De ti y de mi depende que el mundo conozca el verdadero nacimiento de Dios en esta navidad y no será solo con luces de colores cómo lo hemos de anunciar
Génesis 49,1-2.8-10; Sal 71; Mateo 1,1-17
‘Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán’. Así
comienza el evangelio de san Mateo. Nos ofrece la genealogía de Jesús, el
Señor, entroncándolo con David y con Abraham, padre en la fe y origen del
pueblo de Israel, del pueblo de Dios para terminar diciéndonos que de María,
casada con José, nació Jesús, llamado Cristo, el Ungido del Señor.
El Emmanuel, Dios con nosotros, como habían anunciado los profetas, al
encarnarse y hacerse hombre lo hace en el seno de una familia y en medio del
pueblo, el pueblo de la promesa, al que pertenecerá. Es el misterio grande que
nos disponemos a celebrar en unos días y para lo que nos hemos venido
preparando a lo largo de todo el Adviento. Dios con nosotros, Dios en medio de
su pueblo, Dios encarnado en el seno de familia, Dios que se hace presente con
su salvación en medio de nuestra historia.
Y es ahí en nuestra historia, nuestra historia personal pero también
la historia del mundo y de la sociedad donde vivimos es donde hemos de celebrar
la navidad. Porque Dios con su salvación viene a nuestra vida concreta y a
nuestro mundo concreto. Es en nuestra vida concreta con sus problemas y sus alegrías,
con sus sufrimientos y con sus esperanzas, con las ilusiones que ponemos en lo
que hacemos o con los proyectos concretos que tengamos en nuestra vida donde celebramos
la Navidad, porque es ahí donde Dios quiere hacerse presente para nosotros.
Para algunos, quizá para muchos, la navidad se convierte en algo
triste lleno de nostalgias y eso les hace perder el encanto de la navidad. Pero
un verdadero creyente en Jesús sabe cómo Dios se hace presente ahí en esa vida
que vivimos también con sus tristezas y nostalgias y quiere transformar nuestra
vida, llenar de una esperanza nueva nuestro corazón.
Por eso no podemos vivir una navidad superficial hecha solo de cosas
externas, sino que tenemos que vivirla desde lo más hondo de nosotros mismos
pero viviendo con intensidad el misterio que celebramos. Y el misterio
maravilloso que celebramos es que Dios quiere nacer en nosotros con su
salvación, Dios quiere hacerse presente en nuestra vida desde esas
circunstancias concretas que vivamos.
La primera navidad no estuvo exenta de problemas y conflictos. María y
José se habían tenido que desplazar desde Nazaret a Belén con los problemas y
dificultades que acarreaba un viaje tan largo en aquella época y en las
condiciones en que iba María; luego no faltaron problemas para aquel matrimonio
a la llegada a Belén porque no encontraban sitio donde guarecerse hasta tener
que cobijarse en un establo en las afueras de Belén. Y allí se manifestó la
gloria del Señor, allí Dios quiso ser Dios con nosotros haciéndose presente en
medio del mundo al que no faltaban problemas y dificultades.
Nos quejamos nosotros de nuestros problemas o de los problemas del
mundo en que vivimos. ¿Por qué no pensamos que ahí quiere hacerse presente de
Dios que viene con su salvación para hacernos a nosotros mejores y hacer mejor
nuestro mundo? Quizá pueda depender de nuestra manera de celebrar la Navidad.
Hemos de pensar cómo hemos de hacer más presente a Dios en nuestro mundo concreto,
ese mundo en el que vivimos, en esta navidad. Y no son solo luces de colores
los que van a anunciar al mundo el nacimiento de Dios hecho hombre.
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