Vistas de página en total

viernes, 12 de diciembre de 2014

Atendamos bien a la Palabra del Señor que nos enseña y que nos guía para acoger a Dios que llega nuestra vida

Atendamos bien a la Palabra del Señor que nos enseña y que nos guía para acoger a Dios que llega nuestra vida

Is. 48, 17-19; Sal. 1; Mt. 11, 16-19
‘Yo, el Señor, tu Dios, te enseño para tu bien, te guío por el camino que sigues’, pero tú no has atendido a mis mandatos; así viene a decirle el profeta al pueblo de Israel de parte de Dios. Como hemos recitado más de una vez con los salmos ‘ojalá escuchéis hoy la voz del Señor, no endurezcáis el corazón’. Nos viene bien recordarlo.
Los profetas ayudaban al pueblo de Dios recordándoles la fidelidad a la Alianza que habían de vivir. Eran el pueblo de Dios y como tal habían de comportarse, lo que les exigía fidelidad, vigilancia para no dejarse confundir ni arrastrar por malos caminos, apertura de corazón a lo que es la voluntad de Dios escuchando con fe su palabra. Pero cuántas veces se dejaron confundir y se dejaron arrastrar por caminos que no eran los caminos de Dios.
Nosotros ahora en este camino de Adviento que vamos haciendo también escuchamos a los profetas que también nos ayudan a nosotros en esta preparación para la navidad que es el Adviento que queremos vivir. Eso mismo que le pedían los profetas al pueblo de Dios está llegando a nosotros también como Palabra de Dios que nos ayuda, que nos despierta de nuestras modorras y rutinas, que aviva en nosotros también esos deseos de Dios, de su salvación, de su vida, de su gracia.
Son esas actitudes importantes y fundamentales a las que nos invita también la Iglesia para mantenernos en la espera de la venida del Señor. Algo importante es la vigilancia tan necesaria al que espera algo. Esperamos pero lo grandioso de lo que vamos a recibir nos hace estar atentos, vigilantes para que no nos encuentre desprevenidos ni dormidos. Lo grande y maravilloso es la presencia del Señor que llega a nuestra vida. El Bautista con el mismo sentido de los profetas nos ha dicho que tenemos que preparar los caminos.
Atentos junto a ese camino por el que llega el Señor a nuestra vida no nos podemos distraer con otras cosas de manera que pueda pasar inadvertida esa presencia de Dios. Y en nuestro entorno hay muchas cosas que nos pueden distraer por la manera de concebir, por ejemplo, lo que es la navidad para gran parte de la gente que nos rodea. Y si les hacemos caso y ponemos toda nuestra atención en esas superficialidades puede pasar inadvertido para nosotros ese paso de Dios, esa llegada de Dios a nuestra vida. Pensemos en cuantas cosas superfluas ponen como centro de atención de su manera de entender la navidad muchos de los que nos rodean.
Que no sean solo unos días para pasarlo bien, para quedar con los amigos o incluso con la familia, pero de manera que nos olvidemos lo que tiene que estar en el verdadero origen de lo que son las fiestas de Navidad. Porque nos podemos olvidar de Jesús muy preocupados por nuestros regalos o nuestras comidas.  Atentos, vigilantes para recibir al Señor que llega a nosotros en el Sacramento; atentos y vigilantes para vivir con todo sentido y profundidad nuestras celebraciones religiosas, no simplemente porque hagamos celebraciones bonitas, sino porque hagamos celebraciones vivas en que haya verdadero encuentro sacramental con el Señor y su gracia.
Atentos y vigilantes también para descubrir la presencia del Señor en los demás, en cuantos pasan a nuestro lado a los que tenemos que regalar nuestro amor, sobre todo y de manera especial en los pobres y en los que sufren, en los que se sienten solos o en los que van desorientados por la vida, en los que nadie quiere o en los sufren tantas discriminaciones. Que la atención y apertura de nuestro corazón para descubrir al Señor que llega a nosotros en esta navidad nos enseñe a tener una mirada distinta hacia los que nos rodean, pero que aprendamos no a hacerlo solamente estos días porque quizá haya una especial sensibilidad porque es navidad, sino que esa mirada sepamos seguir teniéndola todos los días de nuestra vida. Entonces haremos que sea navidad de verdad cada día de nuestra vida.
Es la manera de preparar bien los caminos del Señor. Es la mejor manera de seguir al Señor para encontrar la luz de la vida, como hemos dicho en el salmo. Que atendamos bien a lo que son los mandatos del Señor, a la Palabra del Señor que nos enseña y que nos guía, como nos decía el profeta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario