Vistas de página en total

jueves, 23 de marzo de 2017

Tengamos una mirada limpia porque hay en nosotros un corazón muy lleno de amor y seremos capaces de ver la bondad que resplandece en tantos a nuestro alrededor

Tengamos una mirada limpia porque hay en nosotros un corazón muy lleno de amor y seremos capaces de ver la bondad que resplandece en tantos a nuestro alrededor

Jeremías 7,23-28; Sal 94; Lucas 11,14-23
Parece que siempre tiene que haber alguien detrás que ande con sospechas, con segundas intenciones, desconfiando de todo, hasta de lo mas bueno que podamos hacer. En ocasiones somos especialistas para las sospechas, no creemos en nada ni en nadie porque siempre estamos viendo intenciones turbias; será quizás por anda turbio nuestro corazón y eso se convierte en un velo o un cristal con muchas manchas oscuras a través del cual miramos.
Desconfiamos de todo, de los vecinos, de los que desarrollan alguna responsabilidad y quizás los vemos actuar con éxito, de los políticos, de los que nos enseñan, o simplemente de los compañeros de camino en la vida, donde siempre estamos viendo unos intereses o unos deseos de ganancias. Pudiera ser cierto que en ocasiones pudiera haber personas que actúan mal y que no es oro todo lo que reluce, porque escondido en sus vidas pueda haber mucha maldad y hasta corrupción, pero eso no nos tiene por que llevar a desconfiar de todo el mundo. Es necesario que demos más votos de confianza en la vida, creyendo en las personas y descubriendo la bondad que hay en sus corazones.
De Jesús también desconfiaban; ya sabemos como andan sembrando cizaña los letrados y los fariseos queriendo crear desconfianza en torno a Jesús, a sus palabras y a las obras que realiza. Es lo que hoy vemos en el evangelio. Jesús había curado a un mudo, liberándolo de sus ataduras para que pudiera hablar. Ya sabemos como consideraban cualquier enfermedad o cualquier limitación como una posesión del maligno; por eso nos dice el evangelio que Jesús echo al demonio de aquel mudo para que pudiera hablar.
Pero allá andan los que siembran las semillas de la discordia y de la desconfianza, los que están viendo siempre dobles intenciones en lo que haga Jesús y no quiere ni reconocer su autoridad y su poder, ni ser capaces de ver la gracia de Dios que se manifiesta en Jesús. Lo que hace, piensan y dicen, es por obra del poder de los demonios. Vemos claro el contrasentido, un reino dividido no puede subsistir y si es por el poder del demonio por el que es arrojado de aquellos poseídos, mal le va a ir.
Una cosa que tenemos que ver clara aquí es la maldad del corazón de aquellas personas. Todas las cosas se ven según el color del cristal con que se mira. Como aquella mujer de la anécdota que criticaba siempre a su vecina porque decía que tendía la ropa a secar dejándole todas las manchas, hasta que un día el marido le dijo que lavara los cristales de la cocina desde donde veía el patio de la vecina, porque estaban muy llenos de suciedad y era la suciedad a través de la cual veía manchada la ropa de su vecina.
La maldad de nuestro corazón no hace mirar con desconfianza, nos impide creer en las personas, porque cree el ladrón que todos son de su condición, como dice el refrán. Limpiemos la suciedad de nuestro espíritu, miremos con mirada clara y limpia porque en nosotros no haya esa malicia y esa mala intención y seremos capaces de ver entonces la bondad de las personas, todo lo bueno que los otros realizan también.
Jesús curo a aquel mudo del evangelio liberándole de su mal; que el Señor nos sane, purifique nuestro corazón y seamos capaces de llenarlo de muchas  virtudes, de muchos valores, de muchas cosas buenas, de mucho amor y veremos entonces el amor de los demás, las cosas buenas que hacen tantos a nuestro alrededor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario