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domingo, 7 de mayo de 2023

Camino seguro y sin error que nos conduce al Padre, sigamos las huellas de Jesús, Camino, Verdad y Vida

 


Camino seguro y sin error que nos conduce al Padre, sigamos las huellas de Jesús, Camino, Verdad y Vida

Hechos 6, 1-7; Sal 32; 1Pedro 2, 4-9; Juan 14, 1-12

Vaya lío nos armamos a veces con los caminos; que si para llegar a un determinado lugar es mejor coger este camino que no aquel otro, porque nos lleva más lejos, porque tarda más, porque es un engorro ir por ese camino; discusiones entre amigos o entre vecinos en muchas ocasiones porque cada uno tiene su punto de vista, cada uno tiene su experiencia o sus fobias y eso le hace coger distinto camino.

Pero ahora no se trata de coger esos caminos geográficos o esas determinadas rutas sino que se nos está planteando algo más hondo en lo que nos va la vida. Hay caminos que son malos, que son peligrosos, que son un señuelo y entonces son engañosos. Y no se trata, venimos diciendo, de esos caminos geográficos sino del sentido y del rumbo que le queremos dar a la vida, de la meta a la que queremos llegar, del ideal que nos va a dar una mayor plenitud de vida.

Y aquí es donde entra el evangelio de Jesús. Ahí entran los planteamientos de vida que nos hacemos, donde vamos a encontrar el sentido de nuestra vida, importe lo que importe, pero clara ahí vienen los engaños con las rebajas. Cuando queremos hacer una opción de vida nos creemos que estamos en unos grandes almacenes en la hora de las rebajas, vamos a ver cuanto nos rebajan aquí, vamos a ver qué es lo que nos ponen más fácil, vamos a ver si nos quitan o ponen de perfil ciertas cosas, porque de eso no me quiero desprender, y total tan malo no es porque son cosas de la vida y la vida la tenemos para disfrutarla. Cuántas cosas nos decimos muchas veces en este sentido, cuántas rebajas queremos hacernos. Vamos a ver si tenemos una bula por la que demos unos dineritos y ya nos ahorramos aquellos sacrificios, aquellas cosas que nos pueden costar tanto.

Las palabras que hoy le escuchamos a Jesús forman parte de aquel discurso de Jesús como despedida en la última cena. Jesús nos está revelando el misterio más profundo de su misma vida porque nos está abriendo toda la ternura de su corazón. Habla de su marcha, pero de su vuelta, nos dice que no andemos preocupados ni agobiados, que no perdamos la calma ni la paz sino que pongamos toda nuestra fe en El. Nos prepara sitio, quiere tenernos junto a si. Es la plenitud de vida que nos ofrece.

Pero los discípulos parece que andan en otra onda, no terminan de entender todo aquello que Jesús les ha anunciado y va a suceder por eso comienzan a hacer preguntas. Benditas preguntas las de los discípulos porque así se nos aclaran también muchas dudas.  Ojalá supiéramos hacer preguntas en lugar de quedarnos con nuestras dudas o nuestros miedos dentro de nosotros. Hacer preguntas, pero hacérnoslas a nosotros mismos para ver realmente hasta donde llega nuestra fe y nuestro compromiso.

Y es cuando Jesús nos dice que no hay otro camino que El mismo. ‘Nadie va al Padre sino por mí’. No solo es la revelación de Dios, la Palabra de Dios que ha plantado su tienda en nosotros y entre nosotros, sino que es la única verdad que nos conduce hasta Dios. No hay otro camino. ‘Yo soy el camino, y la verdad, y la vida’, nos dirá con toda radicalidad.

Y ya sabemos como es el camino de Jesús. Aunque no hemos de tener miedo. En otro momento nos dirá que desde nuestros agobios y nuestros miedos vayamos a El, porque El es nuestro descanso, que aprendamos de El porque El es manso y humilde de corazón y en eso es en lo que tenemos que imitarlo, parecernos a El, hacernos una sola cosa con El. Aunque nos dirá que sin El nada podemos hacer, aunque nos dirá que estamos con El o estamos contra El, que tenemos que decantarnos, sin embargo nos dirá que su yugo es llevadero y su carga ligera.

De esperanza se llena nuestro corazón. Escuchándole nos dan ganas de amarle y amarle cada día más porque con El nos sentimos tan seguros.  Nos entra una ilusión grande en nuestro corazón por conocerle más y más, por empaparnos de su vida, por llenarnos de su sabiduría de Dios. Deseos de escucharle más, deseos de vivirle, deseos de amarle tanto que nos lo queremos comer, como lo hacen los enamorados, los que se quieren de verdad.

Tenemos camino seguro y sin error. Tenemos a Jesús. Tenemos que empaparnos de su evangelio. Ahí tenemos todas las rutas marcadas, mejor, la única ruta, porque tenemos a Jesús que nos revela al Padre, que nos lleva al Padre, que nos quiere hacer vivir con El en el Padre.

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