Aprendamos
a tener ojos de fe y descubrir el designio de Dios para nosotros en el momento
que vivimos a partir de la navidad que vamos a celebrar
Isaías 7, 10-14; Sal 23; Romanos 1, 1-7;
Mateo 1, 18-24
Muchas veces decimos que la vida es
complicada porque parece que se cruzan muchas cosas que nos lo pone más difícil,
que nos ofrece muchas sorpresas que algunas veces nos cambian todos nuestros
planes que nos desestabilizan, nos hacen comenzar de nuevo o nos vemos llenos
de fracasos porque no conseguimos lo que anhelamos en el momento que lo
deseamos. Le echamos la culpa a la vida, al destino o a no sé qué cosas porque
todo parece que se nos hace incomprensible.
Pero quien mira la vida con ojos de
creyente tiene otra percepción distinta de cuanto nos sucede. Muchas cosas nos
hacen daño quizá porque por medio pueden estar la malicia de los hombres o las
ambiciones que nos ciegan y con ello a veces nos perjudicamos. Pero más allá de
todo eso queremos tener otra mirada descubriendo lo que son los designios de Dios
que nos va hablando, que nos va pidiendo respuesta a través de esos mismos
acontecimientos. No es un destino irrevocable al que acudimos, sino que
sentimos que hay como una invitación de Dios para que ocupemos nuestro lugar,
sepamos reaccionar con madurez y pongamos también de nuestra parte lo que pueda
hacer más comprensible ese mundo a veces tan revuelto.
Es necesario tener una fe grande, para
saber escuchar a Dios en esos momentos que muchas veces se nos pueden volver
duros y que pueden crear en nosotros situaciones que se nos hacen difíciles de
resolver. Hay que saber tener una serenidad de espíritu, para en medio de todos
esos ruidos de la vida también podamos escuchar esa voz de Dios que nos susurra
cosas allá en lo secreto de nuestra conciencia y de nuestro corazón. Nos
cuesta, podemos sentirnos confundidos en nuestro interior, pero sí hemos de
poner confianza de nuestra parte en esa voz va a sonar clara para nuestra vida.
Hoy en el evangelio se nos presenta así
un hombre de fe grande. El momento era duro para él porque podían estar
brotando muchas desconfianzas en su corazón. Su vida podría verse truncada con
aquello que estaba sucediendo, pero él siempre quiso obrar bien no queriendo
hacer daño a nadie, aunque muchas cosas fueran incomprensibles para él. María,
su prometida, su esposa que era una manera de decir por el compromiso que ya
había entre ellos, estaba encinta. Algo duro y fuerte desgarraba su corazón. No
sabía lo que sucedía ni lo que debía hacer, pero quiere actuar bien sin hacer
daño. Cómo nos precipitamos nosotros algunas veces ante cualquier contratiempo
y surge pronta la reacción violenta que genera muchos sentimientos adversos.
José supo hacer silencio en su corazón.
En sueños, es una manera de hablar propia del evangelio para señalarnos las
manifestaciones de Dios, un ángel le dice que no tema acoger en su casa a su mujer
porque lo que de ella va a nacer es obra del Espíritu de Dios. Y se le confía
una misión, la misión de padre porque ha de ser quien le ponga nombre el niño
que va a nacer. ‘Dará a luz un
hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los
pecados’. Y ya el
evangelista recuerda - ¿lo habrá recordado también José? – lo anunciado por el
profeta, tal como escuchamos hoy en la primera lectura. ‘Mirad: la virgen
concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Emmanuel, que significa
Dios-con-nosotros’.
Se nos
presenta este hermoso evangelio en este último domingo de Adviento cuando ya
tenemos cercana la Navidad. Es acercarnos al misterio que vamos a celebrar; es
disponernos con fe verdadera para vivir hondamente la navidad. Que se despierte
en nosotros la fe para poder contemplar y celebrar con hondo sentido el
misterio de la Navidad. Ese Niño que contemplaremos nacer en Belén entre las
pajas de un establo es el Hijo de Dios, es el Emmanuel, el Dios con nosotros
que nos trae la salvación.
No es una
costumbre bonita o una hermosa tradición, no son emociones de recuerdos y
añoranzas lo que vamos a celebrar en la navidad. Ya escuchamos decir a mucha
gente que la navidad es triste para ellos porque les trae muchas añoranzas,
¿estarán en verdad celebrando la navidad, el nacimiento del Dios que se hizo
hombre para ser Dios con nosotros? ¿Se estarán quedando en recuerdos y
añoranzas de cenas familiares de otros años con las ausencias que normalmente
la vida nos va imponiendo?
Ojalá
supiéramos tener la visión de José que en medio de todos aquellos contratiempos
que no se acabaron con el hecho de recoger a su mujer, sino que vendría la
peregrinación a Belén por el capricho de un gobernador que quería hacer un
censo, la huida a Egipto porque Herodes tramaba contra la vida de aquel niño, él
supo descubrir el designio de Dios.
Los
momentos que vive nuestro mundo no son buenos y parece que todo tendría que ser
amargura por las guerras que no se acaban, las pandemias que siguen patentes,
las desigualdades que siguen existiendo en el mundo, los problemas sociales y políticos
que afectan a tantas naciones, y así podría hacernos una lista poco menos que
interminable, pero aun así queremos celebrar Navidad, queremos descubrir los
designios de Dios, el plan de Dios que quiere la salvación de nuestro mundo y
cuenta con nosotros.
¿Has pensado cuál será el plan de Dios para tu vida a partir de la celebración de esta navidad? Algo que tendríamos que pensar. Qué nos está pidiendo Dios, qué nos estará queriendo decir.
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