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viernes, 8 de enero de 2021

Ama de verdad y se desplegarán todas las antenas del alma no solo para lanzar sus propias emisiones de amor sino para captar con toda fidelidad allí donde falta el amor

 


Ama de verdad y se desplegarán todas las antenas del alma no solo para lanzar sus propias emisiones de amor sino para captar con toda fidelidad allí donde falta el amor

1Juan 4, 7-10; Sal 71; Marcos 6, 34-44

El que ama de verdad no soporta el sufrimiento de los demás por falta de amor. Y es que el amor nos da una especial sensibilidad. Ama de verdad y se desplegarán todas las antenas del alma no solo para lanzar sus propias emisiones de amor sino para captar con toda fidelidad allí donde falta el amor. Podíamos decir que las antenas del alma que ama son de doble dirección, para enviar amor sin falta pero para detectar allí donde hay esa carencia que necesita ser remediada.

¿No será eso lo que Jesús nos está queriendo decir de si mismo en este evangelio que hoy se nos propone? Estos días de finalización del tiempo de la navidad se nos van ofreciendo distintos textos que nos van definiendo a Jesús. ¿Qué es lo que contemplamos hoy en el evangelio de Marcos? Jesús que se encuentra enfrente de una multitud considerable que han venido porque han oído hablar de Jesús y de lo que Jesús está comenzando a enseñar y a realizar, es inmediatamente nos dice el evangelista que Jesús sintió compasión de aquella gente. Se encendieron y levantaron las antenas del amor y allí detecto una multitud hambrienta. Y nos dice el evangelista ‘se puso a enseñarles con calma’.

Hablamos de una multitud hambrienta, que es lo que detecta Jesús, y se pone a enseñarles. El hambre no estaba en una carencia de alimentos, aunque eso se resuelva más tarde, sino en el lamento que brotaba del corazón de quienes habían perdido la esperanza, de quienes andaban de acá para allá como ovejas que no tienen pastor sin encontrar el verdadero pasto que saciara sus vidas, el lamento de aquellos corazones rotos y llenos de oscuridades porque no terminaban de ver, no terminaban de comprender todos aquellos anuncios de salvación que habían ido recibiendo durante siglos, y todavía se sentían perdidos como los que habían salido de Egipto por los desiertos del Sinaí sin encontrar el camino de la tierra prometida.

Cuarenta años habían estado sus padres en aquellos desiertos unas veces acercándose, otras veces alejándose, pero sin encontrar el punto por donde entrar en la tierra prometida. Ahora se encontraban igual entre sombras y oscuridades semejantes porque aun no terminaban de comprender ni la misma situación que vivían. Ya no escuchaban a los profetas que parecía que su voz se había apagado, sus dirigentes andaban cada uno a sus intereses, la fe y la esperanza se iba marchitando, y todo era confusión en sus vidas.

Por eso la aparición de aquel ‘profeta de Nazaret’, comenzó de nuevo a despertarlos y acudían ansiosos de todas partes para escucharle o para hacerse beneficiarios de los signos que realizaba cuando curaba a sus enfermos o expulsaba a los demonios. Por eso Jesús se puso a enseñarles con calma. Hacer que recuperaran la paz de sus corazones era una tarea que llevaría tiempo y veremos a Jesús a través de todo el evangelio cómo una y otra vez volverá a hablarles del Reino de Dios con diferentes imágenes o irá realizando ese Reino de Dios a través de los distintos signos que realiza.

Es lo que ahora va a suceder. Llevan días en búsqueda de Jesús y sus provisiones se habrán acabado. Aquella multitud también está hambrienta de pan y hay que darles de comer. Y es a lo que invita a sus discípulos más cercanos que realicen aunque no saben a donde acudir para comprar panes para tanta gente. ‘Dadle vosotros de comer’, les dice. Ellos tampoco han terminado de comprender al Maestro y necesitarán también que Jesús sea quien realice el signo de darles de comer.

Cuando tenemos desplegadas las antenas del amor aprendemos a encontrar caminos, se podrán abrir horizontes nuevos delante de nosotros, la solidaridad va desperezándose en nosotros y en los que nos rodean y vamos a encontrar ese pan o ese pez que anda perdido quizás por nuestras alforjas para comenzar a ponerlo al servicio de los demás. Para quien ha sabido desplegar esas antenas no habrán barreras que no pueda saltar ni caminos que no pueda recorrer cuando se trata de ir al encuentro del amor para llevarle el bálsamo del amor. Por eso solemos decir que el amor es creativo y es expansivo porque como una onda que se va abriendo va contagiando de ese sentido nuevo del vivir que es el amor.

Es lo que sucedió aquel día allá en los lugares descampados donde estaba la multitud hambrienta y donde todos quedaron saciados. Es lo que sucede en nosotros y entre nosotros cuando hemos puesto de verdad en el centro de nuestra vida a Jesús y el Reino de Dios. Todos quedamos contagiados del amor.

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