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viernes, 13 de mayo de 2011

Conversión y vocación de Saulo instrumento elegido del Señor


Hechos, 9, 1-20;

Sal. 116;

Jn. 6, 53-60

‘Ese hombre es un instrumento elegido por mí para dar a conocer mi nombre a pueblos y reyes, y a los israelitas…’ Es el designio de Dios para Saulo. Misteriosos y maravillosos los caminos del Señor.

Cuando Ananías le dice al Señor que se le manifiesta en una visión que ‘ha oído a muchos hablar del daño que ese individuo ha hecho a tus fieles de jerusalén. Y además trae autorización de los sumos sacerdotes para llevarse presos a todos los que invocan tu nombre’, está reflejando la verdad de por qué Saulo ha ido a Damasco. Ya le habíamos contemplado aprobando la lapidación de Esteban presente en aquel momento y cómo ‘se ensañaba contra la Iglesia penetrando en las casas y arrastrando a la cárcel a hombres y mujeres’. Con esa misión se encaminaba a Damasco.

Pero el Señor le salió al encuentro en el camino. En el designio de Dios era un elegido para una misión muy grande. ‘Dar a conocer mi nombre a pueblos y reyes y a los israelitas’. Quienes hemos escuchado este texto y estamos reflexionando sobre él bien conocemos lo que fue la obra de Saulo, después llamado Pablo. Natural de Tarso, en Cilicia, Asia Menor hoy Turquía, había sido educado a los pies de los mejores doctores de la ley en Jerusalén, como él mismo contará en sus cartas. Y destacaba por su conocimiento de la Ley y el fervor que ponía en cumplirla y hacerla cumplir, pues pertenecía también al grupo de los fariseos.

El Señor nos sale al encuentro en los caminos de la vida. Lo vemos repetido en la Biblia – hace poco contemplábamos como salía al encuentro de los caminantes de Emaús - y todos podemos tener la experiencia de cómo el Señor llega a nuestra vida, nos sale también al encuentro allí donde estamos y donde caminamos, cualquiera que sea nuestra situación. Porque este salir Jesús al encuentro de Saulo en el camino de Damasco tenemos que verlo también como un venir Jesús a nuestro encuentro, llamarnos y hablarnos porque el Señor siempre tiene algo que decirnos, que pedirnos, o que interrogarnos por dentro.

‘Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?’ Fue como un rayo que cayera sobre él y lo derribara al suelo cegado por su luz. La Luz que venía a iluminar al mundo quería vencer la resistencia de las tinieblas manifestada en los deseos de Pablo que le llevaban a Damasco. ‘¿Quién eres, Señor?... Soy Jesús, a quien tu persigues’. Allí está Jesús que viene a buscar al hombre, como el pastor que busca la oveja descarriada. Allí está Jesús que quiere contar con Saulo; es un vaso de elección, un instrumento elegido; grande es la misión que Jesús quiere confiarle.

Y aquel que se resistía a Jesús y se oponía y perseguía a todos los que confesaran el nombre de Jesús, desde ese encuentro se va a dejar conducir por Jesús. ‘Levántate, entra en la ciudad y allí te dirán lo que tienes que hacer’.

Ananías va a venir en nombre de Jesús. Ananías va a recibir en la comunidad a aquel que uya Jesús había elegido y había marcado. Ananías le abriría los ojos del todo para que comenzara a anunciar a Jesús. ‘Recobró la vista, se levantó, lo bautizaron… se quedó unos días en Damasco y luego se puso a predicar en las sinagogas afirmando que Jesús es el Hijo de Dios’.

En nuestra reflexión hemos querido ir viendo ese encuentro de Jesús con Pablo, también como nuestro encuentro personal con Jesús que a nosotros también nos llama. Fue la conversión de Pablo y fue la llamada del Señor. Podemos y tenemos que hablar de conversión y de vocación. Se manifiesta aquí y ahora esa llamada del Señor, de aquel que luego diría que el Señor le había llamado y marcado desde las entrañas de su madre. Así son los designios de Dios que desde toda la eternidad nos ama y nos llama, aunque luego esa llamada se manifieste claramente en un momento determinado como sucede en esta ocasión con Pablo.

¿Sentimos nosotros en nuestro interior esa llamada, esa vocación del Señor, que siempre nos está invitando a ir hasta El, convertir nuestro corazón, y seguirle como discípulo suyo? ¿Tendremos la prontitud de Saulo a quien vemos hoy cómo se deja conducir por el Señor?

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