Tenemos
que cantar ese cántico de acción de gracias y de liberación de María que a su
vez es anuncio de algo nuevo que transformará todo para crear un mundo nuevo
1Samuel 1,24-28; Sal.: 1Sam.
2,1.45.6-7.8abcd; Lucas 1,46-56
‘Es de bien nacidos ser agradecidos’ dice con toda sabiduría el refranero popular. Y
aunque nos consideramos todos ‘bien nacidos’sin embargo en la vida muchas veces
vamos creyendo que nos lo merecemos todo y es una palabra que nos cuesta decir,
un sentimiento que nos cuesta expresar. Parece como si nos sintiéramos
humillados porque hayamos necesito la ayuda de alguien, cuanto mayor es nuestra
grandeza en la humildad de nuestra realidad de sentirnos necesitados de los
demás. Sin embargo es una palabra que puede alegrar el corazón de aquella
persona a la que se la decimos porque estamos reconociendo su generosidad, su
altruismo, su solidaridad, su amor, en una palabra. Pero es una palabra que
también nos haría grandes a nosotros cuando con sinceridad sale de nuestro
corazón.
Hoy es el día del cántico, o mejor de
los cánticos de la acción de gracias. Lo expresa aquella buena mujer, Ana, que
un día llorando delante del sacerdote Heli había suplicado al Señor en su
esterilidad el don de poder tener un hijo, y que ahora viene agradecida al
Señor a cumplir sus votos, con la ofrenda del buey para el sacrificio, la
harina para el pan de las ofrendas, pero sobre del hijo que Dios le dio y que
quiere consagrar al Señor. El salmo precisamente que rezamos como salmo
responsorial es el cántico de esta mujer al Señor en su acción de gracias y que
inspirará el cántico de María.
Estamos aún en la visita de María a su
prima Isabel allá en la montaña y donde ya desde el principio todo han sido
alabanzas y bendiciones porque allí se palpaba la visita de Dios a su pueblo.
No en vano Juan fue justificado ya en el seno materno con la visita y presencia
de María, expresado en aquellos saltos de la criatura en el vientre de Isabel
como ella misma reconoce.
Pero es ahora cuando aquellas mujeres,
aunque el evangelio pareciera ponerlo solo en los labios de María, prorrumpen
en un cántico de acción de gracias al Señor. Reconoce María - que se sigue
sintiéndose pequeña por todas las maravillas que Dios hace en ella – el gozo
que se desborda de su corazón cuando se siente la llena de gracia, la elegida
del Señor que derrama abundantemente su misericordia sobre ella y sobre todo el
pueblo. María sabe que lo que en ella sucede no es solo un don de Dios personal
para ella a la que engrandece al hacerla su madre, sino que con ello la
misericordia del Señor se está derramando sobre su pueblo cumpliéndose así las
antiguas promesas.
María se siente bendecida por el Señor
y sabe que así bendecirán su nombre todas las generaciones venideras, pero
María proféticamente está vislumbrando toda la transformación que se realizará
en la vida de los hombres en la medida en que van aceptando y viviendo el Reino
de Dios anunciado por los profetas y al que dará cumplimiento Jesús. Será un
mundo nuevo donde los que están llenos de orgullo serán humillados y despojados
de los tronos y pedestales de grandeza donde se han subido para que sean los
humildes los que son exaltados, los que se consideran los últimos y servidores
todos los que van a ser los primeros, y donde los hambrientos no solo de pan
sino de justicia y de amor se verán saciados.
Se ha dicho que este cántico de María
es el cántico de la liberación y podemos contemplar que está en plena
consonancia con las palabras que Jesús proclamará en la Sinagoga de Nazaret.
Los oprimidos van a ver la libertad así como se abrirán los ojos de los ciegos,
se soltará la lengua de los mudos, y los que hasta ahora se veían condicionados
en sus movimientos podrán dirigir sus pasos por los caminos de la paz y de la
solidaridad. María canta ese nuevo mundo que va a comenzar, da gracias al Señor
que se fijó en su humildad y a ella la escogió para misión tan alta y se siente
una agradecida colaboradora con Dios en la obra de la salvación. Ese había sido
el sí de su vida allá en Nazaret, que no era el sí momentáneo de un momento de
fervor sino que era el Sí de toda su vida que ella también había consagrado al
Señor.
¿Seremos capaces nosotros de cantar
este cántico de María en todo su sentido y profundidad? Mucho tenemos nosotros
que dar gracias al Señor que también ha querido contar con nuestra pequeñez y
es que en nuestras manos está el que sea el cántico de liberación que construye
un mundo nuevo porque de la misma manera sentimos que se nos regala la
misericordia del Señor pero al mismo tiempo nos sentimos impulsados a hacer
presente de manera nueva en nuestro mundo esa misericordia del Señor que es
para todos.
Cuánto necesitamos cantar a voz en
cuello y desde lo más profundo de nosotros mismos este cántico que es anuncio
de algo nuevo que va a surgir desde la transformación que en estas
circunstancias nos está pidiendo el Señor.
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