En
ocasiones hay cosas que no entendemos, que incluso nos han hecho daño, sufrir,
pero hemos de saber encontrar la luz al final de ese camino porque hay un plan
de Dios
2 Samuel 7, 4-5a. 12-14a. 16; Salmo 88;
Romanos 4, 13. 16-18. 22; Mateo 1, 16. 18-21. 24a
Hay cosas que nos suceden,
acontecimientos en los que nos vemos envueltos, que quizás en ocasiones por lo
imprevisto y sorpresivo nos cambian la vida. ¡Qué difícil cuando tenemos
nuestros planes, cuando tenemos más o menos decidido lo que queremos de la
vida, lo que queremos hacer, que de pronto nos suceda algo, nos llegue una
noticia, nos planteen algo que nos va a cambiar totalmente nuestros planos! Y
nos sucede en más de una ocasión, hay veces en que nos dejamos sorprender y
entramos en esa nueva onda que aparece en nuestro horizonte, pero a veces nos
hacemos de rogar, lo pesamos y sopesamos muchas veces antes de decidirnos, de
entrar al trapo en aquello que nos sucede y que implica y hasta complica
nuestra vida.
Nos hará falta mucha madurez y equilibrio;
queremos ser fieles a nuestros planes, porque era lo que habíamos pensado que
era mejor para nuestra vida, pero quizás tengamos que acomodarnos, darle otro
rumbo a la vida, entrar en un juego, por decirlo así, en el que no habíamos
pensado entrar, ni siquiera lo sospechábamos.
Pero ahí están los misterios de Dios
que nos hace sorprendernos tantas veces en la vida; muchas veces incluso
nuestra fe se puede tambalear, porque hasta injusto nos puede parecer el que
tengamos que complicarnos la vida así.
¿No será lo que estamos viendo hoy en
el evangelio que le sucede a san José? ¿Pero no fue algo semejante lo que le
sucedió a María con la embajada del ángel? Ya nos dice el evangelista, así como
de paso, que José era un hombre justo, con todo lo que entraña esta palabra y
lo que se nos quiere decir. María no había pensado tener conocimiento de hombre
y por eso le cuesta comprender lo que significaban las palabras del ángel.
Ahora José se ve sorprendido porque María, la joven con la que había celebrado
los desposorios, sin haber convivido juntos ahora resultaba que esperaba un
hijo.
Y aquí contemplamos la madurez humana
de José. Le da motivo para muchas y hondas reflexiones, busca un equilibrio en
su vida, pero tampoco quiere hacer daño a nadie, interiormente se ve
atormentado, pero es el hombre que se abre al misterio, que se abre a Dios,
porque allá en su interior quiere escucharlo. Será en forma de sueños, pero el
ángel del Señor le ilumina, le hace comprender que detrás de todo eso hay un
plan de Dios, que hay un lugar también para él en ese plan de Dios; ahora le
toca acoger a aquella mujer, pero acoger también al hijo que va a nacer al que
tendrá que mirar como hijo, pues a él se le encomienda la misión de ponerle
nombre, función que estaba reservada al padre. Y José, como María, también dice
sí, recibió a María, su mujer, en casa como le había dicho el ángel.
Un proceso muy hermoso el que
contemplamos. Son mucho más que meras anécdotas para contar. Es descubrir
actitudes que hemos de asumir. Es estar abiertos en la vida a la acción de Dios
y a lo que son sus planes para nosotros, que muchas veces también nos romperán nuestros
planes. Pero tenemos que dejarnos conducir.
Algunas veces nos cuesta, habíamos
soñado con tantas cosas, pero ahora todo cambia y nos puede parecer que quizás
tengamos una vida escondida, o podrá ser también que en esos nuevos planes hay
unos compromisos mayores con nuestras tareas y nueva misión. Todos quizás
habremos pasado por situaciones así en la vida, y después de todo nos damos cuenta
que allí hubo una acción de Dios. Hay que descubrirlo, hay que sopesar bien las
cosas, también tenemos que ser como José un hombre bueno, una persona buena,
pero una persona reflexiva, pero una persona orante, pero una persona abierta
al plan de Dios.
Creo que es un buen pensamiento que
tenemos que rumiar también en este camino de cuaresma que estamos haciendo, en
medio del cual hoy nos ha aparecido la figura de José. Como decíamos antes, en
ocasiones hay cosas que no entendemos, hay cosas que incluso nos han hecho
daño, nos han hecho sufrir, pero hemos de saber encontrar la luz al final de
ese camino. Porque Dios nos está diciendo algo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario