Esta
fiesta del Pilar es el regalo que desde nuestra fe queremos hacer a toda la
humanidad, ese pilar de María que es anuncio de Evangelio
1Crónicas 15, 3-4. 15-16; 16, 1-2; Sal 26;
Lucas 11, 27-28
‘Me
felicitarán todas las generaciones, porque el poderoso ha hecho obras grandes
en mi’,
había proclamado proféticamente María en el cántico en la visita a su prima
Isabel en la montaña. Ya Isabel la había llamado dichosa por su fe, porque
había creído y todo lo anunciado para ella tendría su realización.
Hoy contemplamos
ya en el evangelio que será una mujer anónima la que entre la multitud proclame
en un cántico de alabanza a la que es la madre del Señor. ‘Dichosos los
pechos que te amamantaron y el vientre que te llevó’, proclamaría aquella
mujer dando comienzo a ese cántico ininterrumpido de alabanzas a María que se
prolongaría por todas las generaciones y a través de todos los tiempos.
Hoy estamos
celebrando una de esas fiestas a María que tiene tradición de siglos y nos
manifiesta también tradiciones milenarias que nos hablan de la presencia de
Maria en la evangelización de nuestra tierra. Será algo que de una forma o de
otra se repetirá a lo largo de la historia. Hoy las tradiciones nos hablan de
esa presencia milagrosa de María junto al apóstol Santiago en los momentos de
la primera evangelización de nuestra tierra.
No es
necesario que queramos reducirlo a hechos históricos, sino que hemos de saber
contemplar la historia de una tradición, pero que es la historia del amor del
pueblo cristiano a María y de la presencia que siempre María ha tenido haciéndose
presente en la vida y en la historia de la Iglesia y que nos ha servido de
ariete y de estímulo en la tarea de la evangelización.
Las
tradiciones de tantos lugares que nos hablan de una presencia milagrosa de la
Virgen en el encuentro con su sagrada imagen de ello nos están hablando, siendo
de alguna manera siempre María la primera misionera que de formas extraordinarias
y milagrosas se hace presente en esos caminos de evangelización. Esas
apariciones de la Virgen, como el pueblo cristiano en su sencillez quiere
expresarlo, no viene a ser otra cosa que un signo de esa tarea de evangelización,
de anuncio del Evangelio.
Y María, la
que estuvo presente en aquella iglesia naciente, en el cenáculo, en la espera
de la venida del Espíritu Santo, así se manifiesta, así está presente en la
Iglesia, así nos ayuda en esa tarea de la evangelización. Muchas veces esa
imagen de la Virgen sigue siendo el único eslabón entre la religiosidad del
pueblo llano y sencillo con el Señor nuestro Dios. Por María siempre podremos
ir hasta Jesús, porque María siempre nos señalará el camino de Jesús, el camino
del Evangelio cuando a nosotros nos diga también que hagamos lo que El nos
dice.
Hoy
celebramos a la Virgen del Pilar, tan enraizada en la devoción del pueblo
cristiano español y posteriormente de aquellas naciones y países, sobre todo de
América, donde España tuvo la misión especial de llevar el Evangelio. La Virgen
del Pilar, cuya imagen vemos sobre un pilar, sobre un pedestal bien anclado en
la tierra, y de ahí su nombre, viene a ser así ese pilar que nos ayuda a
mantenernos firmes y fortalecidos en la fe.
Pilar bien
anclado en nuestra tierra como lo es esa devoción a María, pero bien anclado
sobre todo en el evangelio de Jesús que nos pretende mostrar. Llega así ese
torrente de vida y de gracia a través de María, significada de esa manera en
ese pilar, para alimentar nuestra fe, para fortalecernos en nuestra fe, para no
dejarnos vencen por tantos embates contra nuestra fe que hoy, como en todos los
tiempos, estamos recibiendo.
Necesitamos
esa fortaleza de nuestra fe para seguirla proclamando con valentía en medio de
nuestro mundo. Con María del Pilar así nos sentimos fortalecidos; nos
arracimamos en torno a su pilar para mantenernos unidos; salimos al mundo con
ese estandarte de ese pilar de María que siempre veremos coronado de la Cruz de
Cristo. Como en algún momento de la historia se reveló, con ese signo
vencerás.
Hoy nosotros,
en esta fiesta del Pilar, nos unimos a todas esas generaciones que a través de
la historia han cantado alabanzas en honor de María, seguiremos proclamándola
dichosa y bienaventurada porque reconocemos la obras grandes que en ella
realizó el Señor y por ella sigue realizando para toda la humanidad. Es el
regalo que con nuestra fe queremos hacer también a toda la humanidad, ese pilar
de María que es anuncio de Evangelio.
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