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jueves, 2 de julio de 2015

Aprendamos a leer los acontecimientos nuestra vida con la mirada de la fe descubriendo lo que es el plan de Dios para nosotros

Aprendamos a leer los acontecimientos nuestra vida con la mirada de la fe descubriendo lo que es el plan de Dios para nosotros

Génesis 22, 1-9; Sal 114; Mateo 9,1-8
Algunas veces parece que la vida nos pide cosas que sobrepasan lo que parece que uno sería capaz hacer; decisiones que se convierten en algo cruento en nuestro corazón, caminos nuevos que hemos de tomar en la vida, renuncia a algo que queremos o anhelamos mucho pero de lo que nos vemos obligados a desprendernos, cosas y momentos duros que quizá nos hieren por dentro porque no quisiéramos hacerlo, pero que por otra parte quizás nos vemos obligados por determinadas circunstancias a realizar.
¿Qué hacer? ¿Qué es lo que realmente haremos? ¿Hasta donde seríamos capaces de llegar? Son pruebas duras de la vida, que nos pueden destrozar o que nos pueden ayudar a crecer y a madurar dependiendo de cómo nos lo tomemos y la auténtica profundidad que tengamos en nuestra vida. Nos pudiera parecer demasiado teórico esto que estamos planteando, pero quienes han tenido que pasar por pruebas así, o quienes saber leer los acontecimientos de su vida con profundidad me darán la razón.
Es lo que se le plantea a Abrahán en la lectura del Génesis de este día. En este caso el siente que Dios le está pidiendo el sacrificio de su hijo; no es una renuncia cualquiera la que tiene que hacer Abraham como quien se despida de su hijo porque marche a otra parte. Se le está pidiendo la vida de su hijo. Nos puede parecer cruento; en la antigüedad estos sacrificios rituales en ciertas culturas eran muy habituales. Quizá en medio de la historia de la salvación que es todo el relato bíblico se nos está enseñando cómo ese tipo de sacrificio no es querido por Dios. Pero sí puede ser un buen signo o una buena imagen de esas situaciones de las que hablábamos al principio de nuestra reflexión.
Abrahán responde desde la fe a la petición que siente que le hace Dios. Por su fe quiere ser obediente a Dios por encima de todo, enseñándonos el valor de la fe y la radicalidad con que hemos de vivirla, pero enseñándonos a tener también una mirada de fe a nuestra vida de cada día, en todo momento y circunstancia, pero donde tenemos que hacer resaltar ese espíritu de fe precisamente en los momentos duros y en los momentos de prueba.
Una certeza sí hemos de tener desde esa fe que hemos puesto en el Señor y en su Palabra. Dios no nos abandona en esos momentos difíciles que hemos de vivir en nuestra vida, en esos momentos de prueba por los que hemos de pasar. Siempre estará el ángel del Señor a nuestro lado, como en el caso de Abrahán para hacernos ver lo que es la verdadera voluntad de Dios y también para hacernos sentir su fuerza y su gracia en esas decisiones que quizá hemos de tomar o en esos momentos duros y de prueba por los que hemos de pasar.
No es tan importante el sacrificio externo que nosotros podamos hacer o que podamos presentar al Señor, como ese sacrificio de nuestro yo, de nuestra voluntad para agachar nuestros orgullos, para descubrir lo que verdaderamente quiere el Señor de nosotros y podamos hacerle con todo nuestro amor esa ofrenda de nuestra vida.
¿No decimos, con los mandamientos que nos hemos aprendido de memoria, que amamos a Dios sobre todas las cosas? Si es sobre todas las cosas nada, ni nuestro yo tampoco, puede estar por encima de Dios. El es el único Señor de nuestra vida; pero el Señor de nuestra vida que nos ama y quiere vida para nosotros. Le respondemos con nuestra adoración, con nuestro reconocimiento por la fe, con nuestro amor tratando de corresponder a su amor.
Aprendamos a leer esos acontecimientos nuestra vida, incluso aquellos que vivimos con mayor dolor, con la mirada de la fe, con ojos de la fe, descubriendo así siempre lo que es la voluntad de Dios para nuestra vida. No siempre es fácil pero la fuerza del Espíritu del Señor nos dará esa sabiduría para saborear los caminos del Señor.

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