Sepamos discernir esos brotes de buenos valores que van surgiendo en nuestro mundo aunque nos parezca tan duro y convulso, signos valiosos en el camino
Daniel 7,2-14; Sal.: Dn. 3,75-81; Lucas 21,29-33
Qué bueno es recorrer un camino que esté bien señalizado; no nos perderemos, podremos tener la seguridad de que llegaremos a donde deseamos. No sé si habréis tenido la experiencia de hacer un camino que no conocíais, un viaje por placer o por necesidad, un encargo que nos hicieron para que lleváramos algo a una persona y a un lugar determinado, nos dijeron que era fácil llegar si seguíamos las indicaciones del camino, nos arriesgamos a hacerlo aunque fueran lugares desconocidos porque teníamos un mapa que nos señalaba el camino, claro que hoy tenemos más medios técnicos, el GPS y no sé cuantas cosas más.
Pero ahora pensamos en el viaje de la vida, ese camino que vamos haciendo que nos tiene que llevar a alguna parte, ese camino de la vida en que nos hemos trazado unas metas, unos objetivos que conseguir, una trascendencia que nos lleva más allá de lo que incluso nuestros ojos ven, unos sueños que queremos realizar. ¿Cómo no perdernos? ¿Cómo mantener ese rumbo de nuestra vida? Hay cosas, sin embargo, que nos pueden distraer, cantos de sirena que quieren arrastrarnos a sus aguas ofreciéndonos que ellos tienen lo mejor, que sus caminos son los más certeros, dentro de nosotros también tenemos cosas y sueños que nos pueden distraer, en nuestra comodidad queremos evitar excesivos esfuerzos pensando que con poca cosa podemos llegar a la meta.
Y se trata de ese crecimiento personal como personas, esa maduración de nuestro espíritu, esos sueños que tenemos de un mundo mejor, esas responsabilidades que hemos asumido en la vida o que han puesto en nuestras manos porque en nosotros confiaban. ¿Cómo no desviarnos y acertar? Nos exige mucho discernimiento, mucha reflexión, estudiar muy bien el camino para no errar y alcanzar esa plenitud humana a la que ansiamos.
Y se trata del crecimiento de nuestro espíritu. No lo queremos hacer de cualquier manera. Un día hemos optado por el camino de Jesús, queremos ser cristianos, y es la meta que queremos buscar, es lo que en verdad nos trasciende, es la búsqueda de esa vida en plenitud, de esa vida eterna de la que Jesús nos ha hablado y que nos ha prometido si de verdad ponemos en El toda nuestra fe, toda nuestra confianza.
Es grande la tarea que como cristianos tenemos que realizar, porque además nos sentimos implicados con los demás; de lo que hagamos o vivamos va a depender también que los que están a nuestro lado encuentren la luz. Sentimos una responsabilidad grande en nosotros y en lo que hacemos y vivimos.
¿Dónde están y cuales son las señales que nos van a hacer encontrar el camino? Es la sintonía espiritual que hemos de saber despertar en nosotros. Puede sonar la música pero hemos acostumbrado tanto nuestros oídos a los ruidos que ya no sabemos percibir lo más delicado. Vamos en muchas ocasiones como ciegos por el camino, pero porque no sabemos discernir las señales que Dios va dejando en el camino.
Hoy Jesús nos ponía el ejemplo de la higuera que cuando vemos que sus yemas comienzan a hincharse es señal de que pronto brotan las hojas, pero nos da señal de la primavera que se acerca. Jesús, después de lo que ha venido hablando, está señalando que son señales para ese encuentro final o para esa plenitud del Reino de Dios en nosotros. Es lo que tenemos que discernir, cómo se va haciendo presente el Reino de Dios en nosotros y cómo vamos conquistando nuestro mundo para el Reino de Dios.
Sepamos discernir esos buenos brotes que van surgiendo en nuestro mundo aunque nos parezca tan duro y tan convulso. Hay valores, en consonancia con el evangelio, aunque provengan de lugares o de personas que nos pueda parecer que están alejados del Reino de Dios, que sin embargo se van viviendo y que son semilla que puede anunciar buenas cosas para nuestro mundo.
También haya signos de solidaridad, también hay deseos de paz y de justicia, también hay gente que vive con sinceridad su vida y hay congruencia en lo que hacen, también hay amantes de la verdad y de la belleza en nuestro entorno; no todo es oscuro, no todo es negro, no todo es desechable, son esos brotes de primavera como las hojas de la higuera que brotan. Sepamos discernir, sepamos valorar, sepamos contar con esas cosas y esas personas, porque si somos capaces de unirnos y de colaborar nosotros también estaremos dando señales de ese Reino de Dios.
Y nos dice Jesús que no pasará esta generación sin que esto suceda; nos está queriendo decir Jesús que en el ahora y en el aquí de nuestro mundo hoy hay también buenas señales que tenemos que saber discernir y valorar. No nos creamos los únicos poseedores de esos valores del Reino, porque Dios los hace brotar también en un campo que nos parece que está lleno de espinas. Siempre podemos encontrar señales del amor y de la verdad, de la paz y del bien.
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