, quiere contar con esa humanidad que ha creado y por la que lo está haciendo todo cuando nos ofrece un camino de salvación.

¿No es eso lo que realmente estamos escuchando en el evangelio hoy? Dios, que desde siempre había prometido un salvador, promesa repetida a través de los profetas – colaboradores de Dios, también tendríamos que decir - a lo largo de todos los tiempos cuando llega el momento de la plenitud de los tiempos quiere contar con María. Lo hemos escuchado hoy en el evangelio, el ángel del Señor viene de parte de Dios, podíamos decir, que a pedir el consentimiento de María.

Nos conocemos más que bien el diálogo pues es un pasaje del evangelio escuchado un millón de veces. Viene el Ángel del Señor a ofrecerle a María el plan de Dios. Dios se ha fijado en ella, quiere contar con ella para encarnarse en sus entrañas. Aun con las ansias de todo buen judío de la pronta venida del Mesías – esa era su súplica constante – pareciera que a María se le trastocan todos sus planes. María medita, considera, duda y pregunta, pero María se siente en las manos de Dios. Se siente superada en todos los sentidos por el Misterio que siente que la inunda. Luego cantará en su acción de gracias que el ‘poderoso se ha fijado en la pequeñez de su esclava y ha realizado obras grandes’, pero María dirá sí al plan de Dios. ‘Aquí está la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra’, responderá finalmente al ángel.

Estamos escuchando y meditando este evangelio ya en la cercanía de la Navidad. Poder celebrar la Navidad del Señor es una gracia de Dios, es un regalo del Señor. Tenemos que sentirnos agraciados, como María se sentía agraciada porque Dios había puesto sus ojos en ella. ‘Has hallado gracia ante Dios’, le dice el ángel. Igualmente nosotros tenemos que decir, porque Navidad significa que Dios sigue pensando en nosotros que en nosotros quiere hacerse presente. Ya nos dirá el evangelio en otro lugar que ‘tanto amó Dios al mundo que nos entregó a su Hijo Unigénito’. Es el amor que Dios nos sigue teniendo y al que hemos de corresponder, es la gracia que Dios quiere tener con nosotros por la que en verdad tendríamos que sentirnos más agradecidos.

Pensar en todo esto nos tiene que hacer reflexionar sobre nuestra manera de celebrar la Navidad. Porque cuidado que celebremos navidad pero sin Navidad; celebremos navidad porque nos metamos en ese ambiente de fiesta, de luces, de adornos, de fiestas pero realmente no estemos dejando a Dios hacerse presente en nuestra vida. ¿Cuántas veces celebramos una fiesta de navidad muy familiar y de mucha alegría pero en ningún momento hemos tenido un tiempo para considerar el misterio que estamos celebrando? Nos hace mucha más gracias la llegada del papá Noel con sus regalos, que el Dios que viene a morar en nosotros y con nosotros dándonos el mejor regalo de su amor.

¿En verdad nos sentiremos agraciados de Dios al celebrar Navidad, más llenos de la gracia de Dios para hacerlo más presente en nuestra vida y nuestro mundo? Habría que ponerse a pensar. De muchas maneras querrá hacerse presente en nuestra vida, dejémonos sorprender porque nos podrá llegar de la forma que menos pensemos. Y no olvidemos que Dios quiere contar con nosotros y en nosotros realizará cosas grandes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario