Busquemos los verdaderos valores que van a dar grandeza a la vida, no nos dejemos succionar por el materialismo y aprendamos a valorar a la persona por lo que es en sí misma
Amós 8, 4-7; Salmo 112; 1Timoteo 2, 1-8; Lucas 16, 1-13
Cada uno en la vida tiene sus valores, aquellas cosas que considera más importantes, más fundamentales en su vida y podríamos decir que sin ellas pareciera que su vida careciera de sentido, y otras que con ser importantes le damos menos importancia, menor valoración, como también otras cosas que para nosotros no tienen valor, las consideramos negativas y de las que nos apartamos o no dejamos introducir en nuestros planes de vida. Son los criterios por los que nos regimos, son los principios que fundamentan nuestra existencia, son de alguna manera los que nos van a definir lo que somos y como somos.
Con esto de alguna manera estamos hablando de hacernos una escala de valores para priorizar lo que realmente es lo más valioso para nosotros. Y esto de la escala de valores es algo serio e importante porque como decíamos nos está definiendo, nos estará diciendo también qué clase de persona somos. Es el fundamento de nuestra moralidad, de la ética por la que regimos nuestra vida.
Hemos de reconocer que no siempre lo tenemos claro, que no siempre somos consecuentes con lo que decimos, porque proclamar principios muchas veces nos puede resultar fácil, pero eso llevarlo a la práctica de nuestra vida no siempre lo hacemos; de ahí la incongruencia en que tantas veces vivimos. Claro que para llegar a ello hemos de ir formando nuestra conciencia para llegar a tener las cosas claras, pero también para tener la madurez y valentía para actuar en consecuencia.
Es importante la educación que recibimos que nos enseña a alcanzar esa madurez, conseguir esos fundamentos de nuestra vida. Algunas veces parecemos infantiles que no sabemos lo que queremos, nos falta personalidad, firmeza y madurez, y andamos tonteando de acá para allá sin saber a qué quedarnos. ¿Estaremos dando principios estables, poniendo de verdad esos cimientos, en la educación que le damos a las jóvenes generaciones que vienen detrás de nosotros?
En este momento de nuestra reflexión quizás tendríamos que preguntarnos si tenemos clara esa escala de valores en el día a día de nuestra vida, si acaso hemos alcanzado esa madurez, y con sinceridad plantearnos cuales son las cosas que consideramos fundamentales para nuestra vida, a las que le damos la mayor importancia. Cuidado con que el materialismo nos invada y nos envuelva.
Es lo que hoy nos está planteando Jesús en la parábola que se nos propone en el evangelio. Aquel hombre que quizás había querido darle sentido a su vida desde las riquezas, aprovechándose en todo lo que podía en la administración de los bienes de su amo, se descubrió a sí mismo con las manos vacías. Cuando le pidieron cuenta de su administración, sabiendo incluso que había obrado mal y que iba a ser despedido, se encontraba que no sabía a dónde acudir ni qué hacer. Como decía él ni siquiera sabía trabajar en el campo, en esa dignidad que se creía tener le daba vergüenza pedir limosna, sabía que su vida había perdido sentido. Pero encontró un camino.
Un camino en el que por una parte rehacía lo que torpe e injustamente había hecho cuando abusaba de los deudores de su amo cargándoles con más intereses que lo que realmente debían y por otra se ganaba la consideración de las personas que le rodeaban; el respeto a la dignidad de las personas, el respeto a un trabajo digno, el reconocimiento de su vaciedad y de sus errores le ayudó con su astucia a encontrar una salida.
Cuando ponemos nuestros intereses materiales por encima del valor y dignidad de las personas andamos perdidos, como lo estaba aquel hombre. Pero reaccionó a tiempo, se ganó la consideración incluso de su amo que le alababa su astucia y su manera de encontrar salida a su vida, se ganaba unos amigos en aquellos a los que en cierto modo condonaba sus deudas haciéndolas más justas.
¿Qué andamos buscando en la vida? ¿Dónde están nuestros principios y valores? ¿Qué es lo que tiene que ser verdaderamente importante para nosotros? Desde el principio de nuestra reflexión nos lo hemos venido planteando; el ejemplo de esta parábola tiene que ser para nosotros un aliciente más para encontrar ese verdadero valor, ese verdadero sentido de la vida. No es lo material lo que nos hace grandes, es el respeto y valoración de la persona lo que nos hará encontrarnos con nosotros mismos, es el camino por el que tenemos que ir encontrando la verdadera madurez de nuestra vida.
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