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lunes, 2 de julio de 2018

Hay impulsos que nos hacen tomar decisiones importantes y hacen florecer en nosotros los mejores valores para el servicio a los demás


Hay impulsos que nos hacen tomar decisiones importantes y hacen florecer en nosotros los mejores valores para el servicio a los demás

Amós 2,6-10.13-16; Sal. 49; Mateo 8, 18-22

En la vida vamos recibiendo como impulsos de aquellos acontecimientos que suceden a nuestro lado y nos impactan, del ejemplo y el testimonio quizá de una persona buena y entregada que camina a nuestro lado y que le vemos muy realizada y feliz en lo que hace, o en ocasiones de cosas que nos suceden que en principio nos hacen daño pero que en el fondo nos hacen pensar, de una palabra certera que escuchamos a alguien y que nos llamó la atención; esos impulsos nos hacen que tomemos decisiones, que quizá queramos darle un cambio de rumbo a nuestra vida, ponen ilusión y esperanza en nuestro corazón deseando cosas grandes y realizar también cosas semejantes a lo que vemos en esos testimonios que recibimos.
Así nacen las vocaciones, así descubrimos metas por las que luchar en la vida, así florecen quizá en nosotros valores que parecía que no teníamos pero que ahora vemos lo hermosa que nos pueden hacer la vida. Lo habremos experimentado en nosotros mismos, o vemos en nuestro entorno personas que cambian de un día a otro y viven una nueva entrega con mucho ánimo, con mucha ilusión.
Son buenos esos impulsos que de una forma podríamos decir primaria nos quieren poner en las sendas de nuevos caminos en la vida, pero en el fondo tienen que hacernos reflexionar seriamente porque decisiones importantes en las que se implica el rumbo de la vida no se pueden tomar a la ligera o solo desde esos impulsos. Somos seres racionales y desde la razón y con la razón además de con el corazón hemos de tomar las decisiones. Claro que quien se siente inundado por un amor superior que le invade y le supera envolviendo su vida, seguramente se dejará llevar por esa locura del amor.
En el evangelio hoy vemos como un letrado quizá entusiasmado por lo que está escuchando de Jesús o por el testimonio de las cosas que Jesús hace decide así de pronto seguir a Jesús. ‘Maestro, te seguiré adonde vayas’, le dice a Jesús. Había también contemplado como había discípulos más cercanos a Jesús que estaban siempre con El y le acompañaban a donde quiera que fuese. El quería formar parte de ese grupo, él quería estar con Jesús. Como cuando encontramos un amigo que nos ha llegado al corazón y le decimos que seremos amigos para siempre, o cuando alguien se ha sentido enamorado de alguien y ya desde el primer momento promete amor eterno.
Aunque como veremos luego Jesús nos exige radicalidad cuando hemos tomado la decisión de seguirle – porque no se puede poner la mano en el arado y volver la vista atrás ni dedicarnos solo a enterrar a nuestros muertos -, sin embargo nos pide que seamos reflexivos, que veamos hasta donde somos capaces de llegar, si seremos capaces de afrontar toda la entrega que se nos pide o tenemos claras cuales son las exigencias, hasta donde nos sentimos fuertes o hasta donde desde nuestra confianza pero también desde nuestra debilidad seremos capaces de ponernos en las manos del Espíritu que nos guíe.
‘Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza’, le dirá Jesús dándole a entender cual es la verdadera disponibilidad que tendría que haber en su vida. ¿Vamos buscando situarnos en la vida? ¿Vamos buscando una vida fácil? ¿Vamos buscando privilegios que nos hagan sentirnos por encima de los demás? ¿Vamos buscando satisfacer esas ansias de poder que en el fondo subyace siempre en nuestro corazón?
Sea cual sea la decisión que hayamos de tomar en la vida y que va a marcar su rumbo, nuestra entrega o nuestro servicio desde nuestros valores y desde nuestras capacidades, el espíritu ha de ser siempre el del servicio. Otras intencionalidades malean nuestro trabajo y cuando se trata de que lo hacemos por el Reino de los cielos serían cosas incompatibles. En eso tendrían que pensar quienes ejercieran una función en el servicio de la comunidad en cualquier ámbito social, y esto lo hemos de tener muy claro quieres queremos vivir una función pastoral, sea cual sea desde el Papa hasta el ultimo de los servidores dentro de la comunidad eclesial.

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