Escuchamos la Palabra de Dios que nos impulsa a abrirnos al amor, al servicio, a la comunión de la nueva familia de Dios
Esdras
6, 7-8.12b.14-20; Sal 121; Lucas 8, 19-21
‘Estos son mi madre y
mis hermanos: los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica’. Le habían dicho a Jesús que fuera
estaba su madre y sus parientes que venían a verlo. Y esta fue la reacción de
Jesús. Dejarnos esa hermosa sentencia. Escuchar la Palabra, pero no solo oírla,
sino llevarla a la vida, llevarla a la práctica de cada día. Quienes así lo
hicieran formarían parte de su nueva familia; así se constituía la nueva
comunidad.
No es que no quisiera saber de su madre y de sus
hermanos o parientes; quería más bien aprovechar todo momento para enseñarnos
algo. Además María, su madre, era el mejor ejemplo y modelo de lo que estaba
diciendo. María es modelo de escucha pero también de cómo hacer vida en la
propia vida la Palabra de Dios escuchada. No quería María otra cosa que hacer
que en ella se cumpliera siempre la voluntad de Dios.
Tenemos que recordar una y otra vez aquel episodio de
Nazaret. María siempre tiene abierto su corazón a Dios, siempre quiere estar en
la sintonía de Dios. Es así como recibe al ángel enviado por Dios, es así como
se abre al misterio de Dios que se le manifiesta, es así como escucha y quiere
hacerlo de una manera profunda la palabra que lleva a ella de parte de Dios.
Cuando la saluda el ángel se queda meditando en aquello
que ha escuchado; quiere entenderlo pero quiere hacerlo vida de su vida; aunque
le cueste entender, por eso pregunta, pero no quiere hacer otra cosa que
descubrir los designios de Dios. Por eso María es la llena de Dios, la llena e
inundada de la gracia de Dios. ‘Llena de
gracia… porque el Señor está contigo’, le dice el ángel. Ella es la
agraciada con el favor de Dios.
Por eso terminará sintiéndose la pequeña, la humilde,
la esclava del Señor que no quiere otra cosa que hacer la voluntad de Dios. ‘Aquí está la esclava del Señor, hágase en
mi, según tu palabra’. Que se cumpla en ella el designio de Dios es su
deseo, es su oración. Y la Palabra de Dios se encarnó en ella; y la Palabra de
Dios estuvo presente en su corazón durante toda su vida.
Esa Palabra de Dios que si le había abierto el corazón
a Dios, ahora la llevaba a abrir su corazón a los demás; allí estaba María
siempre dispuesta al servicio; allí estaba María siempre atenta allí donde
hubiera una necesidad; allí estaría María donde se viviera la comunión en el
amor; ahí estará María al pie de la cruz para hacer también su ofrenda de amor;
pero ahí estará María siempre presente en la vida de la Iglesia para alentar a
sus hijos a vivir en la comunión, en el servicio, en el amor.
Y hoy nos dice Jesús que si queremos ser parte de su
familia, si queremos entrar en esa nueva comunidad de fe y de amor de todos los
que quieren ser sus discípulos, tenemos que hacer como María, escuchar y
plantar la Palabra de Dios en nuestro corazón, en nuestra vida. Cuánto tenemos
que aprender de María. Qué hermoso caminos hemos de recorrer de mano de María
para vivir en el amor, para vivir en el servicio, para vivir en esa nueva
comunión.
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