Cuaresma es un camino de ascensión que nos hace crecer en nuestra entrega, madurar en el amor y profundizar en la espiritualidad de la cruz
Deuteronomio
30,15-20; Sal 1; Lucas 9,22-25
Cuando las cosas parece que nos marchan bien, todo nos va saliendo a
pedir de boca, nos sentimos contentos y felices con lo que vamos consiguiendo y
viene alguien y nos dice que nos preparemos porque pronto nos vendrán tiempos
malos, de fracasos, de problemas, de contratiempos, poco menos que lo llamamos pájaro
de mal agüero y nos sentiremos contrariados con esas anuncios que nos echan
encima un jarro de agua fría. Son cosas que no nos pueden suceder, pensamos.
Algo así les pasaba a los discípulos con los anuncios que Jesús hacia
de su pasión. No lo podían entender. La gente quería a Jesús, iban tras El para
escucharle, le recibían por todas partes, curaba sus enfermos, sus palabras les
llenaban de esperanza, escuchándole surgían tantas cosas buenas en sus
corazones, a Jesús no le podía pasar nada. Nos lo dicen continuamente los
evangelistas expresándonos la reacción de los discípulos cercanos ante las
palabras de Jesús. Sabían, es cierto, que había algunos que le hacían la
guerra, que siempre estaban a la contra, que venían con preguntas capciosas,
pero pensaban que todo eso se quedaría ahí y no llegarían a nada más.
Es el anuncio que hoy escuchamos a Jesús en el Evangelio. ‘El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser
desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y
resucitar al tercer día’. Es
el anuncio que escuchamos también nosotros cuando estamos iniciando este camino
de la Cuaresma que sabemos muy bien que nos lleva a la Pascua. Si a los discípulos
les costaba entender las palabras de Jesús, nosotros con la perspectiva de los
años y con el conocimiento que tenemos ya de lo sucedido quizás podamos tener
una reacción peor. No es ya que no nos lo creamos sino que lo escuchamos
rutinariamente y ya no produce impacto en nosotros. Nos hemos acostumbrado quizás.
Es un peligro y una tentación.
Por eso tenemos que escuchar lo
que Jesús dice a continuación que también impactaría a los que le escuchaban
entonces pero, repito, nosotros nos hayamos acostumbrado. Pero no lo podemos
escuchar insensibles, tenemos que despertar, darnos cuenta de la exigencia que
nos plantea. ‘El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con
su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la
perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a
uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí mismo?’
Decimos que tenemos fe en Jesús
y somos sus discípulos, pues vamos a ver como en verdad vamos a seguirle. Nos
está hablando de negación a nosotros mismos y nos esta hablando de cruz; nos
está hablando de entrega hasta ser capaces de perder la vida y nos está
diciendo que se está poniendo en juego nuestra propia salvación. Las palabras
son serias. No nos las podemos tomar a la ligera. No podemos andar con
superficialidades.
No podemos decir que somos
seguidores de Jesús de cualquier manera. Comportará un estilo de vida distinto,
un nuevo sentido de vida. No es simplemente dejando ir pasando los días siendo
buenos más o menos. Se trata de vivir el mismo sentido de Jesús que es el
sentido del amor que se hace entrega hasta el final. Y quien se entrega
desinteresadamente va corriendo el riesgo de perderlo todo para si en esa
entrega. Quien se entrega desde ese planteamiento del amor no se reserva nada
para sí. Quien se entrega desde el más profundo amor no teme abrazar la cruz
porque sabe que es el signo grande del amor.
¿Cómo se tiene que traducir eso
en nuestra vida de cada día, en mi vida en concreto? Es la pregunta que tenemos
que hacernos en la presencia del Señor. Es la primera pregunta que ya nos vamos
haciendo cuando iniciamos este camino de cuaresma. Es la primero predisposición
que tiene que haber en nuestro corazón para escuchar a Dios y aceptar lo que
nos va pidiendo. Es el camino de ascensión que estamos emprendiendo en esta
cuaresma que nos hará crecer espiritualmente, que nos hará crecer en el amor.
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