Abramos
los ojos de nuestra fe para saber descubrir la acción de Dios en nosotros y
para bien de nuestro mundo porque a través nuestro, hará llegar también esa luz
a todos
Jueces 13, 2-7. 24-25ª; Salmo 70; Lucas 1,
5-25
Dios va poniendo hitos, acontecimientos
en nuestra vida que nos sorprenden pero ante los cuales hemos de saber tener la
humildad para dejarnos sorprender en primer lugar, pero también saber confiar y
esperar para descubrir lo que Dios nos quiere descubrir, la misión que quizás
nos confía y la paciencia de la esperanza, aunque quizás signifique larga
espera, porque los planes de Dios se realizarán.
En medio de la situación difícil que
está viviendo entonces el pueblo de Dios acosado por los filisteos, pueblo
entre el que vivían, Dios se manifiesta a una mujer sencilla y humilde del
pueblo a la que le está pidiendo su colaboración porque el hijo que engendrará
en sus entrañas se va a convertir en un juez de salvación para su pueblo. La
mujer se siente sorprendida pero la mujer quiere creer en la Palabra escuchada
y deja actuar a Dios en su vida.
Sorpresa la del anciano sacerdote
Zacarías que recibe la visita del ángel del Señor para anunciarle que su oración
será escuchada y tendrá un hijo. Pareciera que las esperanza de aquellos
ancianos ya se había consumida como sus cuerpos a causa de su edad y porque no
pareciera que Dios escuchara sus súplicas. Aunque se siente probado y en
principio le cuesta aceptar se deja conducir por el plan de Dios. Será el
nacimiento de aquel que ‘irá delante del Señor, con el espíritu y poder de
Elías, para convertir los corazones de los padres hacia los hijos, y a los
desobedientes, a la sensatez de los justos, para preparar al Señor un pueblo
bien dispuesto’.
Cuando nos faltan pocos días ya para la
celebración del nacimiento de Jesús los textos de la Palabra de Dios que se nos
van ofreciendo en esta semana nos irán ayudando para que cultivemos en nosotros
unas virtudes y unas actitudes para que le lleguemos a dar el mejor sentido a
nuestra navidad. Es la navidad hoy que no es solo un recuerdo y una
conmemoración, porque ha de ser sentir que Dios viene hoy a nuestro encuentro
en nuestra vida concreta. Si no lo hacemos así tendremos bonitas fiestas con
muchas luces, mucha alegría bulliciosa, buenas comidas y muchos regalos, pero
no habremos llegado a sentir el mejor regalo que será Dios presente en nuestra
vida.
Esa vida nuestra con sus luces y con
sus sombras, con sus angustias y preocupaciones, con nuestras dudas aunque también
con nuestros buenos deseos que quizás se quedan en el mundo de los sueños, con
los problemas que nos van surgiendo en el día a día de nuestra vida y con sus
contratiempos, con cosas que nos suceden que nos pueden resultar incluso
desagradables, con esas tristezas que muchas veces por distintas razones nos
envuelven quizás todas muy lógicas pero sin embargo parece que nos quitan ilusión
y esperanza a la vida. Pero Dios quiere venir a nosotros, que lo sintamos ahí
donde estamos y cómo estamos, para que se renueve nuestra confianza, renazca de
verdad nuestra fe, se nos vuelvan a iluminar los ojos, no dejemos de sentir paz
en nuestro espíritu y nuestro corazón.
Como hemos escuchado hoy en los textos
de la Palabra de Dios dejémonos sorprender. Tengamos confianza, mantengamos la
esperanza aunque la espera algunas sea larga y hasta dolorosa, sigamos con
nuestra súplica confiada porque el Señor escucha nuestra oración, nuestras
súplicas, nos da su fortaleza, ilumina nuestra vida aunque muchas veces no
sepamos por donde nos llega esa luz, porque Dios actúa a través de los
acontecimientos, a través de las personas que están a nuestro lado, a través
del testimonio bueno de tantos.
Abramos los ojos de nuestra fe para
saber descubrir esa acción de Dios en nosotros y para bien de nuestro mundo. No
es para nosotros solos para quienes quiere Dios actuar a través nuestro, sino
que así hará llegar también esa luz al mundo que nos rodea.
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