No
nos puede faltar la alegría de la fe para que el Evangelio siga siendo buena
noticia que anunciar y curar la enfermedad de nuestro mundo
Esdras 9, 5-9; Salmo Tb. 13; Lucas 9,1-6
¿Seremos capaces de echarnos a la calle
para comunicar una buena noticia que hemos recibido a quienes nos vayamos
encontrando, o llamar a la puerta de nuestros vecinos para hacerlos participes
de esa alegría que hemos recibido?
Recuerdo en mi niñez que en mi tierra
eran tiempos de emigración a Venezuela y las cartas de los familiares algunas
veces tardaban en llegar, ver la alegría de mi madre cuando recibía noticias de
los hijos que tenía en Venezuela entonces cuando recibía una carta y cómo
buscaba la manera de compartir con las vecinas cercanas la alegría de las
noticias recibidas. Hoy tenemos mejores medios de comunicación pero somos
conscientes que de aquellas cosas que nos interesan bien que estamos al tanto
de comunicar cualquier cosa buena que nos sucede a nuestros amigos a través de
las redes sociales.
Pero ¿seremos tan prontos para
compartir lo que nos alegra el alma y la experiencia de nuestra fe a los demás?
Creo que es algo en lo que tenemos que pararnos a pensar, porque somos capaces
de hablar de todas las cosas habidas y por haber, pero transmitir esos
sentimientos del alma, esa parte de nuestra vida que es nuestra fe, parece que
queremos dejarlo siempre en lo secreto y no tenemos la valentía de transmitirlo
a los demás.
¿Cuándo hablamos de nuestra fe a los
demás? Reconozcamos que vamos a Misa los domingos junto con otros cristianos y
cuando salimos hablaremos de un montón de cosas que nos habrán sucedido
recientemente o en la semana, pero comentar el evangelio que hemos escuchado es
algo que se queda en el saco escondido, lo mismo que cuando llegamos a casa
después de una celebración que estamos más pendientes de cualquier tarea o
cosas que tengamos que hacer en el día, pero no de compartir aquella
experiencia de fe que hemos vivido en la celebración. Con qué intensidad lo
habremos vivido, quizás tendríamos que preguntarnos o si acaso ha sido un rito
más que por rutina no queremos dejar de hacer pero sin implicación en la vida.
¿Habrá cobardía a la hora de dar testimonio de nuestra fe?
Escuchemos lo que nos dice el
evangelio. Los discípulos de Jesús ‘se pusieron en camino y fueron de aldea
en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes’. Eran
parte de aquel grupo de los que seguía a Jesús; pero hoy el evangelio nos habla
de cómo Jesús escogió a doce ‘les dio poder y autoridad sobre toda clase de
demonios y para curar enfermedades’ haciéndoles unas recomendaciones de
cómo habían de actuar, y ‘los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a
los enfermos’ e inmediatamente se pusieron en camino.
Era algo que habían de realizar con
humildad y con disponibilidad; no eran los medios materiales en lo que habían
de apoyarse, solo un bastón para el camino, les dice, ni pan en las alforjas y
ni dinero en el bolsillo; era solo la fuerza de la Palabra que proclamaban y la
disponibilidad de un corazón lleno de amor. ¡Cuantos preparativos nos hacemos
muchas veces y en ello se nos va nuestro tiempo y nuestra vida, y al final nos
quedamos en casa! ¿Nos estará faltando la alegría de la fe?
Algo nos está fallando a los cristianos
hoy cuando el evangelio parece que ya no es buena noticia que tengamos que
comunicar. Es más, algunas veces cuando lo oímos nos lo damos por sabido y no
lo sentimos como esa buena noticia que hemos de recibir en el hoy de nuestra
vida. Si no nos dejamos sorprender por el evangelio en cada momento de nuestra
vida parece que ya nada tenemos que comunicar, que trasmitir, que anunciar.
¡Cuánto nos cuesta ponernos en camino! Pero ese mundo enfermo ahí lo tenemos
esperando quien lo sane, ese mundo aburrido y cansado porque no recibe buenas
noticias que le levanten el animo ahí está a nuestro alrededor y parece que
tenemos miedo de ir hasta él.
¿Cuándo nos vamos a despertar los
cristianos? ¿Cuándo iremos por el mundo curando enfermos al llevar la buena
noticia de Jesús? ¿Cuándo el evangelio va a ser una buena noticia que nos llene
de alegría y contagie a nuestro mundo? Muchos medios tenemos en nuestras manos
para realizarlo. Pongámonos en camino.
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