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jueves, 21 de marzo de 2024

Tenemos que aprender a darle un sentido más espiritual a nuestra vida, lo que nos hará alcanzar una vida que deseamos que sea para siempre, como nos promete Jesús

 


Tenemos que aprender a darle un sentido más espiritual a nuestra vida, lo que nos hará alcanzar una vida que deseamos que sea para siempre, como nos promete Jesús

Génesis 17, 3-9; Salmo 104; Juan 8, 51-59

Es verdad que Jesús nos dice cosas en el evangelio que tomadas en su sentido más estrictamente literal nos desconciertan. Tomadas a la ligera podrían parecer palabras que nos dice para contentarnos ya que conoce muy bien cómo somos, cuáles son nuestros sueños o cuales son las cosas que nos producen como más inquietud.

¿Quién desea morir? Pero ahí está el hecho de que todos morimos. Sin embargo nos agarramos a la vida y parece que no queremos desprendernos de ella, y es una de las cosas que más angustia nos supone, el que llegue el momento en que sepamos que tenemos que morir, que la vida se nos ha acabado, o cuando tenemos que enfrentarnos a la muerte de los seres queridos de los que no queremos desprendernos, y que querríamos que vivieran para siempre.

Por eso las palabras que hoy nos dice Jesús en el evangelio, desde un cierto racionalismo con el que habitualmente vivimos nos desconciertan. Eso de decirnos que no sabremos lo que es morir para siempre, tomado así en el sentido más estrictamente literal de las palabras, parece que al final no nos las terminaremos de creer. Fue la reacción de los judíos cuando lo escuchaban, que no podían creerse las palabras que Jesús les estaba diciendo.

¿No es también lo que palpamos que piensa la gente que tenemos alrededor? Nosotros muy entusiasmados recitamos el credo y hablamos de resurrección, y decimos que creemos en la resurrección de los muertos, y ¿qué piensa la mayoría de los que nos rodean? ¿No nos hablarán de que son cosas ilusas que para ellos no tienen ningún sentido? Pero, tomémoslo en serio, ¿y nosotros creemos de verdad en la resurrección? ¿Cómo tenemos que entenderlo? Porque a la larga en lo menos que pensamos cuando vamos viviendo la vida es en la resurrección. Pensamos quizás en una vida más allá, porque como dicen algunos, algo tiene que existir, pero nos cuesta darnos explicaciones.

Aquí hay una laguna importante en nuestra fe que no hemos sabido creer ni razonar debidamente quizás. Pensamos en resurrección y pensamos que la nueva vida va a ser de la misma manera que lo que ahora vivimos. Recordamos aquellas pegas que le ponían a Jesús de la mujer que estuvo casada con siete maridos porque había ido enviudando de cada uno, y le preguntaban a Jesús y cuando llegue la resurrección ¿Quién será el marido?

Ya Jesús entonces nos decía que la vida de la resurrección no la podemos pensar a la manera de lo que es la vida de ahora, no es repetir lo mismo, como si volviéramos a la misma casa y a las misma cosas. Es una vida en Dios y El es eternidad. Es una vida en Dios y no es una vida carnal, podríamos decirlo así, porque Dios es Espíritu y en el Espíritu de Dios vamos a vivir. Es una trascendencia distinta, que no es repetir lo mismo sino vivir en el Espíritu y en la vida de Dios. Nos cuesta entenderlo, es cierto, pero es cuando ponemos en juego nuestra fe, para creer y para aceptar la Palabra de Jesús. ‘En verdad, en verdad os digo: quien guarda mi palabra no verá la muerte para siempre’, nos está diciendo Jesús.

Y esto que nos está revelando Jesús eleva nuestras miras, eleva nuestro espíritu, le da una nueva trascendencia a lo que hacemos y a lo que vivimos. Es cierto que disfrutamos de las cosas de la vida, eso es bueno y forma parte de la normalidad de nuestra existencia terrena, pero no todo está en lo que podamos disfrutar de nuestro cuerpo o de las cosas materiales.

Podemos descubrir que hay otras cosas que no palpamos con nuestras manos, pero que sí podemos palpar y sentir en nuestro interior y que nos dan un gozo y una satisfacción que solo en las cosas materiales no podemos alcanzar. ¿No es más bonita la sonrisa inocente de un niño que se siente querido que todas las cosas materiales que nos pudieran regalar?

Tenemos que aprender a darle un sentido más espiritual a nuestra vida, estamos demasiado metidos y envueltos por lo material, aunque sean cosas que necesitemos en nuestra vida diaria. Pero tenemos que descubrir eso que nos eleva y que nos hace descubrir nuestra verdadera grandeza. Será eso lo que nos hará alcanzar una vida que en verdad deseamos que sea para siempre. Es lo que nos promete Jesús.


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