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jueves, 2 de junio de 2011

Vuestra tristeza se convertirá en gozo

Vuestra tristeza se convertirá en gozo

‘Dentro de poco dejaréis de verme; pero, dentro de otro poco volveréis a verme’. Parecen unas palabras enigmáticas. Los discípulos se preguntan qué es lo que quiere decir con eso de ‘dentro de poco’.

Situémonos. Es la última cena y va a comenzar la pasión. Jesús es bien conciente de lo que va a suceder. Había anunciado repetidamente que el Hijo de Hombre sería entregado en manos de los gentiles y había de morir. Pero Jesús también anunciaba su resurrección. Podría estar refiriéndose a todo lo sucedido en su pascua, aunque bien sabemos que a los discípulos les costaba aceptar los anuncios que Jesús hacía. Ahora las palabras de Jesús siguen siendo enigmáticas para ellos.

‘Estáis preocupados por el sentido de mis palabras… yo os aseguro que vosotros lloraréis y gemiréis, mientras que el mundo se sentirá satisfecho; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo…’ Toda la pasión de Jesús y su muerte en la cruz fue una gran crisis para los discípulos. ‘Lo abandonaron y huyeron’, ya cuenta el evangelista desde el Huerto a la hora del prendimiento. Y bien sabemos la sensación de triunfo que tenían los sumos sacerdotes y los fariseos porque habían llevado a Jesús hasta la cruz. Pero cuando llegue el momento del encuentro con Cristo resucitado, ya nos contará el evangelista cómo se llenaron de alegría. ‘Su tristeza se convertirá en gozo…’

Nosotros, es cierto, que cuando vamos leyendo la pasión de Cristo y meditándola vamos haciendo nuestros también los sentimientos que los discípulos vivieron en aquellos momentos. Y cuando llegamos a celebrar la resurrección cómo nos llenamos también de inmensa alegría y la gran fiesta que es para nosotros la resurrección del Señor. Pero, ¿este texto podría decirnos algo más?

Si estamos hablando de la pasión de Jesús, podríamos pensar también en la pasión que han sufrido tantos y tantos mártires que a causa de la fe en Jesús llegaron a derramar su sangre, dar su vida por Jesús. Recordemos el Apocalipsis, la muchedumbre que venía de la gran tribulación pero a la que contemplamos triunfantes con palmas en sus manos cantando la victoria del Cordero. El Apocalipsis nos describe esa etapa de sombras y de persecusiones que sufría la Iglesia, pero nos habla también de la victoria final, el cielo nuevo y la tierra nueva de la gloria del Señor.

O podemos pensar en nuestra pasión, también en los momentos oscuros que pasamos en la vida por distintas circunstancias, quizás los problemas, quizá la enfermedad, quizá la incomprensión que podamos sufrir de parte de los demás, o quizá esa oposición que encontremos a nuestra fe. Momentos quizá en los que podamos sentirnos solos en nuestra oscuridad, pero en nuestra fe sabemos que no es así, porque el Señor está ahí y no nos deja solos. Con la certeza de la presencia del Espíritu del Señor que anima nuestra vida nos llenamos de esperanza porque llegaremos a vivir el encuentro triunfante y glorioso con el Señor. Nuestra tristeza de los momentos de dolor se convertirá en la alegría del triunfo en el Señor.

En la vida necesitamos vivir con esa esperanza, reanimando nuestra fe en el Señor y nuestro deseo de seguimiento comprometido de Jesús. Nos cuesta muchas veces mantener nuestra fidelidad al Señor, vivir apartados del pecado y la lucha para vencer la tentación se nos hace dura, pero ponemos nuestra confianza en el Señor, sabiendo que su gracia nunca nos faltará. Por eso, a pesar de nuestras debilidades sentimos el gozo en el Señor porque experimentamos una y otra vez el amor de Dios en nuestra vida.

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