El
Espíritu del Señor va abriendo caminos, que cada uno expresaremos con nuestra
particular manera de ser o con los diversos carismas sin exclusividades ni
barreras
Santiago 4,13-17; Salmo 48; Marcos 9,38-40
Nos creemos únicos, insustituibles,
nadie es capaz de hacer las cosas como las hago yo… es una tentación fácil en
la que podemos caer llenos de autosuficiencia. Ya se trate de nuestro trabajo,
ya se trate de cómo nos planteamos la vida, ya se trate de cómo hacemos las
cosas en nuestra familia, en los diversos campos de la vida. Y lo mismo nos
creemos poseedores de la verdad, nuestra manera de pensar es única y no estamos
sujetos a error, todo el que piense distinto está equivocado.
Es bueno, sí, que defendamos nuestras
ideas y las confrontemos con los otros, pero no para avasallar, no para
creernos con el pensamiento único, y todos los demás están siempre en un error;
es necesario una confrontación de ideas en esa búsqueda del bien y de la
verdad, para descubrir lo bueno que también tienen los demás, la verdad que también
podemos encontrar en los otros.
Y esto nos puede pasar en el ámbito
religioso y en el ámbito de nuestra fe; por aquello de la apologética de la
defensa de nuestra fe, y creyéndonos la única iglesia de Cristo algunas veces
hemos sido demasiado excluyentes y no hemos sabido hacer camino junto con los
otros y tenemos siempre la tentación y el peligro de considerar en el error -
un error, pensamos incluso, que puede llevar a la condenación – a todos los que
tengan una manera distinta de ver las cosas.
Nos creemos con la exclusividad de
hacer cosas por el Señor, por la Iglesia, o por nuestro mundo. Creernos con esa
exclusividad es poner barreras en la vida que nos alejan los unos de los otros.
Y eso nos ha sucedido también en la Iglesia en muchas ocasiones. El Espíritu
del Señor va abriendo siempre caminos, que luego cada uno expresaremos con
nuestra propia manera de ser. Son las distintas formas en que se manifiesta
nuestro compromiso según seamos cada uno. Gracias a Dios vamos cambiando mucho,
aunque nos cuesta. Y no se trata de hacer sincretismos ni mezcolanzas
innecesarias.
El evangelio hoy quiere iluminarnos.
Dejémonos iluminar y abramos nuestras mentes. No nos suceda como a los discípulos
de Jesús en aquel momento. ‘Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios
en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no viene con nosotros’.
Y ya vemos la reacción de Jesús ante aquellas exclusividades que se atribuían
los discípulos más cercanos a Jesús. Es cierto que su amor por Jesús era tan grande
que les parecía que no podían permitir que nadie utilizara el nombre de Jesús
sin pertenecer a su grupo. Es, si queremos verlo así, una reacción muy humana. Tratamos
de alguna manera de defender lo nuestro.
Pero Jesús quiere que abran los ojos
para descubrir también lo bueno que hay en los demás, aunque no sean de los
nuestros. ‘No se lo impidáis, porque quien hace un milagro en mi nombre no
puede luego hablar mal de mí’, les viene a decir. Y termina Jesús con esa
afirmación tan categórica y que nos tiene que hacer comprender muchas cosas. ‘El
que no está contra nosotros está a favor nuestro’.
No nos valen esas exclusividades. No
podemos encerrarnos en nosotros mismos. No podemos dejar de ver los valores que
también hay en los demás. No podemos pecar de autosuficiencia y orgullo.
Tenemos que aprender a ponernos al lado del otro sea quien sea; tenemos que
aprender a trabajar codo con codo con quien haga el bien, quien lo está
intentando aunque algunas veces falle o tenga errores. Sería la mejor manera de
convencer de nuestra verdad, sería la mejor manera de contagiar de nuestros
valores cuando los ponemos al lago de los de los demás.
Jesús ha venido a romper muros y
fronteras, porque es la manera de que alcancemos la unidad, por eso no vayamos
nunca levantando nuevos muros o poniendo limites, porque lo que estaremos
haciendo es distanciándonos más. Y eso no es nuestra misión ni nuestra tarea,
que siempre tenemos que ser constructores. Jesús ha venido a salvar a todos y
para todos es su evangelio. Pero aceptemos también que cada uno tenemos nuestro
carisma, nuestra forma de hacerlo vida y lo podemos expresar de muchas maneras
y en muchas cosas que podemos hacer. Vayamos, pues, tendiendo puentes,
recogiendo siempre todo lo bueno que podamos encontrar en los demás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario