Despierta
y levántate para descubrir quienes son los santos inocentes de hoy ante los que
no podemos quedarnos insensibles cerrando los oídos a sus gritos
Juan 1, 5 – 2, 2; Sal 123; Mateo 2, 13-18
Hay ocasiones
en que aunque nos vaya mal preferimos seguir como estamos antes que el esfuerzo
de despertar y levantarnos para tratar de encontrar un camino mejor. Muchas
veces vamos de pasivos en la vida, nos da pereza tener que esforzarnos para
cambiar y fácilmente caemos en una rutina que nos adormece. Solo los que son
capaces de mirar alto distinto y con mayor altura, solo los capaces de
esforzarse por levantarse y cambiar podrán lograr algo. Y en muchas cosas de la
vida nos pasa; tratamos de hacer nuestros arreglos, nuestros apaños, pero no
ponemos toda la voluntad que necesitamos para tratar de ver algo distinto. En
cierto modo necesitamos ser soñadores, porque aunque sea en sueños podemos
vislumbrar que las cosas pueden ser distintas, que se pueden hacer de otra
manera, y seremos capaces de levantarnos para ponernos en camino.
En este día
en que la liturgia conmemora a los santos inocentes de Belén, que por otra
parte popularmente tratamos de llenar de humor con nuestras inocentadas, a
pesar del drama que significa lo que conmemoramos, necesitamos adentrarnos un
poco más en el evangelio, que como siempre quiere abrirnos nuevos caminos.
El texto ha
partido del episodio de los magos de Oriente que porque fueron capaces de
levantar la mirada a lo alto descubrieron una nueva estrella que les iba a
conducir a Belén. Fue un levantar la mirada a lo alto y escuchar una voz en su
interior que los hacía ponerse en camino porque lo que estaban contemplando
tenía un significado hondo aunque ellos quizá en principio no fueran capaces de
ver todo su alcance. Pero habían levantado la mirada a lo alto para soñar con
algo nuevo y distinto.
Pero el
episodio se centrará luego en el sueño de José que le hace levantarse también y
marchar con el Niño y su madre a Egipto. ¿Eran sueños? Era algo más que sueños
que puedan llenarnos de pesadillas en la noche. En el sueño vislumbraba algo
distinto y era capaz de escuchar la voz de Dios que en un ángel se le
manifestaba. Alguien podría hablar de supersticiones y fantochadas, pero hay
unos hechos que se cumplieron y la vida del Niño pudo salvarse aunque fuera
tras un arduo camino de huida a Egipto. José era un hombre creyente y estaba
dispuesto a escuchar la voz de Dios aunque llegara a él a través de sueños.
Mucho nos
están enseñando estos episodios. ‘Levántate…’ le decía la voz del ángel
a José, como un día una voz semejante había hecho levantarse a aquellos magos
de Oriente para ponerse en camino.
‘Levántate…’ podemos estar sintiendo que
se nos dice también, levántate y sueña con algo distinto, levántate y sé capaz
de descubrir nuevos caminos, levántate y descubre el mundo de sombras que puede
haber a tu alrededor, levántate y mira la crueldad del sufrimiento de muchos en
tu entorno… no podemos quedarnos adormecidos, no podemos quedarnos insensibles
ante las violencias de nuestro mundo que sufren niños, que sufren mayores, que
sufren las mujeres, no podemos cruzarnos de brazos ante tantas soledades de
personas mayores o de tantos que no tienen una voz que los defienda, una mano
amiga que les ayude a caminar, un corazón ardiente que les llene de nuevo de ilusión
y de esperanza.
Son los
santos inocentes del mundo de hoy. Tratemos de descubrirlos porque ahí a
nuestro lado están. Nosotros no podemos refugiarnos en la huida, nosotros
tenemos que ponernos manos a la obra para que las cosas cambien. Escuchamos el
llanto y los gritos ¿y vamos a cerrar nuestros oídos?
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