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viernes, 28 de diciembre de 2018

En los santos inocentes martirizados en Belén y en la huida de Jesús a Egipto tenemos que ver cuantas situaciones de sufrimientos inocentes vemos en el mundo de hoy


En los santos inocentes martirizados en Belén y en la huida de Jesús a Egipto tenemos que ver cuantas situaciones de sufrimientos inocentes vemos en el mundo de hoy

1Juan 1,5-2,2; Sal 123; Mateo 2,13-18

Mira que algunas veces nos volvemos crueles. Un hecho que en si mismo es sangriento lo convertimos en un día de bromas, ‘inocentadas’ decimos, que de alguna manera lo hacemos risa y diversión. Costumbres, tradiciones que se nos han metido en alma del pueblo y en este día de los Santos Inocentes, no lo dejamos pasar sin que le gastemos alguna inocentada a un amigo, familiar o compañero.
Pero como decíamos el hecho del evangelio que hoy recordamos tiene mucho de cuento y sangriento cuanto significa la muerte de tantos niños en los alrededores de Belén desde la ambición, el orgullo y la crueldad del rey Herodes que podía ver en peligro su reinado tras el anuncio por parte de aquellos magos venidos de Oriente del nacimiento de un niño que iba a ser rey.
A verse burlado por los Magos que desde Belén no volvieron para indicarle el lugar exacto donde habían encontrado al Niño que venían buscando se desata la ira del rey mandando matar a todos aquellos niños inocentes, de dos años para abajo, que no sabían ni por qué ni por quien morían. Fue el nacimiento de Jesús la causa de la muerte de aquellos niños y es por lo que los llamamos santos, porque los consideramos mártires, primeros testigos en dar la vida por el nombre de Jesús.
Este texto del evangelio es un cruel retrato de las maldades que se nos meten en el corazón de los hombres cuando nos dejamos arrastrar por la ambición del poder, sea cual sea el poder que ansiemos, pero también reflejo de sufrimientos y situaciones duras que podemos contemplar como se siguen sucediendo hoy.
Ya mencionamos esa ambición del corazón de los hombres que son capaces de hacer lo que sea cuando ven en peligro su poder o sus influencias. Cuantas cosas en este sentido siguen sucediendo hoy en las trampas que nos ponemos los unos a los otros, en nuestras luchas porque menos que tribales por mantenernos en el lugar de nuestros sueños, y por no permitir que nos abajen de esos pedestales de poder, prestigio, vanidad en una palabra, en donde nos hemos subido en nuestros afanes de dominio.
Es también la muerte cruel de tantos inocentes desde nuestras violencias humanas, desde nuestras guerras en las que la mayoría de las veces los que mueren son ciudadanos inocentes – y no digamos cuantos niños – que se ven bajo la sombras de esas batallas muchas veces interesadas y planeadas desde lugares de poder.
Son también los niños de la guerra, inocentes convertidos en soldados o en armas de matar de mil maneras, pero son los que sufren los horrores y las violencias de tantas clases nacidas de la pasión de los mayores. Son los inocentes que mueren de inanición porque los que pudiéramos hacer algo por remediar el hambre del mundo, los vemos tan lejos que hemos perdido incluso la sensibilidad.
Como consecuencia de la ambición y crueldad de Herodes la sagrada familia de Jesús, María y José se ven abocados a una situación que nos recuerda también tantas situaciones de las que somos testigos, lo noticieros nos están dando referencias continuamente y vemos que se repite a nuestro alrededor; es el mundo de los emigrantes. Un ángel del Señor avisa en sueños a José y ha de salvar al niño por lo que huyen a Egipto donde se verán salvos. Cruzar aquellos desiertos que separan Egipto de Israel, que un día hicieran en sentido contrario los israelitas buscando la tierra prometida, y con lo medios precarios de la pobreza en que se encontraban para vivir en un país desconocido como era Egipto no seria plato de buen gusto.
Es la imagen que vemos en los que llegan a nuestras costas en pateras o por el medio que sea, atravesando continentes y mares, huyendo de la situación de pobreza o de guerra de sus países de origen, para venir a un lugar que no conocen, donde muchas veces no son socorridos ni atendidos, con dificultades de lenguaje, costumbres e idiomas que está sucediendo hoy a nuestro lado, repito, Pensemos en cuanto sufrimiento se genera con estas situaciones, mucho tendríamos que decir. Es la imagen que vemos en la huida a Egipto de María y José por salvar al Niño.
Claro que todas estas cosas no las queremos pensar. La respuesta que damos muchas veces a todas esas situaciones no suele ser la más apropiada, por decirlo de una manera suave, cuando no somos nosotros los que de alguna manera nos portamos de una forma cruel con tantos inocentes – y pongamos aquí el rostro que queramos -.
No es ya que convirtamos la fiesta de los Santos Inocentes en motivo para nuestras bromas y causa de diversión; eso seria lo de menos, porque nos metemos en el rió de costumbres que no sabemos ni su sentido y su origen y por ahí andamos en la vida.
Es esa otra crueldad de la vida en la que no veamos envueltos, esas ambiciones que nos envenenan el alma de lo que tenemos que ser conscientes y si en esa huida de Jesús a Egipto hemos querido ver a todos esos inocentes maltratados, en ellos veamos la imagen de Jesús en todos ellos y recordemos lo que luego nos dirá Jesús en el evangelio. ‘Lo que a ellos hicisteis a mi me lo hicisteis...’ ¿Qué le estamos haciendo a Jesús?

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