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lunes, 27 de agosto de 2012


Nuestro gozo en el Señor el crecimiento de vuestra fe y del amor mutuo
2Tes. 1, 1-5.11-12; Sal. 95; Mt. 23, 13-23

El gozo del apóstol y el pastor es el crecimiento en la fe de aquellos que están a su cuidado siempre para la gloria del Señor. No busca el pastor satisfacciones ni ganancias humanas sino que lo que se busca siempre en la gloria del Señor. Y el Señor será más y más glorificado cuando va creciendo la fe de los creyentes que de forma comprometida se va manifestando en el amor y el fortalecimiento de la misma comunidad.

Son los sentimientos que expresa san Pablo en este inicio de la segunda carta - de las conservadas - que dirige a su querida comunidad de Tesalónica. Estamos comenzando a hacer su lectura que iremos haciendo en parte en estos días. Se congratula el apóstol por las noticias que le llegan de la vida de aquella comunidad y da gracias al Señor.

‘Es deber nuestro dar continuas gracias a Dios por vosotros, hermanos; y es justo, pues vuestra fe crece vigorosamente y vuestro amor, de cada uno por todos y de todos por cada uno, sigue aumentando’. Se siente el apóstol orgulloso de la fe y del amor mutuo de aquella comunidad e incluso lo manifiesta a las otras iglesias para que sirva de ejemplo y para que todos también den gracias a Dios.

Es el gozo que sentimos el alma los pastores en el acompañamiento de ese camino espiritual que juntos vamos haciendo. No siempre nos es fácil porque a todos no nos faltan dificultades y tentaciones. Nos puede surgir muchas veces el cansancio o la tentación a la rutina; pueden aparecer momentos de frialdad espiritual en que podemos caer en esa tensión que hemos de mantener en esos deseos de crecimiento en nuestra fe. 

Pero hemos de saber apreciar esos buenos deseos, esos esfuerzos que vamos haciendo muchas veces por mantenernos firmes en nuestra fe, ese trabajo por crecer cada día más espiritualmente que luego se va a traducir en nuestra conducta, en nuestra buena convivencia, en la paz y armonía fraternal que debe reinar entre nosotros. 

Somos humanos y débiles y a veces nos cuesta porque nos vuelven a salir a flote esos resabios de orgullo o de amor propio, pero es un gozo cuando vemos que hay personas que tratan de superarse y de ser mejores, de superar esos malos momentos y tratamos de ayudarnos, de ser generosos los unos con los otros y de compartir.

Como decía hoy el apóstol en la carta en referencia a los Tesalonisenses que hemos de saber aplicar nuestra propia comunidad que ‘nuestro Dios os considere dignos de vuestra vocación, para que con su fuerza y su gracia os permita cumplir vuestros buenos deseos y la tarea de la fe, para que así Jesús nuestro Señor sea vuestra gloria y vosotros seáis la gloria de El, según la gracia de Dios y del Señor Jesucristo’.

Doy gracias a Dios, sí, por vuestra fe, por tantas cosas hermosas que van aflorando en vuestro corazón; doy gracias a Dios por vuestra generosidad en la que muchos dan bonitos ejemplos cuando se ayudan mutuamente, cuando son capaces de compartir o cuando son capaces de sufrir con paciencia las impertinencias de los demás, porque todos tenemos que aceptarnos, comprendernos, perdonarnos, ayudarnos. 

Que el Señor nos dé su gracia para que siempre sigamos haciéndolo así. Es nuestro gozo y es la gloria del Señor.

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