Aprendamos
a confiar, a poner de verdad toda nuestra fe en Jesús, no nos falte la paz en
nuestro espíritu, es como podremos descubrir caminos nuevos
Hechos de los apóstoles 13, 26-33; Sal 2;
Juan 14, 1-6
A veces
parece que nos caen en tromba las noticias, los acontecimientos, los sucesos
que nos pueden afectar de alguna manera a nuestra vida y terminamos quedándonos
como descolocados porque nos cuesta asumir las diversas cosas que nos han
contando, nos cuesta comprender porque están pasando las cosas que tanto daño
nos hacen o nos podemos referir a los mismos acontecimientos de la sociedad en
que parece que hay momentos que son especialmente negros.
Podemos
pensar en lo que nos ha tocando enfrentar en estos últimos tiempos en nuestra
sociedad, pandemias, crisis económicas, desorganización de la vida que os
obligan a nuevos protocolos de forma de vivir, y para colmo nos encontramos en
tiempos de guerra en las puertas de Europa que no está tan lejana de nosotros y
que no terminamos de ver el rumbo que van a tomar las cosas. Nos cuesta tomar
decisiones que nos puedan afectar en un futuro, algunas veces nos cuesta
entender las cosas más elementales, porque no hacemos sino pensar en esas
oscuridades y turbulencias de la vida, y nos cuesta hasta lanzarnos con arrojo
a emprender cosas en la vida. Decimos que no queremos perder la paz, pero
dentro de nosotros nos corroen el pensamiento muchas cosas.
Aquella noche
de la cena de Pascua de los discípulos con Jesús fue de esos momentos en los
que se van sucediendo tantas cosas, se tienen presentimientos de lo que va a
suceder aunque no saben por donde va a salir todo, en que tenían que estar produciéndose
en su corazón una fuerte revoltura de la que no sabían como salir. Eran las
palabras de Jesús con sus anuncios, fueron aquellos gestos con los que Jesús
quiso comenzar la cena, estaban aquellas palabras que para ellos resultaban enigmáticas
que le había dirigido a Judas de que lo que tenia que hacer que lo hiciera
pronto, estaba la desenvoltura de Pedro que decía que estaba dispuesto a todo
por Jesús, pero que éste le había hecho anuncio de negaciones y traiciones,
ahora hablaba Jesús de vuelta al Padre, de preparar unas estancias, de una
nueva venida para buscarles, pero todo se les hacía incomprensible.
Por allá sale
uno diciendo que no entiende de caminos, que no saben cual es el camino y que
definitivamente Jesús se los enseñe. No terminan de entender las Palabras de
Jesús. ‘Yo soy el camino y la
verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí’, les señala tajantemente Jesús a ver si por fin
comprenden. Viendo el estado de ánimo, en cierto modo revuelto, en que se
encuentran Jesús ha comenzado invitándoles a no perder la paz, a sentirse
seguros, a confiar en El y en su Palabra. Pero les resulta difícil. Son muchas
las cosas que se están sucediendo y tenemos el peligro de perder la paz en el c
corazón.
Es lo que necesitamos escuchar nosotros. En el mundo revuelto en que vivimos, en medio de tantas cosas que se van sucediendo, con la misma situación que vemos en la Iglesia, o el desánimo de tantos cristianos a nuestro alrededor que abandonan el barco, como se suele decir, que van dejando de lado valores religiosos, principios cristianos, dejándose influir por tantas cosas que vemos en nuestro entorno en la sociedad. Y podemos perder los ánimos, podemos perder la paz. Tenemos que aprender a confiar, a poner de verdad toda nuestra fe en Jesús.
Se nos abren caminos delante de
nosotros y podemos tener la esperanza de una renovación de tantas cosas;
tenemos delante a Jesús que nos está señalando el camino porque no nos está
pidiendo otra cosa sino que hagamos como El, porque se puede despertar una
esperanza, porque el final podemos ver luz si nos llenamos de la vida de Jesús,
que para eso es el camino y la verdad y la vida.
‘No se turbe vuestro corazón, creed
en Dios y creed también en mí’, nos
dice Jesús. No nos falte la paz en nuestro espíritu, es como podremos descubrir
caminos nuevos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario