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martes, 22 de diciembre de 2020

Tenemos que cantar ese cántico de acción de gracias y de liberación de María que a su vez es anuncio de algo nuevo que transformará todo para crear un mundo nuevo

 


Tenemos que cantar ese cántico de acción de gracias y de liberación de María que a su vez es anuncio de algo nuevo que transformará todo para crear un mundo nuevo

1Samuel 1,24-28; Sal.: 1Sam. 2,1.45.6-7.8abcd; Lucas 1,46-56

 ‘Es de bien nacidos ser agradecidos’ dice con toda sabiduría el refranero popular. Y aunque nos consideramos todos ‘bien nacidos’sin embargo en la vida muchas veces vamos creyendo que nos lo merecemos todo y es una palabra que nos cuesta decir, un sentimiento que nos cuesta expresar. Parece como si nos sintiéramos humillados porque hayamos necesito la ayuda de alguien, cuanto mayor es nuestra grandeza en la humildad de nuestra realidad de sentirnos necesitados de los demás. Sin embargo es una palabra que puede alegrar el corazón de aquella persona a la que se la decimos porque estamos reconociendo su generosidad, su altruismo, su solidaridad, su amor, en una palabra. Pero es una palabra que también nos haría grandes a nosotros cuando con sinceridad sale de nuestro corazón.

Hoy es el día del cántico, o mejor de los cánticos de la acción de gracias. Lo expresa aquella buena mujer, Ana, que un día llorando delante del sacerdote Heli había suplicado al Señor en su esterilidad el don de poder tener un hijo, y que ahora viene agradecida al Señor a cumplir sus votos, con la ofrenda del buey para el sacrificio, la harina para el pan de las ofrendas, pero sobre del hijo que Dios le dio y que quiere consagrar al Señor. El salmo precisamente que rezamos como salmo responsorial es el cántico de esta mujer al Señor en su acción de gracias y que inspirará el cántico de María.

Estamos aún en la visita de María a su prima Isabel allá en la montaña y donde ya desde el principio todo han sido alabanzas y bendiciones porque allí se palpaba la visita de Dios a su pueblo. No en vano Juan fue justificado ya en el seno materno con la visita y presencia de María, expresado en aquellos saltos de la criatura en el vientre de Isabel como ella misma reconoce.

Pero es ahora cuando aquellas mujeres, aunque el evangelio pareciera ponerlo solo en los labios de María, prorrumpen en un cántico de acción de gracias al Señor. Reconoce María - que se sigue sintiéndose pequeña por todas las maravillas que Dios hace en ella – el gozo que se desborda de su corazón cuando se siente la llena de gracia, la elegida del Señor que derrama abundantemente su misericordia sobre ella y sobre todo el pueblo. María sabe que lo que en ella sucede no es solo un don de Dios personal para ella a la que engrandece al hacerla su madre, sino que con ello la misericordia del Señor se está derramando sobre su pueblo cumpliéndose así las antiguas promesas.

María se siente bendecida por el Señor y sabe que así bendecirán su nombre todas las generaciones venideras, pero María proféticamente está vislumbrando toda la transformación que se realizará en la vida de los hombres en la medida en que van aceptando y viviendo el Reino de Dios anunciado por los profetas y al que dará cumplimiento Jesús. Será un mundo nuevo donde los que están llenos de orgullo serán humillados y despojados de los tronos y pedestales de grandeza donde se han subido para que sean los humildes los que son exaltados, los que se consideran los últimos y servidores todos los que van a ser los primeros, y donde los hambrientos no solo de pan sino de justicia y de amor se verán saciados.

Se ha dicho que este cántico de María es el cántico de la liberación y podemos contemplar que está en plena consonancia con las palabras que Jesús proclamará en la Sinagoga de Nazaret. Los oprimidos van a ver la libertad así como se abrirán los ojos de los ciegos, se soltará la lengua de los mudos, y los que hasta ahora se veían condicionados en sus movimientos podrán dirigir sus pasos por los caminos de la paz y de la solidaridad. María canta ese nuevo mundo que va a comenzar, da gracias al Señor que se fijó en su humildad y a ella la escogió para misión tan alta y se siente una agradecida colaboradora con Dios en la obra de la salvación. Ese había sido el sí de su vida allá en Nazaret, que no era el sí momentáneo de un momento de fervor sino que era el Sí de toda su vida que ella también había consagrado al Señor.

¿Seremos capaces nosotros de cantar este cántico de María en todo su sentido y profundidad? Mucho tenemos nosotros que dar gracias al Señor que también ha querido contar con nuestra pequeñez y es que en nuestras manos está el que sea el cántico de liberación que construye un mundo nuevo porque de la misma manera sentimos que se nos regala la misericordia del Señor pero al mismo tiempo nos sentimos impulsados a hacer presente de manera nueva en nuestro mundo esa misericordia del Señor que es para todos.

Cuánto necesitamos cantar a voz en cuello y desde lo más profundo de nosotros mismos este cántico que es anuncio de algo nuevo que va a surgir desde la transformación que en estas circunstancias nos está pidiendo el Señor.

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