Vivamos en el Espíritu para que brillen las obras del Espíritu
Gál. 5, 18-25; Sal. 1; Lc. 11, 42-46
‘Los que son de Cristo
han crucificado su carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu,
marchemos tras el Espíritu’.
Así nos dice san Pablo en la carta a los Gálatas. Ya antes nos había dicho ‘para vivir en libertad, Cristo nos ha
liberado’.
Hermoso mensaje en que nos sentimos liberados por
Cristo. Hermoso mensaje que nos reconforta y nos estimula a vivir la vida
dejándonos conducir por el Espíritu de Dios. Cuántas veces seguimos haciendo en
la vida aquello que no quisiéramos hacer. Nos sentimos como impelidos a
dejarnos arrastrar por la pasión. Nos cuesta muchas. Muchas veces hasta
pensamos que es imposible liberarnos, actuar con verdadera libertad. Nos
arrastra la pasión y nos parece imposible. Nos cegamos y ya no somos capaces de
ver otra cosa.
Lo hemos experimentado en nosotros mismos y tantas
veces lo escuchamos decir. Y decimos que es cuestión de la naturaleza, que si
somos así, que si son cosas naturales que no tenemos por qué controlar. Tantas
cosas en las que queremos justificarnos. Pero ¿quién es el dueño de nuestra
vida? ¿La pasión? ¿Ese impulso ciego? ¿Es que somos solo producto del instinto?
¿Dónde está nuestra capacidad de razonar y nuestra voluntad?
Es fuerte la pasión pero nuestro yo tiene que estar por
encima de todo eso. Nos cuesta y, como decíamos, nos cegamos muchas veces, pero
hemos de saber tomar en nuestras manos las riendas de nuestra vida. Cuando nos
dejamos arrastrar ciegamente por la pasión ya sabemos dónde vamos a terminar y
como nos endiosaremos de tal manera que queremos dominar a cuanto nos rodea,
quienes no somos capaces de dominarnos a nosotros mismos.
Terminaremos en las obras de la carne, como nos dice
hoy el apóstol. ‘Las obras de la carne
están patentes: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería,
enemistades, contiendas, celos, rencores, rivalidades, partidismo, sectarismo,
envidias, borracheras, orgías y cosas por el estilo’.
Tremendo listado, podemos decir, nos ofrece el apóstol
donde se entremezclan muchas cosas pero en que en unas y otras estamos viendo
ese desorden que se produce en nuestra vida primero para no darle un sentido
profundo y noble a lo más íntimo de nosotros mismos, pero en lo que luego
terminaremos en multitud de reacciones y actitudes negativas en nuestra
relación con los demás. Sería necesario detenerse un poquito en todo esto para
reflexionar, para analizar las cosas que de este estilo nos van sucediendo en
nuestra vida.
Pero como nos ha dicho ya previamente la Palabra del
Señor ‘Cristo nos ha liberado’;
Cristo está con nosotros para ayudarnos a vencer y dominar ese mal que se nos
mete en el corazón y que tanto daño nos hace. Cristo nos trae el perdón para
tantas veces en que dejándonos arrastrar por la pasión hemos caído en el
pecado, pero nos da también la fuerza de su Espíritu que nos ayuda a
liberarnos, a superar situaciones, a cambiar en verdad nuestra vida.
Que seamos capaces de hacer brillar en nosotros los
frutos del Espíritu: ‘amor, alegría, paz,
comprensión, servicialidad, bondad, lealtad, amabilidad, dominio de sí…’
Qué distinta sería nuestra vida y qué distintas nuestras relaciones con los
demás. Qué mundo tan distinto podríamos hacer y qué felices seríamos, porque si
nos fijamos bien en aquellas obras de la carne al final no terminaremos ni
siendo felices nosotros mismos ni ayudando a ser felices a los demás. Dejémonos
conducir por el Espíritu, ‘vivamos en el
Espíritu, caminemos tras el Espíritu’.
No hay comentarios:
Publicar un comentario