Es
complejo el mundo en que vivimos y son muchas las influencias que recibimos,
pongámonos en las manos de Dios para no perder el norte de la vida
Efesios 1, 11-14; Sal 32; Lucas 12, 1-7
Ya sea porque
es una forma literaria que utiliza el evangelista para narrarnos los hechos y
los dichos de Jesús en el evangelio, o ya sea porque realmente la predicación
de Jesús en aquel momento fuera de una forma más distendida y menos solemne,
donde se van como desgranando temas y dejándonos sentencias un poco algo así como
un mosaico que nos presenta los diferentes temas o matices. Es lo que hoy
estamos escuchando en el evangelio del día.
Comienza como
de una forma distendida previniendo a los discípulos más cercanos, a los
apóstoles de algo en lo que podemos caer con facilidad; y es el dejarnos
contagiar por lo que palpamos en el ambiente, por el estilo de aquellas
personas que nos rodean. Grande era la influencia que los grupos de los
fariseos ejercían sobre el pueblo; como en su mano estaba también el que muchos
de ellos fueran maestros de la ley eran sus enseñanzas muy particulares las que
trasmitían al pueblo sencillo y donde podrían entrar en fáciles confusiones.
Por eso les
dice Jesús que anden con cuidado con la levadura de los fariseos, que es la
hipocresía. Hemos de estar alertas porque son muchas las influencias que
podemos recibir de todos lados. Ya nos hablará Jesús en sus parábolas de cómo
la semilla sembrada encontrará dificultad para germinar, porque la tierra sobre
la que cae está endurecida, porque está llena de matorrales y abrojos, o serán
tantas las piedras que no podrá enraizar de verdad; por otra parte podemos
recordar que la buena semilla va a nacer y crecer en medio de la cizaña. Ahí
tendrá que fortalecerse la planta, porque la cizaña no va a ser arrancada, pero
en la hora de la cosecha no podremos confundir las buenas con las malas
semillas, que será cuando se haga la criba. Refleja bien lo que nos sucede cada
día.
¿Sabremos
hundir bien nuestras raíces para encontrar lo que la nutra de verdad para que
pueda dar buenos frutos al final? ¿Nos dejaremos confundir con las influencias
que podamos recibir? Nos quiere prevenir, para que estemos bien atentos.
Pero al mismo
tiempo nos invita a la confianza. Sabemos que la tarea es dura en muchas
ocasiones, son muchas las luchas que hemos de mantener desde dentro de nosotros
mismos. ¿Podría perderse nuestra vida en esa lucha o podemos salir con heridas
que nos dañan? Y ya sabemos, la historia está ahí y Jesús además nos lo ha
anunciado, que muchas veces esa lucha será demasiado cruenta porque se puede
convertir en persecución.
Aquí nos
invita Jesús a no tener miedo, nos invita a la confianza. Nos invita a que no
tengamos tanto miedo a lo que físicamente puedan hacernos, que incluso nos
pueda hacer perder la vida del cuerpo, sino que pudiera ser algo más hondo lo
que podamos perder. Como nos dice, ‘A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el
cuerpo, y después de esto no pueden hacer más. Os voy a enseñar a quién tenéis
que temer: temed al que, después de la muerte, tiene poder para arrojar a la
“gehenna”. A ese tenéis que temer, os lo digo yo’.
¿Podrían hacernos perder la fe? ¿Podrían
embarcarnos por caminos de maldad y de pecado? ¿Podrían arrancarnos lo más
valioso que llevamos en el alma que es la gracia de Dios? Eso sí que sería un
gran peligro, una gran catástrofe para la vida. A cuántos les sucede. Cuántos
hemos visto que poco a poco se han ido alejando de la práctica religiosa, han
ido abandonando la Iglesia, quizás por malos testimonios que hayan encontrado y
han perdido la fe. Y nosotros podríamos estar también en esa pendiente
resbaladiza que nos hará precipitarnos en esa vida de vacío cuando perdamos la
fe. ‘A eso tenéis que temer’, nos dice el Señor.
Hemos de saber ponernos en las manos de
Dios. ¿No se venden cinco pájaros por dos céntimos? Pues ni de uno solo de
ellos se olvida Dios. Dios no se olvida de nosotros, está a nuestro lado.
No nos olvidemos nosotros de Dios.
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