El
nacimiento de Jesús aunque sean muchas las sombras que tengamos en la vida nos
llena de luz y de esperanza
Isaías 9, 1-6; Sal 95; Tito 2, 11-14; Lucas
2, 1-14
‘No temáis, os anuncio una buena
noticia que será de gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de
David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal:
encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre’.
Es la gran noticia que resuena en la
noche de la Navidad. Es la gran noticia que sigue resonando y que necesitamos
escuchar. No la podemos eludir. No la podemos disimular. No podemos hacernos oídos
sordos. Es la gran noticia que tenemos que seguir proclamando. Necesitamos
nosotros escucharla una y otra vez. Necesita escucharla nuestro mundo como la ‘gran
buena noticia’, es la buena nueva que tiene que seguir resonando como la
primera vez. No es noticia pasada, no es noticia de otros tiempos, es noticia
para hoy, aunque el mundo se haga sordo, aunque muchos traten de camuflarla,
aunque muchos se pongan otras músicas en sus oídos para no prestarle atención.
Cuando resonó por primera vez esa
noticia la noche se revistió de luz. Era la noche y en la noche hay oscuridad.
Pero era la noche porque faltaba la verdadera luz que iluminara el mundo. No
eran tiempos fáciles porque la situación que vivía el pueblo de Israel estaba
muy llena de sombras. No eran solo las cuestiones políticas de dominios o no
dominios que mermasen la libertad y la soberanía de Israel. Eran otras luces
las que se habían ido apagando y nuevas sombras de desesperanza se cernían
sobre el pueblo.
Y el resplandor de aquella noche era
para despertar las esperanzas, era para que se comenzara a creer en un mundo
nuevo. Esa sería la Buena Noticia que se comenzaría a anunciar pronto, pero los
corazones estaban cerrados, los caminos no terminaban de abrirse aunque más
tarde el Bautista hiciera resonar su voz en el desierto para preparar los
caminos del Señor. Pero la transformación necesaria era costosa como costosa es
siempre la conversión porque cuesta salir de las tinieblas para encontrarse con
la luz.
Para nosotros resuena también fuerte
esta Buena Noticia de la Navidad porque también hay muchas sombras que nos
inquietan. Se nos ensombrecen también las esperanzas en muchas ocasiones y nos
cuesta entender qué camino habría que tomar, nos cuesta aprender las lecciones
que la misma vida nos está dando a través de lo que está sucediéndonos y nos
quedamos como apesadumbrados sin saber que caminos tomar.
Mucho se hablado estos días que es una
navidad diferente. Pero para muchos es diferente porque no pueden seguir con
las mismas rutinas de siempre, porque nos sentimos desbordados y como oprimidos
porque no podemos hacer lo de todos los años, estamos como tristes porque se
nos han limitado las posibilidades de fiesta. Y decimos que la navidad va a ser
diferente.
Pero ¿quizá no tendríamos que
preguntarnos seriamente ni no es que necesitamos hacer que la Navidad sea
diferente? Nos obliga quizás a ir a lo esencial, pero hemos terminado por no
saber qué es lo esencial de la navidad porque de tantas cosas la hemos llenado
que la hemos desfigurado. El tener que despojarnos de muchas cosas que no son
tan esenciales ¿no nos hará que nos encontremos de verdad con el niño recién
nacido envuelto en pañales y recostado en un pesebre? Tendríamos que quizá
apagar las luces que nos encandilan para encontrar la verdadera luz, porque con
tantos guiños que recibimos de un lado y de otro no sabemos dónde está la luz
verdadera.
Ojalá escuchemos muy bien el gran
anuncio de esta noche y seamos capaces de disponernos como los pastores que se
fueron derechos a Belén para encontrar aquello que los Ángeles les habían
anunciado. Nuestra vida no se puede llenar de sombras cuando tenemos la luz
verdadera que es Jesús.
Claro que tenemos que salirnos de
muchos barullos para escuchar claramente el anuncio, tenemos que salirnos de
algunas comodidades aunque digamos que estamos tan mal para ponernos en camino
como hicieron aquellos pastores; eran pobres y estaban poco menos que al raso guardando
sus rebaños en la fría noche, pero acurrucados unos con otros mantendrían algún
tipo de calor, pero ahora tenían que levantarse y ponerse en camino aunque
comenzaran a sentir con un poco más de fuerza el frío de la noche, pero aquel
camino les llevaría a la luz verdadera y al que iba a ser fuego en sus
corazones para encontrarse con la salvación.
Los pastores se convierten para nosotros
en mensajeros y en estímulo para emprender el camino. Y nos encontraremos con
el niño que es nuestro salvador en brazos de su madre María o recostado en un
pesebre que le hacía de cuna. Es nuestra luz en medio de las tinieblas en que
vivimos, es nuestra salvación que nos levanta de nuestros desencantos e
incertidumbres, es el que va a dar sentido y valor a nuestra vida, es el que va
a iluminar nuestro mundo con una nueva luz y una nueva esperanza.
Será así como hagamos verdadera
navidad; será así como vamos a llegar a lo esencial; será así como vamos a
sentir al Emmanuel, al Dios con nosotros, que camina con nosotros y nos enseña
a hacer ese mundo nuevo. Una navidad nueva y distinta que hemos despojado de
superficialidades para llegar a lo que es el verdadero sentido de la navidad.
Aunque estemos tristes por esas cosas
que nos ensombrecen la vida va a surgir una nueva alegría de nuestro corazón
porque nos llenamos de nueva luz, porque nos llenamos de Dios. El nacimiento de
Jesús aunque sean muchas las sombras que tengamos en la vida nos llena de luz y
de esperanza.
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