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martes, 9 de mayo de 2023

Todos queremos la paz, pero probemos a seguir con valentía y sin temor el camino de Jesús y nos daremos cuenta donde está la paz verdadera

 


Todos queremos la paz, pero probemos a seguir con valentía y sin temor el camino de Jesús y nos daremos cuenta donde está la paz verdadera

Hechos 14, 19-28; Sal 144; Juan 14, 27-31a

Queremos la paz. Todos. Eso al menos decimos. Buscamos la paz, luchamos por la paz; y ya comenzamos a utilizar una palabra de guerra para hablar de paz; ya sé que es una forma de hablar, pero es también un concepto, una forma también que tenemos de hacer las cosas; y hacemos la guerra porque buscamos la paz; y nos llenamos de violencias cuando nos falta la paz y por esos medios pensamos conseguirla.

Y nos podemos quedar en una paz aparente; que no haya ruido, que no se oigan cañones, que nos estemos calladitos, que no revolvamos ni alborotemos. ¿Está ahí la paz? ¿Es una forma de tener paz? Y tratamos de imponerla y hasta nos creamos unas reglas, pero al final por una parte o por otra aparecen de nuevo las violencias.

Y puede ser una apariencia de la paz, porque quizá en el corazón siguen resonando tambores de guerra; porque no terminamos de tener paz por dentro, porque seguimos con nuestros resentimientos y deseos de venganza, porque no tenemos la valentía del perdón, porque queremos poner nuestros límites, nuestras fronteras, las rayas de las cuales no dejamos pasar a los demás, porque unos son de nuestro agrado y otros no, porque piensan distinto, porque no son de nuestros grupos, porque pueden tener otras ideologías, pero a otros no los podemos ver ni en pinta, aunque no nos hayan hecho nada, porque se traen una fama desde donde vienen, porque son distintos a nosotros, porque nos dicen, nos comentan, y vienen las precauciones, vienen los distingos, vienen en fin de cuenta las discriminaciones. ¿A esto llamamos paz? y la gente dice que viviendo así es como pueden de verdad tener paz, porque según nos parece, quitamos las semillas de la discordia.

Es fácil teorizar sobre la paz, pero no tan fácil lograr la paz. Porque tenemos puntos de vista diferente o porque seguimos conservando en nuestro interior esas reglas que discriminan, o nos puede seguir pesando en nosotros las recomendaciones de que no nos metamos con nadie y viviremos en paz. ¿Dónde podremos encontrar una gente verdaderamente feliz porque vive auténticamente en paz? Nos desconcierta todo eso. Pero quizás cuando comenzamos a tener esa inquietud es cuando verdaderamente estamos iniciando caminos de paz. ¿Lo entenderemos?

Y hoy escuchamos a Jesús que nos ofrece la paz. Pero nos dice, que no nos la da como la da el mundo. ¿No sintoniza Jesús con los deseos de paz del mundo? El es el príncipe de la paz, así fue anunciado. Y nos dice que nos da la paz. Pero es algo distinto. Son otros los parámetros. Pero con El tenemos la seguridad de la paz. La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde’. Y ya nos está hablando de algo importante, ‘que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde’.

Con Jesús se acabaron los miedos, porque nos está ofreciendo el camino que nos da más seguridad. Nos está proponiendo otra manera de entender la vida, de entender lo que es la verdadera paz. ¿No nos está diciendo que nos amemos porque somos hermanos? Cuando hay amor de verdad, cuando nos sentimos hermanos de verdad, se acabaron las violencias y las imposiciones.

Tenemos paz no porque nos la impongan, sino porque nos amamos, porque nos queremos y nunca nos haremos daño, siempre buscaremos el bien, siempre habrá inquietud en el corazón por lo bueno, pero no es una inquietud que nos quite la paz, sino que nos dará las más hondas satisfacciones. Porque nos queremos nos aceptamos y nos comprendemos, aunque seamos distintos, aunque pensemos de manera diferente, aunque no nos conozcamos porque vengamos de mundos distintos, siempre el otro para mi será un hermano. ¿Cómo no vamos a sentir paz?

Y así podríamos seguir sacando conclusiones, deduciendo lo que en verdad nos hará sentir paz y paz sobre todo el corazón. Porque no tendremos resentimientos ni rencores, porque siempre seremos comprensivos y tenemos el corazón lleno de misericordia para estar dispuestos a perdonar, porque no dejaremos heridas en el corazón sin curar sino que cuando ofrecemos generosamente nuestro perdón a los demás, estaremos en verdad curando el corazón.

Hagamos comparación con lo que decíamos al principio y nos daremos cuenta donde está el verdadero camino de la paz. Es el que queremos emprender, es el que lograremos si seguimos siempre y en todo los pasos de Jesús.

 

 

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